Todos venimos al mundo con la obsesión de un imposible, y cuando tomamos consciencia de que el imposible es eso: un imposible, ya es tarde para refugiarnos en la sensatez. Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Y tanto A...
waiting in the car waiting for the ride in the dark
drinking in the lounge following the neon signs
waiting for a word
looking at the milky skyline the city is my church it wraps me in its blinding twilight
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MIDNIGHT CITY by M83.
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ALGO IMPOSIBLE
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Todo lo que Aemond alguna vez deseó, definitivamente no lo encontró en Alys Rivers.
Alys era. . . una amiga. Una amiga que lo seguía a todas partes, incluso se mudó desde Noruega a Inglaterra cuando descubrió dónde se encontraba Aemond, aunque eso era algo obvio. Nunca llegaron a convertirse en pareja oficial, pero Aemond se había acostumbrado a su caprichosa compañía y a que de vez en cuando terminaran en la cama juntos. Sin embargo, siempre le dejaba en claro que no quería nada más con ella, mucho menos formalizar la relación, por más que le agradara a su madre, aquello le resultaba totalmente irrelevante.
Inconscientemente, Aemond suspiró profundamente y detuvo el auto al ver la luz roja a pocos metros de distancia. Giró ligeramente la cabeza y descubrió cómo Alys tecleaba en el móvil, su rostro era iluminado ligeramente por el brillo de la pantalla, pero aún así lucía hermosa.
Era innegablemente bella, y ella lo sabía. Era evidente por la forma delicada en que se pasó el cabello detrás de la oreja y le sonrió coquetamente cuando descubrió que la observaba.
—¿Me veo guapa?
Aemond volvió a la realidad con el sonido del claxon del auto que estaba detrás del suyo. Puso en marcha el vehículo y carraspeó intentando recobrar la voz.
—Ya lo sabes, no necesitas que te lo digan siempre.
—Necesito que tú me lo digas —reprochó ella— jamás lo haces, no sin que te lo pida.
Era cierto, pero no porque Alys no fuera hermosa, sino porque si se lo decía, ella construiría una historia de cuento de hadas entre los dos, cuando Aemond no buscaba más que una amistad y un encuentro casual de vez en cuando.
Le gustaba su libertad, aunque a veces se viera interrumpida por su presencia.
A lo lejos, pudo oír su voz mientras ella le hablaba, pero no le prestó atención. Estaba más concentrado en sus propios pensamientos y en manejar adecuadamente. A veces sentía pena por ella, porque todos sus intentos por enamorar a alguien como él fueron totalmente en vano, pero parecía no rendirse.
