Todos venimos al mundo con la obsesión de un imposible, y cuando tomamos consciencia de que el imposible es eso: un imposible, ya es tarde para refugiarnos en la sensatez. Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Y tanto A...
i don't know who to call when I'm off, nah 'cause everybody's changing look away for a minute and you feel like you lost fuck, I'm running outta pages fading away in the dark night
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LONELY ROAD by naits.
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MELANCOLÍA DE INVIERNO
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Lucerys estaba sentado en la cama de Aemond, rodeado de cojines y mantas mientras observaban la pantalla iluminada por la televisión, Vhagar estaba en medio de ambos, ronroneando completamente feliz por la compañía. Habían puesto una película al azar antes de dormir, terminó siendo una de terror pero el castaño parecía imperturbable, tenía la mirada perdida en un punto fijo de la pantalla al que no le prestaba demasiada atención.
Aemond notó la expresión distante en el rostro de su sobrino, sin pensarlo mucho puso una de sus manos sobre la de Luke, la que específicamente se encontraba sobre el felino de pelaje negro acariciándolo con movimientos automáticos, para llamar su atención.
—Hey —murmuró ganándose su mirada avellana sobre él.
—Perdón.
—¿Por qué pides perdón?
—No lo sé —rió entre dientes y se sacudió el cabello con gracia, ni siquiera se había percatado del toque en su mano hasta que Aemond volvió a apretar con suavidad.— Supongo que por no prestar atención a la película.
Se encogió de hombros y apartó la mano, alejándose del toque de Aemond.
El peliplata reprimió un bufido mordiéndose el interior de la mejilla y para disimular comenzó a acariciar a su pequeño y regordete gato, el cuál no tardó en acomodarse más cerca de su dueño.
—¿Estás bien? —preguntó sin dejar de observarlo, Lucerys se encogió en su propio lugar y suspiró.
En la película se vislumbraba a una familia.
—Solo. . . pensaba en mi abuelo. —explicó, porque si decía que también pensaba en sus padres se vería demasiado infantil cuando el incidente fue hace bastante tiempo, pero lo demostró llevando los dedos hacia la púa rojiza que descansaba en su cuello con la cadena de plata, la acarició mientras trataba de recordar el rostro de sus padres.
Lucerys ya no los recordaba del todo. Ciertas veces en casa de su abuelo los veía en las fotografías que descansaban sobre la repisa, pero conforme pasaban los años dejó de recordarlos y solo se convirtieron en una imagen que tomaba forma gracias a aquellas fotos.
