Todos venimos al mundo con la obsesión de un imposible, y cuando tomamos consciencia de que el imposible es eso: un imposible, ya es tarde para refugiarnos en la sensatez. Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Y tanto A...
like a moth to a flame I'll pull you in, I pulled you back to what you need initially
It's just one call away and you'll leave him, you're loyal to me but this time, I let you be
'cause he seems like he's good for you and he makes you feel like you should and all your friends say he's the one his love for you is true
but does he know you call me when he sleeps?
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MOTH TO A FLAME by the weeknd.
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HURACÁN EN EL CAOS
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Lucerys era hermoso.
Aemond lo pensó por millonésima vez cuando lo vio disfrutar de la pizza que habían pedido a domicilio cuando la comida quedó arruinada a causa suya, pues no encontraron un lugar más adecuado que la cocina para ceder ante la maldita tensión sexual que los había envuelto desde que se conocieron.
Tuvieron que bañarse, y aunque Aemond le insinuó que deberían de hacerlo juntos, Lucerys masculló maldiciones y le negó la entrada al baño.
Pero por lo menos ahora lo tenía sentado a su lado, almorzando pizza y manchándose de salsa de tomate las comisuras de los labios, con el cabello aún húmedo y prácticamente enroscado contra su cuerpo en el sofá. La excusa era el frío según Luke.
—Eres un niño —murmuró Aemond y actuó impulsivamente, como siempre, al pasarle el pulgar por los labios para quitarle los rastros de la salsa de tomate.
Lucerys parpadeó, sonrojado. Se veía tan pequeño a su lado a pesar de tener solo dieciocho años. Estaba pegado a su brazo, con los pies sobre el sofá, las rodillas pegadas a su pecho y sosteniendo la última rebanada de pizza entre sus manos.
—Calla y deja de mirarme —respondió en un susurro. Aemond juraría que incluso lo escuchó gruñir mientras devoraba los últimos bocados de pizza.
Aemond rió y depósito un beso fugaz en su mejilla antes de levantarse del sofá, dejándolo solo, ruborizado y con ganas de pegarse un tiro en sien por la cantidad de emociones que se revolvían como un huracán dentro suyo.
No le gustaba, era incorrecto todo lo que sentía y le escandalizaba la naturalidad con la que Aemond se tomaba todo, como si fuera lo más normal del mundo lo que habían hecho.
