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ADVERTENCIAS: El capítulo 29 (éste) y 30, son los más fuertes que he escrito para ésta historia. Así que leer bajo responsabilidad, recordando las advertencias del principio: mención de violencia, humillación, violación, bdsm, etcétera. No se recomienda replicar ninguna de las actividades aquí escritas y... puede que haya algunas lágrimas. La verdad no lo sé, advertidxs están, disfruten...

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Todo se había ido a la mierda.

-¡¿Para eso querías el collar?! -gritó San en cuanto entramos a la habitación. Me arrojó con fuerza al suelo y tardé en incorporarme de nuevo, aun no podía procesar lo que había pasado en la última media hora.

-San...- comencé a hablar cuando unos ladridos llamaron nuestra atención y Monny se acercó ladrándole a la defensiva. San lo tomó del lomo y lo levantó, le pobrecito soltó un chillido. -¡No!

-No mereces nada de esto

-¡San, no! ¡San, por favor, lo siento!

Fue lo último que pude gritar antes de que él cerrara la puerta de golpe y se llevara el colla y a Monny consigo. Me incorporé de inmediato intentando alcanzarlo, pero no lo logré. Y por primera vez en mi vida sentí que el corazón se me detuvo por un instante.

¿Cómo se había salido todo de control en solo unos segundos?

-¡Por favor, San! ¡Abre la puerta! ¡Deja que te explique todo! -grité sollozando. No quería creer que mi situación volvería a ser como al principio. No podía creer que todo esto había pasado.

Corrí hacia las ventanas e intenté abrirlas, pero mi huella había sido bloqueada del sistema.

Estaba encerrado de nuevo en aquella habitación y no tenía idea de qué hacer. Lo único que quería era que San volviera y pudiera escucharme. Las lágrimas corrían descontroladas por mis mejillas. Me sentía peor que un niño abandonado.

-¡San! ¡San!

No pude parar de gritar su nombre por el resto de la noche hasta que me quedé sin voz.

(-) (-) (-) (-)

Pasaron tres días en los que me quedé totalmente solo y encerrado en mi habitación. Con la única pregunta torturante en mi cabeza de qué haría San ahora. El recuerdo de esa noche en el taller no dejaba de atormentarme. Recordar su mirada llena de rabia y decepción hacía que quisiera llorar de nuevo, pero mis ojos ardían y estaban hinchados justo por causa de las lágrimas. Mi garganta dolía por haber gritado tantas veces su nombre, una y otra vez sin parar.

No había hecho más que desvanecerme en la cama desde que amanecía hasta que el sol se ocultaba.

Juro que no quería nada, nada que no fuera poder hablar con él. ¿Por qué no entendía que todo era un mal entendido? jamás hubiera hecho eso por gusto con alguien más. Jamás me hubiera atrevido a traicionarlo.

Nunca...

¿Por qué no podía creerme? Lo único que quería de Soobin era obtener información.

No tenía ni idea de cuánto tendría que esperar. La incertidumbre terminaría matándome. Gimoteaba contra las sábanas mientras sentía un dolor que me recorría todo el cuerpo pero que no venía de ningún lado en particular.

Literalmente, era como si el corazón se me hubiera deshecho. Estaba arrepentido de lo que había hecho y lo único que quería era que San volviera.

Mis súplicas fueron escuchadas dos días después. Cuando la puerta finalmente volvió a abrirse y lo vi después de tanto tiempo. Me incorporé de inmediato pero no pude llegar hasta él porque mis piernas fallaron y terminé arrodillado, suplicando porque me perdonará, llorando a mares después de pensar que ya no tendría ninguna oportunidad.

La Casa De La Mafia: SANSANGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora