Capítulo 26

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Eva

No es que una capa de viaje fuese lo más cómodo para presentarse ante el Tribunal, pero no tenía nada más en mi vestuario que pudiese llevar. Debería haber comprado algo de ropa mientras disfrutaba de una cuenta de gastos como reina Amarilla. En cuanto saliera de aquella sala, tendría que conseguirme ese tipo de cosas por mis propios medios. Menos mal que el transporte en el que habíamos llegado Silas y yo, nos esperaba para llevarnos de vuelta al Santuario.

Seguramente encontraría una forma de ser útil en el Santuario, y con ella, conseguiría pagar mi sustento. He adquirido algunos conocimientos en mi larga vida, que me serían útiles. Al menos, hasta que llegase el momento de ir a Adelfia, donde podría empezar una vida desde cero. Sabía que ellos me acogerían porque me habían hecho el ofrecimiento. Era hora de tomarlo.

—Pareces feliz. Eso significa que conseguiste lo que querías. —dijo Silas a mi lado, mientras entrábamos en la sala del Tribunal.

—Así es.

—Yo también tengo buenas noticias.

—¿Sí?

—La reina Blanca tiene un trabajo para ti cuando regreses, si es que lo aceptas. —Aquello solucionaba mi problema de manutención.

—Por supuesto que lo haré. A partir de hoy probablemente tenga mucho tiempo libre. —Silas me sonrió de forma cómplice.

—No creo que vayas a tenerlo. —Eso significaba que Nydia tenía previsto algo intenso para mí. ¿O quizás Silas intuía cuales eran mis planes con Kalos? Los cotilleos corren veloces en los lugares pequeños, y ni él ni yo habíamos tenido reparos en mostrar nuestra relación en público.

El Tribunal no es como algunas personas se imaginan. No sé a quién escuché que parecía más una reunión de negocios que un Tribunal propiamente dicho. Aquí se juzgaba, se emitían veredictos, pero todo se negociaba. Los miembros del Tribunal tenían que deliberar antes de emitir un veredicto, y en esas deliberaciones entraba el juego de la 'negociación' política.

—¡Vaya!, la noto muy rejuvenecida, Alteza. —dijo un sorprendido uno de los Tribunos.

—A mí también me sorprendió recibir esta bendición, pero no puedo decir que me sienta mal por ello.

—Es un placer contar con su presencia, Alteza. —saludó finalmente con la fórmula habitual el vocal principal del Tribunal.

—Tribuno Newani. —saludé con cortesía.

Nos sentamos cada uno en su lugar, yo en la cabecera de una mesa ovalada, con Silas a mi derecha, y el Tribunal en el otro extremo, con el vocal principal justamente frente a mí.

—¿Y bien?, ¿Cuál es el motivo de convocarnos hoy? —Newani fue directo al grano, como se esperaba de un tecnócrata, era una persona práctica.

—Es mi deber comunicarles que mis circunstancias personales han cambiado. Sé que mi pertenencia a la Orden empujó mi candidatura a la corona, y como esa circunstancia ha cambiado, están en su derecho de revocar mi nombramiento. —Respiré profundamente, no para prepararme para lo que iba a ocurrir, sino porque había estado conteniendo la respiración por demasiado tiempo, y acababa de soltar todo lo que tenía dentro, me había vaciado, y había llegado el momento de respirar de nuevo.

—El Prelado Supremo de la Orden me lo notificó hace unos momentos, al mismo tiempo que solicitaba su recusación en el cargo de reina. —No había perdido el tiempo en notificarlo al Tribuno de los asuntos eclesiásticos.

—Supongo entonces que el consejo votará nuevamente. Antes de que busquen a otro candidato, me gustaría proponer...

—No he dicho que vaya a tramitar esa solicitud. —Interrumpió el Tribuno Semper.

La legión del Fénix - Estrella Errante 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora