Todos venimos al mundo con la obsesión de un imposible, y cuando tomamos consciencia de que el imposible es eso: un imposible, ya es tarde para refugiarnos en la sensatez. Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Y tanto A...
all my friends always lie to me I know they're thinking
you're too mean, I don't like you, fuck you anyway you make me wanna scream at the top of my lungs It hurts but I won't fight you you suck anyway you make me wanna die, right when I
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AFRAID by the neighbourhood.
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DECEPCIONES II
Maratón 1/3
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Aemond despertó antes que Lucerys, encontrándose aún en la misma posición en la que habían quedado la noche anterior. Aunque ya no estaban tan apegados, seguía descansando entre sus brazos, lo suficientemente cerca como para permitirle apreciar las pequeñas pecas dispersas por su piel, como constelaciones de estrellas en la noche, y con aquellas bonitas y pobladas pestañas rizadas que enmarcaban sus ojos aún cerrados.
Los rizos del castaño se desplegaban en un alboroto encantador, como si el sueño los hubiera liberado de cualquier atadura. Aemond no pudo evitar una suave sonrisa ante la vista, encontrando belleza incluso en la espontaneidad de esos mechones rebeldes. En ese instante, en medio del silencio que solo sus respiraciones calmadas interrumpían, se dio cuenta de cuánto apreciaba profundamente cada mínimo aspecto físico de Lucerys.
Cada pequeño rasgo era un encanto a sus ojos, como si la misma naturaleza se hubiera dedicado a esculpir su figura con meticulosa atención. Hasta el detalle del aro plateado que reposaba en el labio inferior tenía su propia elegancia, añadiendo un toque de rebeldía a su imagen general. No pudo evitar pasar el pulgar cerca del piercing en un roce suave y a penas perceptible pero que igual Luke logró sentirlo porque se removió entre quejidos.
—Mierda —le escuchó mascullar en voz baja y con la voz ronca, señal de que acababa de despertar.
—¿Por qué tan grosero? —la voz de Aemond lo sobresaltó, y Lucerys abrió los ojos de golpe, dándose cuenta de que estaba abrazado a él, tan cerca que sentía como si el aire se hubiera cargado de electricidad.
La mano del peliplata estaba cerca de su rostro, le pareció que le había tocado los labios al despertar y por lo visto fue cierto, porque esa sonrisa llena de travesura que intentó ocultar lo delató.
—Dijiste que no intent. . .—quiso recordarle su promesa pero sus palabras fueron cortadas.
—Lo sé, shh. —le interrumpió Aemond y dejó caer su mano al costado de Luke tan despreocupadamente que ni si quiera parecía que sus verdaderas intenciones eran volver a abrazarlo.
