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Sábado 20 de Septiembre

El señor Bennet no nos visitó nuevamente ayer, y esta mañana Bingley decidió ir a visitar Longbourn.

"Ven conmigo Darcy," dijo. Convenciéndome de que iría con él solo para ver si Miss Bennet aún tenía algún interés en él, acepté, pero mi verdadero motivo era ver a Elizabeth. Estaba ansioso por verla como Bingley lo estaba por ver a su hermana, estaba tan nervioso como él. Partimos. Bingley estaba callado, y yo también, perdido en mis pensamientos, preguntándome como sería recibido. Si Elizabeth me culpaba por ser la causa de la ruina de Lydia no podía culparla, y sobre todo porque ella no sabía que había ayudado para resolver el problema. Había estado especialmente preocupado porque no lo supiera. No quería su gratitud. Si
había desarrollado algún sentimiento afectuoso hacia mí, quería que fueran por más. amor, y nada mas.

Llegamos. Los sirvientes nos llevaron adentro. Inmediatamente vi a Elizabeth bajar su mirada, avergonzada, y se ocupó de su labor de aguja. ¿Qué significaba eso? Ojala lo supiera. ¿Significaba que estaba consciente de la rareza de la situación, o no podía soportar mirarme? -Oh, Mr Bingley!- exclamó la señora Bennet, levantándose con una sonrisa. -Qué placer es verlo de nuevo en Longbourn. Como lo hemos extrañado. ¡Nos dejó muy apresuradamente el año pasado que no tuvo tiempo de decirnos adiós! ¿Espero que no esté pensando en dejarnos otra vez tan rápido?

-No, espero que no.-dijo Bingley, mirando a Miss Bennet.
La observé sonreír, y bajar su mirada. Ella, al menos, era fácil de leer, y estaba claro que las esperanzas de Bingley no serían decepcionadas.

-Y Mr. Darcy,- dijo la señora Bennet con un tono malhumorado, volteando hacia mí. No le preste atención a su humor, y me fue difícil creer que hace algunos meses lo había pensado suficiente razón para no proponérmele a Elizabeth. ¿Que importaba si su madre era tonta y vulgar? No quería casarme con la señora Bennet.

No pude tomar asiento al lado de Elizabeth, sus hermanas menores tomaron ese lugar, pero le pregunté cómo estaban su tía y tío. Respondió cortésmente, pero entonces volvió su atención a su labor. Por fuera estaba calmado. Por dentro, era todo lo contrario, pero no podía hacer nada. No estaba tan cerca de Elizabeth como para continuar la conversación sin parecer algo particular, y que le diría, bajo la mirada de su madre, ¿de lo que quería decir? Para distraer mis pensamientos, mire a Miss Bennet y me pregunté cómo no había visto su parcialidad hacia Bingley el año pasado. Los sentimientos que ella sentía por él estaban en cada movimiento, cada expresión, cada mirada y cada sonrisa. ¿Me había cegado, esperando casar a Bingley con Georgiana? No lo había pensado entonces, pero ahora me daba cuenta que lo había hecho.

Miré otra vez a Elizabeth, deseando poder leer sus pensamientos. Después de un rato, ella dijo: -Miss Darcy se encuentra bien, ¿espero?

-Si, gracias.- respondí, complacido de escuchar el sonido de su voz. No hubo oportunidad para nada más. Su madre empezó a hablar de la boda de Lydia. Elizabeth no volteaba. ¿Sabía que yo estaba involucrado? No, estoy seguro que no lo sabía. Los Gardiners me habían jurado secrecía, y sabia que no me traicionarían. Su confusión provenía del mismo tema, conociendo mi relación con Wickham.

-Es algo maravilloso, el tener una hija bien casada,- dijo la señora Bennet, un comentario que me hubiera disgustado algunos meses antes, pero que ahora no tenían ningún efecto. No me importaba la señora Bennet. Dejadla ser la mujer más tonta en la cristiandad si ella lo deseaba. Eso no me prevendría de casarme con Elizabeth, si ella me aceptaba.

La señora Bennet continuo hablando sobre Wickham, diciendo que había entrado en el ejército, y agregando: -¡Gracias al cielo! Él tiene algunos amigos, aunque no tantos como mereciese.- El rostro de Elizabeth se puso completamente rojo, y sus ojos brillaban con mortificación. ¡Como deseaba ayudarla! Mientras pensaba como hacerlo su color natural volvió.

Después levantó su cabeza y habló -¿Piensa quedarse en el campo, Mr Bingley?- ella preguntó.
Deseé ser Bingley en ese momento, para ser al que le hablará. ¿Por qué favorecía a mi amigo? ¿Por qué no me miraba? ¿Acaso no lo deseaba? Estaba destrosado.
Al fin, la visita llegó a su término. Me hubiera quedado todo el día si pudiera, pero era imposible.

-0Me encantaría que viniera a cenar con nosotros el Martes, Mr Bingley- dijo la señora Bennet mientras nos levantábamos. Volvió sus ojos fríos hacia mí, añadiendo despectivamente: -Y usted también, Mr Darcy.

¿Y qué me importaban sus malos modales? Vería a Elizabeth otra vez... La próxima reunión me dirá si acaso ella siente algo por mi, si ella pueda perdonar mis horribles errores que he cometido hacia su familia, y si acaso puede amarme. Me encontraré en tormento hasta entonces.

El diario de Mr. Darcy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora