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Jueves 7 de Agosto.

El señor Gardiner llegó temprano esta mañana y lo llevé colina abajo hacia el rio, junto con algunos de mis otros invitados. Tiene conocimientos de pesca, y le presté una caña de pescar para que pudiera probar su suerte en atrapar algo. Mis otros invitados habían traído las suyas. Estaba por unirme a ellos cuando un comentario del señor Gardiner me hizo cambiar de parecer.

-Fue muy cortés por parte de su hermana el visitarnos ayer, Mr Darcy. Mi esposa y mi sobrina estaban muy sorprendidas por tal atención- dijo -Estaban decididas a devolverle dicha atención esta mañana.
-Es muy amable de su parte- dije, cuando pude dominar mi sorpresa.
-No quieren ser faltas de ninguna atención.
-Espero que disfruten su pesca- les dije a los caballeros.-Si me disculpan, debo volver a la casa.

Mis invitados murmuraron despedidas, asumiendo que tenía algún asunto de negocios que atender, pero vi la mirada de comprensión en el rostro del señor Gardiner.
Él lo sabía. No estaba sorprendido. No había tomado ninguna precaución en guardar mis sentimientos cuando visité a su sobrina. No pienso fingir una falta de interés. Regresé a la casa y entre al salón. Mis ojos fueron directamente a Elizabeth. Sabía instantáneamente que ella pertenecía a este lugar. Mientras la miraba, visualice un futuro, un futuro en el que veia a Elizabeth y a mi viviendo en Pemberley. Lo deseaba más que cualquier cosa, y sólo puedo tener esperanzas que ella quiera lo mismo.

-Miss Bennet, Señora Gardiner, es muy amable de su parte el devolver la visita a mi hermana tan pronto- dije.
-Oh, sí, muy gentil- dijo Georgiana, ruborizándose-No lo esperaba.
-No podíamos actuar de otra manera, después de su amabilidad en darnos la bienvenida -dijo la Señora  Gardiner a Georgiana. Georgiana se ruborizó nuevamente, pero solo tenía ojos para Elizabeth. Su mirada se encontró con la mía. Desvió la mirada, avergonzada, y aun así pensé ver una aceptación en
sus ojos antes de que se girara.

Caroline y Louisa estaban sentadas silenciosamente, sin hacer ninguna contribución a la conversación y dejando a Georgiana sola para realizar los deberes de una anfitriona. La Señora Annesley la ayudó, diciendo a Elizabeth-Los jardines de Pemberley son muy hermosos, ¿creo que los vio hace unos días?.

-Si, disfrutamos mucho pasear por ellos- dijo Elizabeth-Los arboles son muy hermosos.
Miró hacia la ventana, a algunos ejemplares.
-Esos árboles son castaños españoles- dijo Georgiana dulcemente, complacida de poder hacer una contribución a la conversación.
-¿Han estado ahí mucho tiempo? - preguntó Elizabeth, girándose hacia ella, alentándola.
-Oh, sí, son muy viejos.

Georgiana se volvió hacia mi buscando mi aprobación y le sonreí. No tiene mucha experiencia recibiendo a invitados, y ninguna en recibir a personas que no conoce, pero se ha adaptado muy bien.
Caroline evidentemente pensó que había permanecido en silencio suficiente tiempo.

-Digame, Mis Eliza, ¿los soldados no han sido movidos de Meryton? Debe de ser una gran pérdida para su familia- Nunca la había escuchado hablar con tanto veneno. Sus comentarios sarcásticos eran expresados con una pequeña sonrisa, pero hoy no había nada alegre en ellos, y me di cuenta por primera vez de lo venenosa que Caroline puede ser. Vi a Elizabeth angustiarse. Centenares de recuerdos llenaron mi mente. Mis propios comentarios poco generosos relacionados con sus hermanas menores; su rostro al acusarme de arruinar a Wickham; mi furiosa respuesta; y mi carta.
Me senti mal por ella, pero no necesitaba mi ayuda en repeler el ataque. Después de un momento de angustia, respondió:

-Siempre es triste perder la compañía de gente inteligente y bien educada. Hay algunos que entran en un vecindario con la intención de burlarse de todo lo que ven, o con la intención de formar falsas amistades para pasar el rato, y no tienen ninguna consideración de sus sentimientos una de vez se han ido, de los que se quedaron. Pero fuimos afortunados con los oficiales. Eran corteses y bien educados. Nos procuraron placer cuando estuvieron con nosotros, y no dejaron más que recuerdos placenteros detrás suyo.

Atrapé la mirada de Elizabeth y sonreí. Caroline fue silenciada, y mi hermana fue aliviada de la vergüenza que había experimentado cuando las palabras de Caroline le recordaron a George Wickham. Estaba liberado de un gran agobio. Por su conducta calmada creo que la admiración de Elizabeth hacia Wickham había terminado.

La visita llego a su fin, pero no pude soportar el dejar a Elizabeth irse.
-Debe permitirme acompañarla al carruaje- le dije, mientras la Señora Gardiner se levantaba para irse.
-Gracias- respondió.

Caminé con ellas, agradecido por la oportunidad que me daba de estar con Elizabeth. Su tía caminó un poco más adelante, para que pudiera hablar a solas con ella.

-Espero que haya disfrutado su mañana.
-Si, gracias, lo he hecho.
-Espero verla otra vez aquí.

Habíamos llegado al carruaje, y no podía decir más. Pero mis sentimientos estaban en mi mirada. Ella se sonrojó, y bajó su mirada, con confusión, espero. Hay aun algo de incomodidad entre nosotros, pero ya pasará, y entonces descubriré si sus sentimientos siguen siendo los mismos que en Pascua.

Ayudé a subir al carruaje a la Señora Gardiner. Después a Elizabeth, y el carruaje se fue. Nunca sospeché cuando llegué a Pemberley que encontraría tantas cosas de mi interés. Pronto tendría a una nueva señora, esperaba. Miré al otro lado de las amplias colinas e imaginé a mis hijos yendo colina abajo hacia el río a pescar. Miré hacia la casa y vi a mis hijas regresando de un paseo, sus faldas cubiertas de barro. Si estuviera seguro de que eso pasaría, sería muy afortunado, en verdad.

Estaba poco dispuesto a regresar al salón, pero sabía que debía hacerlo. No podía dejar a Georgiana sola con Caroline y Louisa. No habían hecho nada para ayudarla durante la visita de Elizabeth, y en cambio no hicieron más que angustiarla. Si era posible invitar a Bingley a Pemberley sin sus hermanas, lo haría gustosamente.

-Que mal se veía Miss Eliza Bennet esta mañana- dijo Caroline, tan pronto como entre a la habitación-Se ha puesto tan quemada y tosca. Louisa y yo acordábamos que no la hubiéramos reconocido.

Estaba claro que los comentarios de Caroline estaban inspirados por los celos. Me había preguntado, en ocasiones, si ella se imaginaba como la siguiente Señora Darcy, pero siempre lo negaba. Ahora estaba seguro de ello. Estaba dispuesto a no dejar que sus comentarios de mala naturaleza arruinaran mi felicidad.

-No vi nada diferente en ella, excepto que estaba algo bronceada, nada inusual al haber estado viajando en verano.
-Por mi parte- prosiguió maliciosamente-debo confesar que nunca vi ninguna belleza en ella.

Mientras seguía criticando la nariz, el mentón, la figura y los dientes de Elizabeth, me molestaba más y más, pero no dije nada, incluso cuando dijo-Y en cuanto a sus ojos, que algunas veces han sido llamados bellos, nunca pude percibir nada extraordinario en ellos- Me miró retadoramente, pero permanecí en silencio.

-Recuerdo especialmente una noche, después de que ellos cenaran en Netherfield, usted dijo: -¡Ella una belleza!. Primero llamaría a su madre un genio.

-Si- repliqué sin poder contenerme más tiempo-Pero eso fue cuando empecé a conocerla, porque hace ya muchos meses que la considero como una de las mujeres más bellas que he visto- Y entonces, salí de la habitación.
La impertinencia de Caroline sobrepasa todo limite. Si no fuera la hermana de Bingley, le diría que se fuera. ¡Insultar a Elizabeth enfrente mio! Ella debe de estar inundada por los celos.

Pero no puede quitarme mi felicidad. Amo a Elizabeth. Ahora sólo falta ver si Elizabeth me ama.

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