something is wrong, i can't explain
everything changed when the birds cameyou never know wat they might do
if they catch you too early
we need to fly ourselves before someone else tells us how
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PREY
by the neighbourhood.
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HEY, POODLE
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—Maldición.
Cada roce sobre su piel sensible hacia que emitiera un siseo audible.
Los dedos de Helaena eran suaves y delicados, pero aún así Lucerys luchaba por contener una maldición mientras sentía la crema esparciéndose sobre su adolorido pómulo.
—Yo me encargo de esto —se ofreció Aemond al ver la desesperación reflejada en los ojos de Helaena cuando un sutil aroma a quemado llenó el apartamento.
Aegon, el mayor de los tres, había sido el encargado de vigilar que la comida no se quemara, pero parecía haber fallado en su misión.
—Gracias, solo falta la del cuello.
Le pasó la crema y Lucerys se tensó un poco cuando la compañía de su tía había desaparecido en medio de la cocina, escuchando a lo lejos las maldiciones de Helaena y las risas de Aegon. El ambiente se llenó de una mezcla caótica de sonidos y aromas.
Jacaerys estaba en la habitación que compartiría con Luke arreglando todo.
En ese momento, experimentó el roce frío de los dedos de Aemond en su mentón de manera sutil pero exigente. Sintió cómo su rostro era elevado, dejando al descubierto su cuello marcado por los tonos rojizos de la agresión que sufrió hace unas horas. Un ligero ceño fruncido apareció en el rostro de Aemond, pero no pronunció palabra alguna. En cambio, continuó con su tarea, completando el gesto y comenzando a frotar su dedo impregnado de crema sobre la piel lastimada de Lucerys.
Un siseo prolongado escapó en forma involuntaria de sus labios, incapaz de contenerse.
—¿Por qué te dejaste golpear? —preguntó.
«Menudo tonto.»
Aemond tenía una voz extrañamente dulce y suave, pero varonil. Era una combinación que contrastaba y a su vez era peligrosa. Le hacía sentir como si estuviera bajo los efectos de algún tipo de brujería.
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𝐓𝐀𝐊𝐄 𝐌𝐄 𝐁𝐀𝐂𝐊 ― lucemond
أدب الهواةTodos venimos al mundo con la obsesión de un imposible, y cuando tomamos consciencia de que el imposible es eso: un imposible, ya es tarde para refugiarnos en la sensatez. Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Y tanto A...