21

294 45 3
                                    

Bueno, después de todo el esfuerzo, había conseguido mejorar mi condición física y en ese momento estaba viendo los resultados en el espejo. Era poco, debía ser honesto, pero sin duda me hacía sentir mil veces mejor. Aún habría un largo y horrible camino por recorrer, pero conseguiría recuperar mi cuerpo, o al menos el resultado más cercano que pudiera. 

Posé frente al espejo para observarme con más atención, levanté la playera que llevaba y observé mi abdomen, la piel que antes estaba suave comenzaba a fortalecerse y a marcarse, sin embargo ahora mi cadera era un poco más ancha y no sabía si era un efecto por naturaleza de los omegas o si se debía a mi nuevo estilo de vida sexual. 

Tal vez lo que estaba pensando era lo más estúpido del mundo pero no pude evitar preguntarme si el cambio en mi cuerpo se debía a qué ahora yo era quien recibía en el sexo. Podrían ser ambas cosas a final de cuentas. 

Volteé un poco para observarme el culo... Comenzaba a gustarme más, no es como que antes no me gustara pero ahora... La idea de tener las manos de cierta persona encima de mi, me provocó una corriente eléctrica por la columna.

No, no podía estar pensando de nuevo en esas cosas. No volvería a pasarme lo de antes.

Volteé la mirada hacia el suelo al escuchar unas huellitas acercarse y entonces vi a Monny pararse al lado del espejo y observarme atentamente con sus ojitos negros. Entonces comenzó a mover la colita y soltó un ladrido. 

—Pervertido. —le dije frunciendo la nariz y agachándome un poco para tomarlo entre mis manos. Le di un beso en la mejilla y volvió a retorcerse de alegría.

Estaba a punto de entretenerme con otra cosa cuando el brazalete en mi muñeca comenzó a sonar. Contesté de inmediato, no era necesario preocupare por ver quién era. Desplegué el holograma de inmediato y vi el rostro de San.

—¿Qué quieres?—pregunté bruscamente. Mientras lo veía a través de la imagen. Monny también lo saludó con un ladrido.

Hola, ¿Cómo estás? Que bueno que me llamas, te extrañé muchísimo. Hola Monny 

Su tono sarcástico me hizo rodar los ojos. 

—Ya, dime qué quieres —insistí.

—Compré algo para ti.

Antes de que pudiera entender del todo lo que me había dicho alguien tocó a la puerta. Se trataba de una chica de servicio. 

—Buenas tardes, Yeo.

—Hola Nay

Traía una bolsa de compras elegante en las manos, después de hacer una leve inclinación a modo de saludo la dejó sobre la cama. 

—Me retiro.

San seguía en la videollamada. La chica se fue. El silencio que se instaló en la habitación me provocó un escalofrío, dirigí la mirada hacia el holograma, pero él no tuvo que decirme nada para que yo entendiera la expresión de su rostro. Esa sonrisa ladina y traviesa, ese brillo travieso en sus ojos. Dirigí mi atención a la bolsa.

 Me quité el brazalete y lo dejé sobre una repisa aún con el holograma del mercenario desplegado y observándome atentamente. Solté a Monny encima de la cama, parecía curioso del contenido de la bolsa así que se acercó a olfatearla. Retiré la suave y fina tela que cubría el interior y al ver de qué se trataba no pude evitar sentir una sensación de mareo. 

Se trataba de tres conjuntos de lencería fina. Tomé la primer prenda en mis manos y la observé con atención. Aunque no quisiera admitirlo era bonita, pero saber cuales eran las intenciones de este regalo me hizo contener cualquier expresión traicionera.

La Casa De La Mafia: SANSANGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora