XXI

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Buscaba la manera de explicarle a Yamada lo que estaba sucediendo, pero no encontraba el enfoque adecuado para abordar el tema.

Con la mano reposando delicadamente sobre su vientre, acarició su piel, consciente de que dentro de ella crecía el fruto del amor que compartían. Sin embargo, la sombra de la enfermedad se cernía sobre ella, alimentando un miedo profundo ante lo que podría venir.

La idea de quedar postrada en la cama le aterraba; no podía soportar la imagen de él y nuestro hijo sufriendo al verme en esa situación. Tenía claro que, si llegaba a fallecer, Yamada no quedaría solo.

Su mirada se alzó hacia el cielo azul que se vislumbra a través de la ventana del salón, esbozando una leve sonrisa que contrastaba con sus pensamientos agitados.


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El joven llegó a casa después de un agotador día en la escuela. Al abrir la puerta, lo primero que vio fue a ella, durmiendo plácidamente en el sofá. Dejó sus pertenencias sobre la mesa y se acercó a ella, dándole un tierno beso en la frente antes de cargarla suavemente en sus brazos y llevarla a la cama.

Siempre esperándome, mi amada Tsuki. Quizás si no hubiera hecho aquella llamada aquel día... tú y yo...

La acomodó con cuidado en la cama y la arropó con una manta, permitiéndole dormir un poco más. Entonces, su mirada se posó en la cena que había preparado, y algo más llamó su atención: un sobre que yacía sobre la mesa. La curiosidad se apoderó de él y decidió abrirlo para leer su contenido.

Al hacerlo, sus ojos brillaron de emoción al enterarse de que sería padre, aunque también comprendió que eso significaría enfrentar las consecuencias de la enfermedad de Aoi.

-Lo siento mucho, Yamada. . . -susurró ella.

Al escucharla, él se acercó rápidamente, sentándose a su lado y tomando su mano.

-No tienes que disculparte, amor. -Besó su mano con delicadeza-. Sé que esto es difícil para ti, pero tengo la certeza de que todo saldrá bien.

Ella sonrió y acarició la mejilla del chico con ternura.

-Te amo, Akito...

-Y yo a ti, Aoi.

La pareja se besó de manera romántica, y Yamada se acomodó en el pecho de la mujer, donde ambos se dejaron envolver por el sueño.

ɪɴꜱᴛᴀɴᴛ ᴄʀᴜꜱʜ  ── 𝒀𝒂𝒎𝒂𝒅𝒂 𝑨𝒌𝒊𝒕𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora