Mozzafiato. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」

[ t r e c e ] - Secreto, secreto, secreto.

꧁ T O M ꧂

Anoche fingí quedarme dormido en el sofá solo para evitar dormir en la misma cama con Heidi. Hasta ahora ella no ha sospechado nada, aunque últimamente tiene la costumbre de preguntarme a dónde voy cada que salgo. Me he estado preguntando quién es el hombre con el que se ve, no porque me interese, sino porque saberlo y encontrar pruebas me pueden servir para separarme de ella.

Separarme de Heidi.

Dios, si hace algunos meses me hubiesen dicho que iba a querer divorciarme de la mujer con la que siempre quise estar, yo los habría llamado locos y hubiera reído hasta desmayarme. Ahora, es algo que veo necesario hacer. Heidi es guapa, pero no es Monique. Con su sonrisa traviesa, ojos coquetos y la forma insinuante con la que suele hablarme. Intenté sacar algo de información sobre Monique con Leni, pero ella se limita a contarme cosas que ya sé y cuando hablamos sobre sus padres cambia de tema demasiado rápido. Eso, más la muy extraña escena que tuvieron Alessio y su madre en la celebración por el trabajo de Heidi, me hace pensar que definitivamente no tienen una buena relación. Algo triste, porque Boris parece un padre divertido.

Para nuestra segunda clase de piano, he decidido que vamos a hacer todo menos tocar piano, dado que no creo que necesite aprender algo más. Estoy impaciente, sí. Pero decepcionado porque Heidi y Leni están en casa, y al parecer no tienen intención de irse a pasear por ahí. Todo va para peor cuando veo el auto, ahora bastante conocido, de Alessio y Monique baja con una expresión irritada, el mismo chico rubio de la última vez asoma la cabeza por su ventanilla y le lanza un beso al aire discretamente. Aprieto la mandíbula, para evitar salir de la casa y decirle algo de lo que podría arrepentirme luego. Alessio no continúa su camino como imaginé que haría, su auto se estaciona en uno de los lugares libres y los dos chicos se dirigen entre risas hacia la misma dirección que Monique, es decir, hacia la entrada.

Me quedo sentado en el banco frente al piano, alejándome de la ventana hasta poder escuchar con claridad como todos se saludan y preguntan acerca de sus días. No tengo ganas de bajar y hablar con ninguno de ellos, aunque Alessio me recuerda mucho a mí cuando era más joven y nuestras conversaciones son muy entretenidas. Después de algunos minutos escucho un par de zapatos golpeando el suelo de mármol, debe ser Monique y debe estar usando zapatillas porque sus pisadas resuenan por los pasillos por el ruido característico del tacón.

He caído ante el mayor pecado de todos, la lujuria. Monique ha estado en mi mente desde el primer día que la vi, aunque los primeros minutos me convencí a mí mismo que solo era curiosidad. Porque había una pequeña luz alumbrándonos y porque sus labios parecían cerezas desde el ángulo en el que estaba yo.

Cuando la puerta se abre mi corazón late frenéticamente contra mi pecho. Monique aparece con una media sonrisa y me mira de arriba abajo, evaluándome tal vez. Cierra la puerta y me doy cuenta que ella tampoco tiene en sus planes que hagamos mucho porque no coloca el pestillo.

—Señor Kaulitz —el apodo envía fuertes ondas magnéticas por todo mi cuerpo y me pongo de pie como si hubiese sido una orden. Me siento tan estúpido. Realmente estúpido—. Tanto tiempo.

—Una eternidad —murmuro, ella esconde en sus labios rojizos una risa, doy una mirada rápida detrás de ella para cerciorarme que nadie pueda estar espiando.

—¿Qué vamos a ver en nuestra clase de hoy? —pregunta, lanzando su bolsa al sillón verde y cruzando sus pies luciendo casi inocente.

—Podrías empezar por decirme qué hace la versión pobre del príncipe encantador aquí —me ignora. Esperaba algo de contacto físico, pero está claro que a Monique le da mucho miedo tocarme cuando Leni está cerca. Aunque eso se le olvidó cuando estábamos en el baño de esa fiesta y mi lengua estaba en ella—. Te hice una pregunta.