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Jueves 14 de Agosto.

Me reuní con Wickham en mi club y las negociaciones comenzaron. -Debes de casarte con ella- le dije cortante.
-Si hago eso, perdería la oportunidad de hacer mi fortuna mediante el matrimonio.
-La has arruinado- dije -¿Eso no significa nada para ti?

Cruzó un tobillo sobre otro y se recostó en la silla - Ella misma se arruinó- dijo. Un camarero pasó, y él pidió un whisky. No reaccioné, sabiendo que sólo deseaba molestarme.

-¿Cuánto debes? - le pregunté, yendo directamente al meollo del asunto.

-Varios cientos de libras.

-Si eso es cierto o no, no puedo saberlo, pero lo sabré pronto. Si le das tus cuentas a mi contable, él las pagará por ti. A cambio, te casarás con Lydia.

-Vamos, si estás tan ansioso de verla casarse, ella vale mucho más que eso. ¿Es Miss Bennet quien ha acaparado tu atención, o es la linda Elizabeth?.
-Estoy haciendo esto por mi propia conciencia- le dije.

Se rio en mi cara.

-Ningún hombre va tan lejos para aliviar su propia conciencia. Déjame adivinar. Es La hermosa Jane Bennet. Con su naturaleza dulce. Sería una esplendida adquisición para Pemberley. Te felicito, Darcy.

-No tengo ninguna intención de casarme con Miss Bennet.
-Entonces es Elizabeth.

No dije nada, pero debió de haberlo adivinado por mi expresión.
-¡Ah! ¡Acerté! Su vivacidad te ha atraído. Nunca lo hubiera pensado. Eres tan ceremonioso, Darcy, pero dicen que los opuestos se atraen.

Él tenía la ventaja y estaba disfrutando en utilizarla.

-Ten cuidado- le adverti. -Haré mucho para salvar a Lydia Bennet de su desgracia, pero estás yendo muy lejos; en vez de pagar tus deudas y algo más, te encontraras perseguido por todos tus acreedores en Brighton, y tal vez el ejército, pues les daré a todos tu dirección.
-Puedo ir a Bath, o a Lyme, al distrito de los Lagos- dijo -No tengo por qué vivir aquí.

Sin embargo, podía ver que ya no tenía ganas de seguir con su juego.

-Entonces hazlo-dije, respondiendo a su engaño. Me levanté y camine hacia la puerta.-

Espera- dijo. Me detuve.

-Me casaré con ella

-Bien- me volví a sentar

-Por treinta mil libras

-¿Qué?-exclamé.

-Es la suma que hubiera tenido por Georgiana. Controlé mi furia con dificultad.
-No te daré nada por el estilo.
-Muy bien, entonces, veinte mil.
Me levanté y me fui del club. Regresará pronto. No tiene a donde ir. No me complace verle, pero saber que ésto aliviara los temores de Elizabeth me recompensa por cualquier problema o pérdida de tiempo que tenga, y espero que, antes de mucho tiempo, la vea feliz nuevamente.

El diario de Mr. Darcy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora