XIX

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Fue un hecho oficial: Yamada y yo nos habíamos convertido en novios. Eita nos felicitó a ambos, Rina ya lo sospechaba, mientras que Kamota no tenía idea, pero también se alegró por nosotros.

Sin embargo, la incertidumbre comenzaba a invadir poco a poco a la pelirroja, aunque Yamada, haciendo gala de su caballerosidad, le daba el espacio que necesitaba para asimilarlo.

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Esa noche, ella se encontraba en el departamento, preparando la cena. La puerta se abrió y apareció un Yamada algo cansado. Dejó su mochila sobre el sofá y se acercó a Aoi.

-Bienvenido a casa, Yamada -dijo ella, sonriendo.

El chico de cabello azabache la abrazó, besando sus labios y sonriéndole con ternura.

-¿Cómo te sientes? -preguntó, rodeando la cintura de la mujer con sus brazos.

-Bien, solo tengo un leve dolor de cabeza, pero todo en orden -respondió Aoi-. La cena estará lista pronto.

-Mientras tanto, iré a darme una ducha. . .

Le dio un beso en la mejilla y se dirigió a la habitación.

Solo quería hacerla feliz, ver esa sonrisa iluminando su rostro. Ese chico tan serio no sabía que entre ellos estaba surgiendo algo más profundo. . .

Comprendía que la vida le estaba brindando, una vez más, la oportunidad de amar y que, gracias a ello, había coincidido con el hombre de sus sueños.

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Después de la cena, Tsuki comenzó a recoger la mesa, pero de repente se sintió mareada. Yamada reaccionó de inmediato, atrapándola entre sus brazos.

-¿Te encuentras bien? -preguntó, colocando su mano en la frente de ella-. No tienes fiebre. . .

-Estoy bien, Yamada -respondió, acurrucándose en el pecho del alto.

-Déjame encargarme de la limpieza.

La abrazó y la llevó a la cama, mientras ella lo miraba fijamente, sonrojada. La recostó con cuidado y volvió a verificar si tenía temperatura.

-Disculpa, Yamada. . . -Aoi se mostraba consternada por lo sucedido.

El chico se acercó a ella, besándola con pasión, sorprendiendo a la pelirroja.

-Deberíamos ir a descansar, no quiero que recaigas de nuevo. . . -sugirió Yamada con preocupación.

Aoi asintió y juntos se dirigieron a la habitación, donde se acomodaron en la cama. Con un gesto delicado, Yamada apagó la luz, permitiendo que la suave luz de la luna envolviera el ambiente. Así, en ese mágico instante, ambos se entregaron una vez más a su amor.

ɪɴꜱᴛᴀɴᴛ ᴄʀᴜꜱʜ  ── 𝒀𝒂𝒎𝒂𝒅𝒂 𝑨𝒌𝒊𝒕𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora