Parte 46

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Daemon soñó muchas veces con un reencuentro.

Sabía se equivocó demasiadas veces, y Criston eventualmente pensó sería mejor si permanecía con Harwin. Daemon daría todo por haber hecho algo diferente, y haber visto crecer a su hijo.

Sin embargo, cuando descendió junto al cabello que cabalgaban Alys y Criston, encontrandose con la mirada del omega, no hubo palabras a pesar de los fuertes latidos del corazón y el estómago agitarse. Quería decir tantas cosas, pero todo parecía atorarse en su garganta, sin palabras como si volviera a ser el caballero que se encuentra con un omega especial en plena justa, y se distrae admirandolo.

Desde arriba de su dragón, vió Criston alzaba su mirada hacía él, y posaba sus ojos oscuros llenos de nostalgia y sorpresa al reencontrarse de ese modo.

Daemon notó su cabello era más largo hasta los hombros como acostumbraban en la casa Strong, y usaba prendas de cuero. Sus pantalones y camisas más propios de un alfa que de un omega no cambiaban.

Desviando la vista al lado, Criston contuvo la respiración y dijo: ¿Has visto a Gaius Strong? Mi hijo.

“Mi hijo”, repitió mentalmente Daemon con amargura.

Daemon: ¡NUESTRO hijo está mal, los imbéciles cabellos de trapeador lo han-!

Alys: Envenenado, sí, lo ví en el fuego. ¡Llévame hasta allá, quizá pueda salvarlo!

A pesar estaba frente a un dragón, y un jinete el cual ella engañó hace muchos años ocultando que escondía a Criston Cole en Harrenhall cuando fué a buscarlo en ese sitio antes de ocurrir el matrimonio entre el Omega y su hermano, Alys no mostró miedo y le ayudaron a subir por las cuerdas de Caraxes mientras Daemon calmaba a su dragón. Sólo tenía dos monturas, entonces el omega tuvo que quedarse atrás a seguir cabalgando.

En unos minutos, estaban en la fortaleza roja y Daemon temió lo peor al ver los guardias bajaban las cabezas una vez él les pasaba de largo. La anterior agitación ahora era una quietud casi fúnebre, e incluso Alys se volvió inexpresiva entendiendo la mortal posibilidad. Nunca antes estuvo en la fortaleza roja, sus hechizos dependían enormemente del sacrificio y los rituales que acostumbraba seguir en tiempos uniformes dentro de su hogar. Así que siguió prácticamente talón con talón al príncipe, respirando agitada por la velocidad con la que corría el otro alfa.

Llegaron a una habitación donde estaban dos maestres mirándose a la cara, e intentaron decirle algo a Daemon pero éste los ignoró y entró sin contemplación.

A los pies de la cama estaba Jacaerys con la mirada pérdida, y su rostro húmedo por las lágrimas que caían sin par, mientras colocaba la espada de Gaius entre las manos del dueño, y las dejaba entrelazadas sobre su arma a la altura del vientre. Harwin estaba con la cabeza golpeando la pared, golpeando fuertemente la superficie sólida dejando un rastro de sangre.

Daemon: No, no...

Sus pasos adquirieron mayor fuerza, y a grandes zancadas llegó hasta la cama, abrazando los hombros de su hijo lo levantó y acomodó la cabeza del menor en su pecho, revisando su pulso quieto y respiración inexistente. La sangre descendía por la boca de su hijo, y su cuerpo estaba lleno de marcas rojas. Pero se negó a aceptarlo o pensar en la verdad tanteando en busca de una esperanza que le diera una señal de vida.

Los maestres y Alys vieron cómo movía el cuerpo inerte, apesadumbrados.

Gran maestre: Su alteza, murió apenas unos minutos luego que usted saliera.

Daemon: ¡ES MENTIRA!

Harwin gritó: ¡Él se fué! “Quitó a Gaius de los brazos de Daemon, y apretó la camida del platinado mirándolo con extrema cólera” ¡¿Por qué diablos no te diste cuenta a tiempo?! ¡Se pudo haber salvado! ¡Mi hijo estaba en tu estúpido caballo atrás de tí, ¿Y no viste nada?!

Daemon: ¡“MI HIJO”! ¡Cierra la maldita boca, yo te lo confié y no notaste se fué de Harren-!

Jacaerys dijo com voz ronca: ¡Ya cierren la boca! ¡No entiendo cómo Gaius es hijo tuyo, Daemon, pero sí es así deberías ser quien más muestre respeto ante su cuerpo!

El platinado apretó los dientes, y sus brazos cayeron a los costados de su propio cuerpo. Alys finalmente encontró seguro acercarse, y vió atentamente el estado de quien aún consideraba su sobrino.

Alys: Quizá pueda traerlo de vuelta “Los demás voltearon a  verla bruscamente, expectantes” Pero a un precio muy alto. Y no será por mucho tiempo.

Daemon adoptó una expresión fría: Haz lo que sea necesario.

Alys: Alguien de su sangre directa debe dar la mitad de lo que resta de su vida. Príncipe, puedo tomar quince años suyos, pero eso sólo le dará cinco o diez años  vivo. Además, no podré volver a ocultar sus rasgos valyrios.

Harwin: ¿Sólo cinco o diez años? ¿Sólo puede ser una persona de sangre directa? 😞. Gaius, él... Merece tener una larga vida.

Alys suspiró, tomando una de las manos de su hermano, y Daemon suspiró resignandose.

Daemon: No retrocedo.

Alys: No he terminado. La vida se basa en la mera existencia, sólo será un cascarón vacío respirando, y ya una vez lo traje de vuelta. Deberá también sacrificar algo igual de valioso si quiere Gaius reviva.

Daemon alzó una ceja: ¿Qué?

Alys bajó el tono de su voz, arrastrando las palabras: Su dragón, Caraxes.

El platinado frunció el ceño, gruñendo, y miró a su hijo. Lo pensó durante un momento, bajo la vista expectantemente desesperada de Harwin, y la ansiosa expresión de Jacaerys, entonces el príncipe se sentó junto a su hijo pensando en el día que reclamó a Caraxes a pesar todos le repetían era un dragón difícil de domar. Su batalla en los peldaños de piedra, el primer vuelo, y la sensación de estar completo sólo cerca de Caraxes. De algún modo, era como si fueran una parte del otro.

Pero entonces se sobrepuso a eso la primera vez que tocó el vientre de Criston, la sonrisa que compartieron al ver el huevo aún sin eclosionar de Sunfire. Su ilusión imaginando a su hijo reclamando un dragón como todo Targaryen.

Gaius, lo único que le seguía uniendo con su amado.

Ese chico lleno de fuerza y diestro en combate, que apenas esa mañana en secreto compartía besos con el omega que quería reclamar en un futuro.

Los Velaryon le habían arrebatado ese tiempo, y sus decisiones le impidieron ver crecer a su propio hijo. No iba a dejar se salieran con la suya ni le quitaran la oportunidad de ver a su pequeño otra vez.

Daemon asintió diciendo en un hilito de voz, volviendo a pensar en Caraxes: ... Bien, sólo prométeme eso lo salvará...

Alys: Lo hará.

X: ¡Esperen!

Pero alguien más entró en la habitación, acompañado de Rhaenyra, y todos voltearon viendo Criston llegó.

El omega sacudió la cabeza, y Harwin se apresuró a abrazarlo brevemente, antes que Criston dijera: Llévate mis recuerdos. ¿Eso será suficiente?

Daemon: ¡No!

Alys: Podría... Pero te quedarás sin ningún recuerdo de tu vida. Será como iniciar totalmente de cero.

Criston no se doblegó: Está bien. Necesitaremos todos los dragones disponibles, ahora mismo los demás hijos de Rhaenyra están atacando Driftmark, y se han llevado a Alicent.

Jacaerys: ¡¿A mamá?! 😧

Daemon: ¡No tienes que hacer esto, déjame a mí sacrificar algo por nuestro hijo!

Criston suspiró, esbozando una triste sonrisa: Ya lo hiciste. Hace años, decidiste sólo darle un primer vuelo en Caraxes a Gaius, y aceptaste alejarte a pesar te dolía no estar cerca de nosotros, ¿Cierto?

Harwin observó la mirada que su omega y Daemon intercambiaron, y aunque confirmó lo que ya sospechaba, sólo pudo estar impotentemente frustrado respecto a no poder ayudar con el chico que vió crecer. Y abrazó los hombros de Criston, entendiendo en ese momento no había marcha atrás.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2023 ⏰

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