-Entonces, ¿ya está decidido? ¿Comprarás el club en que estuvimos la otra noche?- preguntó Adam a Nigel mientras tendía la mesa en su pequeño comedor, como siempre que recibía visitas. Nigel exhaló una bocanada de humo y luego aplastó el resto de su cigarrillo en un cenicero, asintiendo feliz de ver a Adam interesado en sus negocios.-Lo he hablado mucho con Darko, y está de acuerdo conmigo es que es una gran oportunidad. El Black Kitty es un local grande, bien ubicado, perfecto para lo que queremos hacer. Cuando por fin venga a Estados Unidos podremos reunirnos con Garon y examinar el contrato, y eso será dentro de poco.
-¿Cuánto es "poco"?
-No lo sé exactamente, porque Darko tiene… algunos asuntos pendientes en Bucarest. Pero en cuanto lo tenga claro me avisará, y yo me encargaré de recibirlo. ¡Estoy tan impaciente!
-Claro, por el negocio nuevo.
-No exactamente, precioso, el negocio está bien, pero yo lo que quiero es ver a mi hermano. Ya sabes que aprecio a Darko como a un hermano, ¿no? Y por esas cosas de la vida hace meses que no lo veo, y lo extraño, no me avergüenza decirlo. Extraño a mi hermano y a Ozana, que es una mujer fantástica y una gran amiga.
Adam sonrió brevemente antes de regresar a la cocina por pan, pensando que Nigel era afortunado de tener amigos así, a los que considerar familia. No es que sintiera envidia, pero se preguntaba cómo sería eso de haber pasado toda la vida al lado de las mismas personas, creando esos lazos tan hermosos y duraderos. Al volver al comedor le preguntó sin vacilar, con la curiosidad por delante de la prudencia que habría tenido cualquier otra persona:
-¿Tu ex esposa también era amiga de ellos, o se mantenía apartada?
Nigel endureció la mirada, no enojado con Adam porque él mismo le había hablado de Gabi una vez, pero si molesto de que la maldita hubiera salido en la conversación.- Salimos juntos los cuatro algunas veces, sí, pero no eran exactamente amigos. Gabriella tenía sus propias amistades, así que no pasaba mucho tiempo con las mías.
-Oh, entiendo. Solo cenas de matrimonios amigos y esas cosas, ¿no?
-Eso mismo. Pero ya, no perdamos tiempo en hablar de mi ex, que por lo que huelo los macarrones con queso ya están listos y muero de hambre. ¡Vamos a comer!
Nigel sintió la calma volver a él al sentarse a comer con Adam, porque de todas las cosas hermosas de su nueva vida esa era su favorita. Cenar con él implicaba oírlo hablar de su día, de sus cosas, y todo le resultaba tan especial que Gabi pronto desapareció de su mente. Adam era tímido puertas afuera de su casa, pero cuando estaban a solas siempre se mostraba charlatán, casi desinhibido. Le hacía ilusión pensar que era porque le agradaba a Adam de forma que nadie más lo hacía.
-El programador nuevo que contrató mi jefe es bueno- comentó el menor, sirviéndose un poco de agua.- Técnicamente hablando, sabe mucho y resultó una buena ayuda en la oficina.
-¿Pero?
Adam lo miró sin entender.- ¿Pero qué?
-Asumí que ibas a decir un "pero"- comentó Nigel.- ¿No tienes ningún problema con el nuevo, entonces?
-¡Oh, no! Felix resultó ser muy amable, temía que fuera un idiota como decían algunos de mis otros compañeros, pero no fue nada de eso.
-Ah.- Nigel no quería sentirlo, no quería pero dentro suyo se estaba formando una pequeña bolita de celos.- ¿Te gusta?
-¿En qué sentido?
-Pues si se han hecho amigos, eso. ¿Han quedado para almorzar o algo así? Cosas de amigos de oficina.
-Bueno, todavía no, pero no me importaría- admitió Adam sin ser consciente de lo mucho que sus palabras estaban molestando a Nigel.- Creo que podríamos ser amigos pero no lo sé, no soy bueno en las relaciones.
-¿Cómo que no? Conmigo lo eres. Nos hicimos amigos casi de inmediato, cuando acababa de mudarme.
-Es verdad, pero creo que tú fuiste una excepción. En la oficina es diferente, ahí ya saben que soy autista y eso me ha hecho cierta fama de "especial". Tú nunca hablaste con otros vecinos de mí, puede que por eso…
-Espera un segundo- lo frenó Nigel, parpadeando.- ¿Autista?
-Sí, claro. ¿No lo mencioné antes?
-¿Que fueras autista?
-Sí…
-¡No, no lo hiciste!- exclamó Nigel dejando sus cubiertos sobre el plato y mirándolo con expresión de genuino asombro, como si acabara de decir la cosa más loca del mundo.- No tenía ni idea de eso, hermoso, ¡pero ni la más remota idea!
Allí fue el turno de Adam de dejar sus cubiertos mientras lo miraba asombrado, pues si algo tenía en claro es que ningún avance suyo era tan grande como para disimular sus rarezas; sabía que había progresado a nivel social desde su amistad con Beth pero, ¡no tanto como para que alguien lo tomara por una persona normal! Nigel debía estar jugándole una broma. Sí, eso debía ser.
-Eres muy amable por fingir que no lo sabías, Nigel, pero seguro debiste notar que yo era… raro. Diferente a otros hombres y no en el buen sentido, yo…
-A ver, claro que he notado algunas cosas, pero no se me pasó por la cabeza que fuera por eso. Porque seas autista- especificó.- Creí que solo se trataba de timidez, de alguna fobia social, mucha gente detesta socializar y salir de juerga, ese tipo de cosas que implican salir… ¿cómo iba a saber que se trataba de algo más?
-¿Y mi obsesión por el espacio? Todos se molestan cuando hablo de eso porque no puedo parar, la fijación con un tema concreto suele ser algo habitual en las personas con mi tipo de autismo.
-Pasión por un hobbie, eso pensé. Eres tan apasionado por el espacio exterior como Ozana es apasionada de las películas de Hollywood, no le menciones a sus actores favoritos o es capaz de estar todo el día hablando de ellos.
-¿Y mi fijación con los horarios, con precisar siempre de un plan o programa previo antes de concertar una salida?
-Puntualidad. Eres responsable y organizado.
-¿Mi imprudencia cuando digo cosas inconvenientes solo porque no sé que son inconvenientes?
-Sinceridad. Inocencia. Eres un hombre que dice lo que piensa y ya.
-¿Me estás diciendo en serio que eso es lo que has pensado todo este tiempo de mí… que soy un hombre apasionado, sincero, inocente, y no un bicho raro?- inquirió Adam sin poder creerlo, con ganas de derramar una lágrima pero sin llegar a hacerlo al ver la sonrisa enorme de Nigel.
-¿Qué quieres que te diga, Adam? No, jamás te vi como un bicho raro, al contrario. Te consideré el chico, el hombre, más dulce y buena onda que pude haber conocido en este país. Me alegré mucho que fueras mi vecino, y me brindaras tu amistad, y si nunca te vi diferente por tu autismo es porque para mí no eres diferente. O sea, eres diferente en el sentido de que eres mejor y más confiable que muchos ahí afuera, no porque seas inferior o raro.
-Yo… yo creí que…
Nigel consideró que era la oportunidad perfecta para abrazarlo, y así lo hizo: rodeó la mesa para ofrecerle un cálido contacto a su amigo, el cual seguía anonadado y reprimiendo las lágrimas que desde hacía rato pugnaban por salir de sus ojos, al saber que durante todo ese tiempo lo había visto como alguien "normal". Tener por fin a Adam entre sus brazos se sintió como un sueño vuelto realidad, un sueño del que hubiera deseado no despertar jamás si no fuera porque la barriga de Adam hizo un ruido y cayeron en la cuenta que apenas habían comido. Ambos se miraron y rieron como niños, y Adam se secó los ojos ofreciéndole calentar los macarrones ya fríos, algo que él aceptó solo si le permitía ayudarlo. La interacción entre ambos se dio natural, lo mismo que su charla, y pronto Nigel volvió a olvidar que Adam era una persona autista. No porque no le importara, sino porque, de nuevo, para él Adam era perfecto, y ser o no autista no cambiaba sus sentimientos por él.
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Estrellas Gemelas
FanfictionDespués de ser entregado por su esposa a la policía, Nigel se ve obligado a huir a los Estados Unidos. Aunque cuenta con el apoyo de su amigo Darko, no está seguro de poder rehacer su vida... o al menos, no estaba seguro, hasta que conoce a su vecin...