XIV

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Después de una rápida recuperación, Aoi fue dada de alta del hospital. Eita, su amigo de la infancia, se encargó de ella y la llevó a casa.

—Gracias, Eita. Lamento las molestias que he causado —dijo Aoi con una sonrisa.

—No tienes que agradecerme nada. Al contrario, sabes que siempre puedes contar conmigo —respondió Eita mientras la abrazaba emocionado.

—Me alegra que estés bien —añadió.

—Sí, mi enfermedad se descontroló un poco, pero afortunadamente no fue tan grave como aquella vez.

—No recordemos eso, por favor. Ya pertenece al pasado —la animó, tomándola del hombro.

—Tienes razón.

Con cuidado, Eita levantó a la joven y la colocó en su cama.

—Por ahora, no deberás moverte mucho. Vendrá Runa también para ayudarte.

Aoi bajó la mirada, lo que sorprendió a Eita.

—¿Pasa algo, Aoi?

—Vendra. . . y él también. . . —murmuró la joven.

Eita no entendió del todo sus palabras, pero en ese momento, la imagen de Yamada apareció en su mente.

—Si hablas de Yamada, es probable que sí. . . —se sentó junto a ella—. Él fue quien más preocupado estuvo por ti.

—Eita, ya sabes que soy mayor…

—La edad no importa, Aoi —la interrumpió.

Tomó sus manos entre las suyas.

—No deberías preocuparte por lo que digan los demás. Si ambos se quieren, tal vez deberían intentarlo… ¿no crees?

Odiaba incomodar a los demás. Es cierto que no aparento mi edad, pero aún así. . .

—Yamada es un buen chico, supongo que ya lo sabes —le sonrió.

En ese momento, el timbre interrumpió la conversación. Eita se levantó para abrir la puerta y se encontró con Yamada, quien lo ignoró por completo y se dirigió directamente a Aoi, abrazándola con fuerza. La joven se sorprendió, al igual que Eita.

Definitivamente, Akito había cambiado gracias a Aoi. Aunque. . .

El castaño sintió un nudo en el pecho al observar la escena que se desarrollaba frente a él.

¿Es realmente necesario sentir este dolor?

Continuará. . .

ɪɴꜱᴛᴀɴᴛ ᴄʀᴜꜱʜ  ── 𝒀𝒂𝒎𝒂𝒅𝒂 𝑨𝒌𝒊𝒕𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora