CAPÍTULO 65 - Mamá

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Las palabras que Aura dijo me impactaron.
Pero, más me impactó ver la silueta de alguien pasando delante de mi cuarto.
Rápidamente, me libre de ese trance en el que estaba, y corrí atrás de quién estaba seguro, era mi madre.

Y es qué,  no había forma de que estuviese equivocado, porque solo éramos nosotros dos(Y Aura, pero estaba conmigo) quiénes permaneciamos en esa residencia.
Tan pequeña, tan lúgubre y tan fría sus paredes.
Realmente, inundaban de nostalgia a mis recuerdos, dejándome casi al borde de un inminente llanto que pude contener.

Pero, supe que Mamá no podría soportarlo.
Ese dolor debía ser tan asfixiante cómo si te estuvieran ahorcando directamente desde el cuello.
Perder a dos personas importantes, en un corto, cortísimo período de tiempo... Realmente fue un golpe bajo para todos, en especial para ella.
En especial para mamá.

Y yo, todos los días, desde que llegamos, acercaba un plato con comida preparada por mí, hasta su puerta. Lo dejaba en una bandeja, en el suelo. Esto era porque ni siquiera se asomaba fuera de su cuarto.
Tampoco me dejaba entrar, así qué no había mucho que pudiera hacer por ella.

O eso creía, hasta que finalmente tuve la oportunidad de hacer algo.

—¿Mamá?—Dije, luego de que tras seguir su figura, pudiera localizarla. Estaba en la cocina, sirviéndose un café.—

No me sorprendía en lo absoluto su tan demacrado y cansado aspecto. Lo que sí me generaba, era gran tristeza y pavor, la falta de brillo en su presencia general.
Ella siempre se veía fuerte y radiante cuándo se despertaba por la mañana, o antes de ir a trabajar.
Habían días en los que no, pero eran muy pocos apenas.

Ahora, eso se ve como un mero recuerdo lejano, comparado con el ahora.
Se ve tan... Triste.
Quisiera curar esa tristeza de alguna forma.
De alguna forma...

Por supuesto, cómo esperaba, ella no respondió a mi llamado. Creo que no fue con malas intenciones, simplemente no lo habrá escuchado.
Así qué, hice lo que todo buen hijo debe hacer siempre.

Decidí abrazar por detrás a Mamá.
Me sentí cómo un niño pequeño viendo a su mamá de espaldas, luego de haber tenido su primer —y traumático— primer día de jardín.

Pude sentir la pequeña exaltación que tuvo, pero no dijo ni gesticulo nada.
Nada, absolutamente nada.
Quedó inmóvil. Mamá parecía una roca.

Eso me devastaba por dentro. Porque, en el fondo, yo también esperaba recibir un poco de cariño maternal en estos momentos.
Era todo lo que quería recibir. Un pequeño abrazo y un "Todo estará bien".
Pero, esta vez, me tocaba ser el emisor, mas no el receptor.

—Mamá... Está bien. Todo estará bien. —Murmuré—Te lo prometo; Todo irá bien. Sí papá no está, siempre, siempre podrás contar conmigo... Siempre.—

Enserio, soy un jodido llorón.
A veces, por mucho que me esfuerce, no puedo evitar llorar con una niñita cuando se trata de seres o cosas queridas.
Y, era obvio que si es por mi madre, iba a lagrimear un río entero.

Pero, al parecer, no lo llenaría solo.
Porque ella también comenzó a dejar caer gotas de agua indebidas, de sus lagrimales.

—Lo... Siento... Hijo...—Su voz se quiebra por completo—Lo...Siento, Alex... No puedo ser...fuerte...-

—Si que puedes, siempre puedes serlo... Mamá.-Realmente, mí voz se rompía y mi corazón latía demasiado fuerte. —Siempre puedes... intentarlo...—

—Ya lo he intentado, créeme que lo he hecho, pero...—Traga saliva—Ya no puedo más. Siento que quiero explotar. —

—Puedes explotar conmigo ahora... No me importa. —

—No quiero... No quiero hacerte daño. —

Era realmente noble sus intenciones.
Pero no todo lo bueno alcanza.

—Tú padre ha tenido suficiente. Ya no quiero ser una carga para todos siempre...-

—No lo eres, créeme que no lo eres. Para mí, jamás lo serás...—

Me aferre más a ella. A su aroma débil a flores, a su cabello desordenado y enredado, a su ropa algo sucia y desaliñada, a todas esas imperfecciones y pequeños rastros de lo que alguna vez fue esa máscara de fortaleza.
Jamás iba a soltarla. Y a ella no le quedó más remedio que aceptar mi agarre.

Mi potente e inquebrantable agarre.

—¿Jamás...?—

—Jamás lo haré. —Dije con firmeza, luego de recuperar un poco la compostura. —

Ella se dio vuelta, y fueron sus brazos los que ahora me rodearon.
Una calidez qué, podía predecirlo en ese momento, jamás volvería a sentir.

Una calidez qué, podía predecirlo en ese momento, jamás volvería a sentir

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Continuará...

The Stars Shine At the Night Sky| PT. III | TLSWC |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora