Prólogo

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Kalos

Nunca pensé que volvería, pero aquí estaba, a punto de aterrizar en el planeta que forzó mi nacimiento para ser un esclavo. Mi raza fue creada para servir, para luchar en sus batallas, derramar nuestra sangre para defenderlos a ellos y sus intereses. Y lo hice, peleé como una fiera porque era para lo que había sido entrenado desde que tomé mi primera bocanada de aire. No solo debía ser un buen soldado, debía ser fiel, y sacrificar mi vida si me lo pedían.

Luché en sus ejércitos hasta que mis heridas me incapacitaron como soldado, al menos según ellos. Lo único que tenían que hacer era darme una prótesis que sustituyese el ala que perdí en ese último combate. ¿No merecía un guerrero experimentado y valioso un gasto como ese? Para ellos era una nimiedad. Pero no, era más fácil sustituirme por otro guerrero.

Mi orgullo se sintió dolido, lo suficiente como para no acatar la directriz que me condenaba a convertirme en mano de obra humana en una granja. Ellos saben que es más rentable usar máquinas para realizar ese trabajo, pero les gusta demostrar que siguen siendo nuestros dueños, que tienen el control de nuestro destino, de nuestra vida y de nuestra muerte. Y sobre todo, porque quieren alentar a los demás a darlo todo en el campo de batalla, mejor morir que acabar arando campos o recolectando frutas. E incluso allí, seguimos a las órdenes de un amo que nos dominará con un solo grito, que nos humillará en cada ocasión que tenga.

Para ellos somos un subproducto, seres inferiores que no merecemos tener derechos, y mucho menos tomar decisiones, nuestras propias decisiones.

Solo hay una vía de escape para los que acabaron como yo, y esa era encontrar un grupo de extranjeros a los que unirme. Y solo sabía hacer una cosa, pelear, así que solo podía unirme a un grupo de mercenarios, porque tampoco podía unirme a otro ejército. La principal directriz es luchar y morir por la casa violeta, traicionarla peleando para otra casa es como traicionar tu propia esencia, algo que nunca entraría en la cabeza de un ángel.

Al menos fue así hasta que apareció Nydia. La reina blanca me dio la posibilidad de volver a ser lo que fui, un guerrero. Pero no lucho por ella porque me haya dado el mayor regalo que alguien como yo pudiese desear, mis sueños nunca llegaron tan lejos, sino porque por primera vez en mi vida, he encontrado un noble por el que merece la pena morir, ella si merece mi sacrificio, aunque sé que jamás me lo pediría. Ella me ve como un igual, no como un ser inferior.

Y si causa, no solo es la mía, sino que ahora es la de todos.

Pero no estoy aquí por el resto de casas, sino porque ella les ha dado a los míos una nueva oportunidad, el abandonar esta vida de miseria y vivir en libertad en un lugar al que llamar hogar. Y si eso no fuese suficiente, a aquellos que lo deseen, la oportunidad de pelear a su lado. Ella no impone, ofrece, y te da la oportunidad de elegir.

Pero no voy a decirles a mis hermanos todo lo que pueden conseguir si luchan junto a mí en su ejército, ese es un regalo que solo merecen aquellos que voluntariamente se ofrezcan a venir conmigo y servirla. Ser bendecido es el mayor sueño al que un ángel puede aspirar, pero no quiero que ese premio corrompa la que debe ser una decisión libre y honesta. Aquellos que sean elegidos, aquellos que se entreguen voluntariamente, tendrán su recompensa. El resto, puede que les baste con tener una vida nueva, una vida de paz y libertad.

Yo estoy dispuesto a seguir luchando para proteger a esos hermanos y hermanas que decidan huir de nuestros opresores. Su riesgo es mi riesgo, y si ellos lo asumen, yo los llevaré a tierra segura.

La legión del Fénix - Estrella Errante 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora