Estrellas Gemelas

Darko y Ozana

Nigel estaba exultante por tener a Darko otra vez con él, como en los viejos tiempos. De pronto fue como si hubieran retrocedido al pasado, cuando eran dos jóvenes ambiciosos queriendo triunfar y disfrutando de la vida sin ninguna complicación. No dudó un instante en acompañarlos a su hotel a almorzar en un costoso restaurante privado, mientras los esposos Andrei lo ponían al tanto de las novedades y encargaban cantidad de platos y botellas de los mejores vinos.

-Planear este viaje en secreto no fue fácil, pero queríamos darte una sorpresa- explicó Darko con una pizca de culpa.- Yo sobre todo, tenía la impresión de que sería mucho más emocionante que nos vieras en tu puerta a que tuvieras que pasar a recogernos por el aeropuerto y todo eso. ¿No estás enojado, verdad? 

-¡Diablos, no! Me da igual cómo hayan llegado, lo importante es que lo han hecho y estoy muy feliz por eso. ¿Cómo estuvo el viaje? ¿Cómo quedó todo por allá?

-Todo en orden, mis abogados están haciendo añicos las acusaciones en nuestra contra. El club sigue cerrado, pero bueno, ya veré cuando llegue el momento cómo lo manejamos, ¡por el momento mi prioridad era venir aquí y verte! Dile, Ozana.

-Ha hablado más de ti en estos meses que en los últimos años- se burló con cariño Ozana, quien estaba acostumbrada a la amistad fraterna de su esposo y Nigel y sentía mucho respeto por eso.- Me encargó especialmente que reservara este hotel, que despachara el equipaje, todo lo más rápido posible para que no notaras que estábamos de camino. ¿Y el nuevo club que quieren abrir aquí? Tú le importas más. Casi me pongo celosa y todo.

Los tres rieron a carcajadas y bebieron más, sin hacer caso a las miradas de disgusto de otros comensales, demasiado finos para soportar a tres extranjeros ruidosos como ellos. Después de almorzar subieron a tomar un café al penthouse de la pareja, un sitio estupendo y con vistas increíbles de la ciudad que incluían parte del Central Park. Tras el café Nigel se quedó un rato mirando por el balcón, con la brisa en su rostro, hasta que Darko se le unió y le palmeó el hombro.

-Bajando el almuerzo, ¿eh? Cómo se nota que ya no eres joven, Nigel.

-Claro, porque tú eres un mocoso de veinte años. No me hagas reír- retrucó Nigel sonriéndole, agradeciendo que Ozana se hubiera recostado un momento para que no los viera teniendo aquel momento tan cursi y poco digno de ellos.- Sé que ya lo he dicho pero me gustaría decirlo de nuevo. Bienvenido, Darko. Me hace muy feliz volver a verte, y ojalá esta vez sea para siempre.

-Yo también lo deseo, hombre. Que nunca más nos separemos, ¿tienes idea de cuánto te he extrañado? Muchísimo. Ahora que ya estamos aquí no nos iremos en mucho tiempo, ¡así que más vale que te acostumbres de nuevo a tenernos cerca!

-Sobre todo a ti, que eres mi querido jefe.

-Ah, ¡deja de decir idioteces! Sabes que no te veo como empleado. Es más, si me tratas diferente solo porque voy a comprar un local, te golpearé. ¡Quiero que me trates como el hermano que siempre has sido! Que me cuentes qué has estado haciendo en tu tiempo libre, si te quitaste el vicio de encima, si has hecho amigos. Casi todo el almuerzo lo ocupamos hablando de mí, ahora es tu turno de soltarlo todo.

-Qué puedo decir, no he hecho gran cosa. Me convertí en un vecino apacible que sale a hacer las compras y limpia la casa él mismo. Miro mucho Netflix. He estado dejando de tomar durante el día, ¿sabes? Hoy rompí mi abstinencia solo por ustedes, para celebrar que están aquí, pero ya casi no tomo salvo en las noches y si estoy de juerga. En casa tengo el vino indispensable para acompañar las comidas.

-A mí me parece que has hecho bastante, y te felicito por eso- elogió Darko.- Dejar poco a poco las adicciones es algo bueno para tu salud, y en cuanto a tener una vida tranquila, ¡es lo ideal para tipos como nosotros! Estuvimos al borde del peligro demasiado tiempo, desconectar era lo mejor que podíamos hacer. Yo en el campo, tú aquí…