CAPÍTULO 4 - Una Melodía

36 2 3
                                    

Una dulce y olvidada melodía resuena en el eco de mis memorias.
Un sonido de piano tocado por unas manos firmes y delicadas hizo despertar una amarga sensación en mí. Cuando tenía seis años.

Oía el piano resonar.
Oía la pasión escrita en partituras, plasmada en sonidos puros y armónicos. Dando la ilusión; la sensación de un sentimiento nunca antes vivido por una niña de tan solo seis años.

La tristeza.
La nostalgia.
El duelo.

Esos sentimientos se plasmaron en una simple melodía.

Ya no se sentía extraño abrir mis ojos y ver mi vista siendo opacada por ese color tan vacío y a su vez, llamativo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya no se sentía extraño abrir mis ojos y ver mi vista siendo opacada por ese color tan vacío y a su vez, llamativo.

Al parecer, Franziska había llamado a mi consciencia. Aunque, también es posible que yo lo haya deseado. 

Si nuestras consciencias pueden elegir ver a otras, eso significa que también pueden elegir ir hacía ellas. O eso había entendido de su explicación. Pero no me molestaba. Estar ahí me daba una especie de paz mental única.  

—Oh, veo que eres un irresponsable, Sr. Colas. —Dijo Franziska, mientras observaba de pie a un recién despierto yo, en el suelo. —¡Lo peor es que no es la primera vez que te duermes en el trabajo!—

—Demasiado...Estrés...—

Murmuré con una voz ronca. La de ojos dorados se ríe de mi, y me ayuda a ponerme de pie. 

—¿Estás bien? ¿Necesitas algo?—

Había un aura cálida envolviéndola. Era eso lo que necesitaba ahora. 

—No, solo quiero relajarme un rato. —

—¿Relajarte?—Ella replica confusa—No entiendo como puedes querer sentirte tranquilo en un momento así. Es impresionante tu forma de ser, Sr. Colas. —

—¿Uhm?—

Ella se acerca un poco mas a mi rostro, y, con una mirada profundamente perturbadora, me susurra unas palabras.

—¿Olvidaste quienes te están observando ahora mismo?—

Un escalofrío recorre mi espina dorsal.

Era evidente que no lo habría podido dejar ir tan fácilmente. 

—N-no, ¡Jamás lo olvidaría! Pero... Tampoco hay mucho que yo pueda hacer. —

Ella se aleja de mi, abruptamente, y empieza a caminar en círculos alrededor mío. 

—Ese tipo de pensamientos e ideas hacen que tengas una vida mediocre, Sr. Colas. ¿Nunca has pensado en una alternativa simple y sencilla?—

Ella voltea a verme de reojo, dándome unos segundos para responder a su pregunta.  A la cual le agregué con otra

The Stars Shine At the Night Sky| PT. III | TLSWC |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora