S A N
Hanna estaba por cumplir un año, y aunque aquel día debía ser el más feliz para ella, lamentaba profundamente que también fuera el más triste para mi.
Recordar a Yeosang aun era muy difícil y doloroso, creo que si no hubiera sido por la ayuda de Wooyoung y de Hongjoong jamás habría salido adelante.
Aún tenía insomnio por las noches, pero en cuanto escuchaba el llanto de Hanna volvía a concentrarme en el presente y a repetirme que ella me necesitaba. Con el paso de los días supe que la soledad del departamento no sería buena ni para ella ni para mi, así que decidí que viviríamos en la residencia; en nuestra casa. Un lugar lleno de árboles y áreas libres para que en el futuro creciera y conviviera con la familia sonaba mil veces mejor.
Así había transcurrido mi vida durante meses y cada semana tomaba un día libre para llevar flores al cementerio. No me gustaba hacerlo, pero tenía miedo de olvidarlo si ya no iba. El lugar era muy tranquilo, así que pasaba horas ahí, me sentaba a un lado de la tumba y platicaba un rato. Le contaba cómo estaban nuestra pequeña y los demás. Luego, cuando las palabras se terminaban, volvía a casa.
Sin embargo aquel día de otoño decidí no regresar de inmediato y preferí pasear un rato por el parque acompañado de Monny.
Al igual que yo, él también extrañaba muchísimo a Yeo. Por un tiempo incluso consideré deshacerme de él porque no soportaba ver sus pequeños ojos preguntándome dónde estaba su dueño y por qué aún no había regresado, pero al final ambos habíamos afrontado la realidad: el amor de nuestras vidas no regresaría.
Me había sentado en una banca a contemplar el viento. Cuando los ladridos de Monny me distrajeron después de un rato. Me observó fijamente y luego a la pelota de tenis que llevaba en la mano.
—¿Quieres jugar? —le pregunté, él movió la colita emocionado. Arrojé la pelota para atraparla de nuevo en mi mano y me sorprendió ver lo concentrado que estaba en los movimientos.
Sonreí al verlo y finalmente arrojé la pelota, no demasiado lejos. Monny salió disparado detrás de ella, tintinando su collar. A pesar de que ya no era un perro joven, seguía teniendo buena energía, así que no tardó en regresar, dio una vuelta y jadeó emocionado cuando soltó la pelota a mis pies para que volviera a arrojarla.
Así estuvimos por un rato, cada vez aventaba la pelota más lejos.
—Ésta es la última ¿de acuerdo? —le dije antes de arrojarla, Monny salió corriendo, pero se detuvo de repente en medio del camino, olvidándose por completo de la pelota.
—Monny —lo llamé intentando que reaccionara, pero no me escuchó. Decidí ponerme de pie y acercarme, iba a llamarlo de nuevo cuando de repente soltó un ladrido extraño y se echó a correr como no lo había hecho en mucho tiempo. Ignorándome por completo.
—¡Monny! ¡Espera! —no tuve más alternativa que salir corriendo detrás de él. Si lo perdía o algo le pasaba, los niños jamás me perdonarían.
No sé cuanto duró nuestra carrera pero al final Monny se detuvo frente a un extraño de gabardina verde que quedó de espaldas a mi. Me detuve para recuperar el aliento. Y cuando observé a Monny estaba extasiado y llorando, removiéndose entre las manos llenas de tatuajes de aquel hombre.
—Ey... —dijo la persona que se había agachado a acariciarlo. —¿Qué ocurre pequeño?
Sin duda algo extraño le pasaba a esa bola de pelos, así que finalmente decidí acercarme.
—Lo siento, no sé por qué salió corriendo de ese modo...
—No te preocupes
El hombre se levantó cargando a Monny en sus brazos y al darse la vuelta mi cuerpo entero recibió una descarga eléctrica de mil voltios. Esos ojos, esos rasgos, esa boca... Quedé en blanco por completo.
ESTÁS LEYENDO
La Casa De La Mafia: SANSANG
FanfictionSansang. Omegaverse. Kang Yeosang era conocido como Dóberman, un beta de los suburbios más peligrosos de toda la ciudad, dedicado a la trata de la raza más pura de la sociedad, los omegas. No recordaba cómo había llegado a ese negocio, ni tampoco c...