S A N
Los días que siguieron fueron complicados. Logré convencer a Wooyoung para que intentara sacar a Yeosang de la cama, y aunque lo logró no fue sencillo. Monny también regresó a casa y eso lo alegró un poco, pero en general su estado de salud era débil. Todos insistimos en que Mingi le hiciera análisis y le ayudara con complementos y vitaminas, pero Yeo se negó rotundamente. No fui capaz de insistir en el asunto.
Así, poco apoco, logramos mantenerlo con vida. Obviamente ya era absolutamente libre para andar por donde quisiera en la casa. Salir al jardín lo ayudaba; comer en la terraza, caminar al aire libre, respirar el aroma de los pinos del bosque. Incluso Woo lo convenció de que nadara un poco en la piscina. El problema seguía siendo la comida y las casi nulas palabras que salían de su boca.
Admito que su necesidad de afecto me confundía. Habíamos dormido juntos todas estas semanas y en cada oportunidad que tenía se colgaba de mi para abrazarme. Intenté pedirle que me explicara qué significaba aquello, o por qué lo hacía, qué sentía... pero no había obtenido respuesta alguna. Así que no tenía mas opción que ceder a lo que quisiera: frotarle la cabeza, dejarlo dormir sobre mi pecho, rodearlo en mis brazos, sostenerlo...
En cualquier otro momento esto hubiera sido tierno, pero en cada roce podía sentir su tristeza, y eso me ponía mal. Me sentía culpable de todo lo que había pasado, de haberlo lastimado, de haberlo llevado a ese lugar y de que estuviera en ese estado. Esta tortura era mil veces peor que simplemente haber recibido una buena paliza de su parte.
Me sentía tan jodidamente responsable y no había nada que pudiera hacer para encararlo, para intentar huir de la culpa. No podía decirle algo al respecto, ni regañarlo. No tenía idea de cómo lidiar con algo así.
Afortunadamente tuve a Woo, Nai, Jiwoo y Hongjoong para ayudarme. Pensamos que convivir con más personas sería bueno así que finalmente lo llevé también a la casa grande, a conocer a toda mi familia. Todavía no tenía idea si iba a permanecer en la casa por siempre, pero por lo pronto tenía que intentar animarlo a como diera lugar.
Nunca olvidaré los ojitos que puso cuando nos vio a todos juntos por primera vez. Mis hermanos, Mingi y Jongho, el esposo de Jongho, Woo y su bebé; y mis padres Hongjoong y Seonghwa. Cuando Yeosang conoció a mi papá alfa, intentó retroceder por instinto, yo lo llevaba abrazado por los hombros e intenté decirle a través del tacto que no tenía nada que temer.
Le había pedido a mi padre que no fuera muy intimidante ni duro. Afortunadamente me hizo caso. Fuera de su aura natural de alfa dominante, líder de toda la familia... se mantuvo tranquilo y extendió una mano a manera de saludo hacia Yeosang quien al parecer no podía creer que finalmente conocía al gran Park Seonghwa. Sonreí un poco por eso.
Esa noche fue una cena familiar, por decirlo de algún modo. Les había pedido a todos que se comportaran, quería que Yeo sintiera una especie de calidez, y no ganas de salir corriendo. Esa noche comió y sonrió un poco más de lo habitual, pero sus ojos seguían viéndose cansados y apagados.
Últimamente había tomado un hábito particular, tal vez ni siquiera él se había dado cuenta. Le gustaba acariciarse el abdomen en pequeños círculos, como si quisiera mantenerlo cálido. Supongo que era porque no había comido bien y de vez en cuando seguía teniendo nauseas.
A Woo le preocupaba eso, y me pidió que intentara convencerlo de que dejara que Mingi lo revisara. Le prometí que lo haría, pero no todavía, no quería pelearme con él cuando las cosas estaban tranquilas y mejorando un poco, por eso decidí esperar.
Esa noche estuvimos hasta tarde en la sala principal, viendo una película. Hongjoong descansaba su cabeza en el hombro de mi padre, Wooyoung se recostó con Jongho en un sillón largo, y su hijo descansaba dormido sobre el pecho de mi hermano. Mingi se encontraba en el sillón individual, a punto de dormirse después de un largo día de trabajo en el hospital.
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La Casa De La Mafia: SANSANG
FanfictionSansang. Omegaverse. Kang Yeosang era conocido como Dóberman, un beta de los suburbios más peligrosos de toda la ciudad, dedicado a la trata de la raza más pura de la sociedad, los omegas. No recordaba cómo había llegado a ese negocio, ni tampoco c...