Llegó la noche y seguí el ritual: tomar un baño, colocarme la bata (que ahora era verde) e ir a la recamara del mercenario. La idea de que en cualquier momento pudiera matarme no me gustaba para nada. Entré de nueva cuenta a su habitación, pero ésta vez con más cautela y merodeé un poco aunque no toqué nada. Después de unos minutos que me parecieron horas la puerta se abrió y ahí estaba él de nuevo, sólo que su camisa no estaba ensangrentada.
-Otra vez tu -dijo sin ánimos después de cerrar la puerta.
No dije nada, sin darme cuenta me estaba abrazando a mi mismo otra vez, como una manera de protegerme. Algo totalmente involuntario, algo que en sueños haría frente a un enemigo, pero que en esos momentos simplemente no podía evitar.
-¿Por qué no estás en el lugar que te corresponde? -dijo después de observarme fríamente de pies a cabeza.
Ante la confusión que reflejé en mis ojos, me indicó el lugar donde tenía que arrodillarme con una leve indicación de su mentón. Lo observé una última vez y obedecí su petición. Jamás esperé que una acción tan sencilla pudiera sentirse tan humillante.
-Eso, lindo cachorrito, quédate ahí. -el tono de su voz me provocó un escalofrío en la espalda.
-Mi nombre es Yeosang.-le dije con disgusto ante su tonto apodo.
-No te pregunté. No hables si no te ordeno que lo hagas.
Pasó de largo frente a mi, atravesando la sala. Le dirigí la mirada y lo vi entrar al baño. Cuando cerró la puerta me puse de pie nuevamente. ¿Cómo se atrevía a decirme cachorrito? No iba a tolerar sus zoofílicos apodos, ni tampoco iba a esperarlo en una posición tan incomoda. Me acerqué sigilosamente a la puerta, vigilando que no saliera del cuarto de baño, e intenté abrirla para salir de ahí.
Para mí mala suerte no lo conseguí, el mecanismo era el mismo que el de todas las habitaciones y estaba bloqueado para que no pudiera escapar. Gemí de frustración y al no ver más alternativa fui a sentarme en el taburete al pie de la cama.
(-)(-)(-)(-)
Cuando finalmente salió del baño me incorporé de un salto y me quedé sorprendido al verlo.
Sólo llevaba una toalla en la cintura, su torso desnudo me dejó en claro que se ejercitaba, los músculos en sus brazos, lo ancho de su espalda (dónde por cierto, tenía la herida de la noche anterior perfectamente limpia y suturada). No estaba nada mal. Era un hombre guapo, debía admitirlo aunque me costará mucho trabajo.
Caminó hasta mi y se paró enfrente. El corazón se me detuvo un instante. ¿Qué era esa maldita aura de poder que provenía de él? Lo rodeaba de manera enigmática, nunca me había topado con una persona que desprendiera tanta energía con su simple presencia.
-¿Por qué me desobedeces? -me preguntó tomándome del mentón.
-¿Perdón? -el aire escapó de mis pulmones.
-Te dije que te quedaras arrodillado. No me gustan las mascotas desobedientes. -Se acercó más y reforzó su agarre, perforaba mi mirada con sus ojos oscuros. Su aura era más abrumadora de lo que podía tolerar.
De pronto di un respingo al sentí sus manos recorrer sobre la tela de la bata por mis brazos hasta llegar a mis muñecas. En un hábil movimiento se posicionó detrás de mi sin soltarme. Podía sentir su mirada subir y bajar por mi cuerpo y aunque seguía cubierto por la bata me sentía completamente expuesto y desnudo frente a él.
¿De verdad iba a costarme con este hombre? El pánico se apoderó de todo mi ser repentinamente. No había asimilado mi realidad hasta ese momento.
Iba a acostarme con él, me removí intentando alejarme cuando sentí la tela de su corbata aprisionarse en mis muñecas. Iba a cogerme por el culo.
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La Casa De La Mafia: SANSANG
FanfictionSansang. Omegaverse. Kang Yeosang era conocido como Dóberman, un beta de los suburbios más peligrosos de toda la ciudad, dedicado a la trata de la raza más pura de la sociedad, los omegas. No recordaba cómo había llegado a ese negocio, ni tampoco c...