CAPÍTULO 13 - Sentimientos

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La desolación y el silencio de la noche acompañaban a mi mente. Una mente llena de preocupaciones.
La brisa nocturna acompañaba como un débil sigilo a mis pensamientos. El sonido a veces repentino de los grillos era como música hacía mis oídos. Música ruidosa.
La soledad adormecía mi devastación, acunándola y acariciándola como la punta de la yema de los dedos de alguien quién, por alguna razón, ahora se veía como un recuerdo lejano.

Mis ojos, tibios privados del sueño, buscaban a toda costa una excusa mínima y ligera para pegarse, pero el funcionamiento de una mente trabajadora impide que eso se efectúe. En su lugar, permanecían abiertos observando el techo.
Un leve dolor incoloro buscaba arrasarme. Pero tediosamente, aprendí a vivir con él, y a conllevarlo. Era tanto físico como mental. Afectaba a mis células y a mis neuronas y me calcinaba de a poco.

Con la punta de mis dedos sobe ligeramente el dolor de mi pierna para intentar alivianarlo. La pierna que, de haber sido demasiado tarde en su momento, habría perdido.
El vacío, la nada, y mi soledad me, irónicamente, acompañarían una última vez hoy. Por última vez, me sentiría sola y mi tormento acabaría.

La figura de su sombra situada en el margen de mi ventana, observaba, con sus ojos dorados, mi velada nocturna.

-Ha pasado un tiempo, ¿Verdad Nyea?-

En la madrugada, cuando no esperaba recibir noticias ni nada que perturbara mi sueño

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En la madrugada, cuando no esperaba recibir noticias ni nada que perturbara mi sueño. Repentinamente, recibí una urgente advertencia que, durante este último mes, había oído ya reiteradas veces.

"Ven de inmediato al taller"

Cuando agarré el comunicador con toda la confusión y rapidez del mundo, fui recibido con esas cortantes palabras de siempre. Tarde un poco en procesarlas y entenderlas, pero, afortunadamente no fue demasiado tiempo desperdiciado en mirar a la nada como idiota.
Me vestí rápidamente, y antes de salir de la habitación, una suave mano sujetó una de mis colas.

Supe lo que eso significaba.

-¿A dónde vas?-

-Al taller-

-Hmp, ¿Otra vez? ¿A esta hora?-

-El jefe dijo que tendría que estar allí en menos de cinco minutos o sino me descontaría parte del salario. -

Ella me suelta y vuelve a recostarse en la cama. Murmura unas últimas palabras y se duerme nuevamente.

-No tardes...-

"Lo siento, Cosmo. No puedo decirte la verdad de lo que está pasando. "

(...)

Al estar aproximándome, pude reconocer a las personas que habían estado esperándome por ratos largos.

-Discúlpenme si he llegado tarde. No fue intencional la tardanza. -

-Esta bien, no importa eso. -

Me acerqué a la puerta del taller, y con un botón en mis llaves, logré abrir la gran puerta de metal.

The Stars Shine At the Night Sky| PT. III | TLSWC |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora