CAPÍTULO 23

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Martes 19 de noviembre

"Creo que deberíamos cabalgar hacia el resto de la estancia hoy", le dije a Bingley esta mañana.

"Luego, tal vez", dijo. "Pienso dirigirme a Longbourn esta mañana para preguntar sobre la salud de Miss Bennet".
"Sólo la viste antes de ayer", le remarqué con una sonrisa; Bingley preso de uno de sus coqueteos es de lo más divertido.
"Lo que significa que no la vi ayer. Es tiempo de corregir mi negligencia!" replicó, imitando mi tono. "¿Vendrás conmigo?"
"Muy bien", dije.

Un momento después me arrepenti, pero es que estaba irritado conmigo por mi cobardía. Seguramente puedo sentarme con Miss Elizabeth Bennet por diez minutos sin caer en una cierta atracción, y además, no había certeza de que iba a verla. Bien podría estar fuera de su casa.

Salimos después de desayunar. Nuestro camino pasaba por Meryton, y vimos al objeto de nuestro viaje en la calle principal. Miss Bennet estaba tomando aire con sus hermanas. Nos miró al oír los cascos de nuestros caballos. "Me dirigía a ver cómo estaba Usted, pero ya puedo ver que está mucho mejor. Me alegro de ello", dijo Bingley, tocando su sombrero.
"Gracias", dijo ella, con una sonrisa fácil y encantadora. "Ya no está pálida, tiene algún color en sus mejillas".
"El aire fresco me ha hecho bien", dijo.

"¿Caminaron por Meryton?" preguntó él.
"Si".
"¿No estará Usted cansada, espero?" agregó él frunciendo el ceño.
"No, se lo agradezco, el ejercicio fue bueno. He pasado tanto tiempo adentro de casa que me alegra poder salir de nuevo".
"Siento exactamente lo mismo. Siempre que estoy enfermo, no puedo esperar a estar fuera de casa tan pronto como me sienta lo suficientemente bien".

Mientras ellos continuaban de esa forma, con Bingley mirando feliz cómo Miss Bennet había escapado de la maldición del tifus más que de un simple resfriado, yo conscientemente evité mirar a Elizabeth. En su lugar, dejé divagar mi vista sobre el resto del grupo. Vi a las tres muchachas Bennet menores, una de ellas llevando un libro de sermones y a las otras dos a las risitas entre ellas, y a un joven de aspecto torpe que no había visto antes. Por su vestimenta era un clérigo, y parecía estar muy atento hacia las damas. Estaba reflexionando que tal vez su presencia explicaba por qué Mary Bennet llevaba un libro de sermones, cuando recibí una sorpresa inesperada, en realidad un shock terrible. A un costado del grupo había dos caballeros más. Uno era Mr Denny, un oficial a quien Bingley y yo ya habíamos conocido. El otro era George Wickham. ¡George Wickham! Ese hombre detestable, quien traicionó la confianza de mi padre y casi arruina a mi hermana! Verme forzado a encontrarlo de nuevo, en este momento y en este lugar... fue espantoso.

Pensé que había terminado con él, pensé que nunca tendría que verlo de nuevo. Pero allí estaba, hablando con Denny como si nada le reocupara en el mundo. Y supongo que no, porque nunca le ha preocupado nada en la vida, más que él mismo.
Volvió su cabeza hacia mí. Sentí palidecer, y lo vi enrojecer. Nuestros ojos se encontraron. Ira, disgusto y desprecio dispararon los míos. Pero, recuperándose rápidamente, una impertinencia detestable dispararon los de él. Tuvo la audacia de tocar su sombrero. ¡Tocar su sombrero! ¡A mi!, Me habría dado vuelta, pero tengo demasiado orgullo para hacer una escena, y me obligué a devolver su saludo.

Sin embargo, mi cortesia fue en vano. Echando un vistazo a Miss Elizabeth Bennet por el rabillo del ojo, vi que ella había notado nuestro encuentro, y que no se había engañado ni por un instante. Ella supo que algo estaba muy mal entre nosotros. "Pero no debemos entretenerlas", oí decir a Bingley.
Senti, más que ver, que se volvía hacia mí. "Vamos, Darcy, debemos continuar".
Yo estaba demasiado ansioso por seguir su sugerencia. Nos despedimos de las damas y nos fuimos cabalgando.

"Ella se siente mucho mejor, y cree que está completamente bien de nuevo", dijo Bingley. No respondi. "Se veía muy bien, creo", dijo Bingley. De nuevo, no respondí.

"¿Algo está mal?" preguntó Bingley, finalmente captando mi humor.
"No, nada" dije

"Nada de eso, Darcy, no es así. Algo te ha preocupado". Pero no se lo explicaré. Bingley no sabe nada del problema que tuve con Wickham este verano, y no quiero que lo sepa. La insensatez de Georgiana podría dejar una sombra en su reputación si se supiera, y estoy determinado a que Bingley no escuche nada de eso.

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