𝐗𝐕𝐈

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do you not realize that it hurts me?
when I see you go out, uh
'cause you have the time of your life
only when I'm not around
you know, you really don't deserve me
looking for you in the crowd

to see you dancing again
out of mind, out of sight

but where you goin' home tonight?


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HURTS ME
by tory lanez.

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LA VERDAD DE CRISTON

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Lucerys lloró durante casi media hora y Daeron estuvo con él hasta que se calmó y cualquier rastro de su llanto se esfumó de su rostro.

Daeron había dicho que Luke ya tenía la respuesta a sus sentimientos, y era cierto, y sentía que la vida era demasiado cruel con él cuando se dio cuenta de le atraía su propio tío.

No, le gustaba. Aemond le gustaba más de lo que podría expresar y eso le dolía profundamente.

Adoraba el color de sus ojos, el tono violéta que enmarcaba a profundidad de su mirada. Adoraba su cabello, una cascada de mechones platino que caían con grácil indiferencia. Cada hebra parecía captar la luz de una manera que creaba un aura casi de otro mundo a su alrededor. Adoraba su mandíbula, afilada y definida, dándole un aire rudo y distinguido, propio de él. También adoraba sus labios. Si Lucerys ya había encontrado atractiva su forma, cuando Aemond lo besó por primera vez, descubrió un nivel completamente nuevo de fascinación. El contacto de los labios de Aemond contra los suyos fue una revelación, una sinfonía de sensaciones que lo dejaron sin aliento. Eran suaves, cálidos y acogedores, pero también rudos y salvajes, que denotaban la pasión que emanaba por todos los poros.

Y luego estaba su sonrisa. La sonrisa de Aemond tenía un poder difícil de describir. No fue sólo el acto físico de sus labios curvándose hacia arriba; era la forma en que sus ojos se arrugaban en las comisuras, como si la felicidad de su corazón irradiara hacia afuera y la manera tan adorable en la que dos pequeños hoyuelos se mostraban en sus mejillas.

Pero no solo su apariencia exterior era lo que adoraba. Le gustaba la forma en que Aemond lo trataba, la genuina amabilidad que mostraba con él. La suavidad de su mirada cada vez que sus ojos se encontraban era como un abrazo reconfortante, haciendo que se sintiera comprendido y cuidado. Cada toque, por casual que fuera, le provocaba escalofríos. Las manos de Aemond poseían una cierta suavidad que hacía que incluso el contacto más simple pareciera íntimo y personal.

𝐓𝐀𝐊𝐄 𝐌𝐄 𝐁𝐀𝐂𝐊 ― lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora