[ t r e s ] - Declaración de guerra.

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꧁ M O N I Q U E ꧂

El desayuno me sabe a gloria y quizá porque no tengo permitido cenar más que una manzanita, por eso del patinaje y la dieta que me exige seguir mi mamá. Picoteo la comida mientras pienso en qué me hará hacer el día de hoy la mujer sentada frente a mí, estoy a punto de levantarme para ir a preparar mis cosas para irnos a la pista, cuando mi padre entra al comedor.

—Buenos días —Boris D'Angelo es un hombre alto, cabello negro peinado hacia atrás y delgado. Parece mucho más joven de lo que es y siempre tiene una sonrisa en su rostro, bueno, al menos las pocas veces que puedo verlo antes de que se vaya a trabajar.

—Hola, cariño —responde mamá, papá se acerca a ella dejando un sonoro y prolongado beso en su mejilla, ella sonríe como una niña cuando él la envuelve en un abrazo. Mamá lo adora y eso siempre ha sido claro. De repente la imagen de Heidi y Tom aparece en mi cabeza, siendo igual de cariñosos y queriéndose tal y como lo hacen mis padres.

Después él se acerca a mí y me da un beso en la cabeza, sonrío cuando se sienta con nosotras en la mesa. Han pasado tres días desde que no lo veo y eso que vivimos en la misma casa.

—¿Qué tal todo? —cuestiona con curiosidad mientras sirve un poco de jugo en su vaso—. ¿Hoy van a la pista?

—Sí, en dos semanas se abren las inscripciones y queremos estar un paso adelante de los demás competidores. ¿Verdad, Monique? —asiento ante todo lo dicho, pero así mismo, mi silencio atrae la atención de papá.

—¿Y la escuela?

—Bien, tengo un examen importante este miércoles y estoy un poco nerviosa, pero todo bien —es mentira. No hay ningún examen, pero esto me servirá más adelante para convencer a mi mamá de cancelar el entrenamiento.

—Mucha suerte, hija. Eres muy inteligente, sé que podrás con todo —su sonrisa me devuelve un poco de vida, así que, asiento con felicidad—. Hoy no podré venir a comer, pero quizá nos veamos en la cena porque les tengo una buena noticia.

—¿Qué es?

—No me gustan las sorpresas, Boris —advierte mamá, pero la carcajada de mi padre le hace saber que no es nada malo.

—Pero te aseguro que esta te va a encantar, mi amor.

Subo la ventanilla del auto mientras llamo al teléfono de Nessa porque necesito hablar con alguien, pero definitivamente no puedo hacerlo con Leni. Confío en Brown lo suficiente como para no preocuparme porque vaya a contarle algo a mis papás, así que, sólo intento hablar un poco más bajito.

—No estoy —responde incluso antes de que pueda decirle algo.

—Bueno, gracias.

—¡Es broma! ¡Es broma! —escucho su risa del otro lado del teléfono—. ¿Qué sucede?

—Tenías razón, hace dos días iba a hacer algo de lo que posiblemente me arrepentiría luego.

—¡¿Qué hiciste?! —tengo que separar el teléfono de mi oreja porque su grito puede que haya roto mi tímpano. Me seguro por última vez de que Brown no me esté poniendo demasiada atención.

Mozzafiato. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora