Susurros incómodos

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A Adam no le gustaba mirar a la gente a los ojos, pero no necesitó hacerlo para saber que algo andaba mal con sus compañeros de trabajo aquel día. Podía sentir los susurros a su paso, las miradas esquivas, como si todos estuvieran compartiendo un gran secreto del cual él no formaba parte. Mientras se sentaba ante su escritorio trató de calmarse, recordando las enseñanzas de su padre y del psiquiatra respecto a la paranoia. 

"Aunque a veces te parezca que la gente está pendiente de ti, eso no siempre es cierto, Adam. A veces es solo tu mente jugándote una mala pasada".

Eso era cierto, lo sabía, muchas veces su ansiedad lo hacía sentirse demasiado observado y eso lo paralizaba y obligaba a volver corriendo a casa. Pero no, por muy ansioso y paranoico que pudiera ponerse en ocasiones esto era distinto. Claramente pudo ver a sus compañeras Vivian y Anna quedarse calladas de golpe cuando pasó junto a ellas, y hasta su jefe lo miró de forma extraña mientras analizaban la siguiente muñeca en la que estaban trabajando. Cuando la ansiedad se hubo acumulado tanto sobre su pecho que casi no pudo respirar, se atrevió a preguntarle a Felix si sabía algo al respecto. Odiaba los chismes pero no podía quedarse así, con la duda acicateándolo e impidiéndole hacer sus labores correctamente. Felix era alguien confiable y estaba seguro que le daría alguna respuesta satisfactoria, así fuera parcial, de qué diablos estaba pasando con todos.

-Me estoy poniendo muy incómodo y no puedo darme ese lujo, si tengo una crisis de ansiedad aquí el jefe se enojará. ¿Tú sabes por qué todos hablan a mis espaldas? Dime la verdad, lo… lo soportaré. ¿He hecho algo mal, tengo algo pegado en el cabello, o qué?

-Ay, cielos. Adam, lo siento mucho, no sabía que te sentías así- se disculpó Felix de inmediato, mirándolo con culpa.- No, no has hecho nada mal ni tienes caca pegada en el zapato, quédate tranquilo. Lo que pasa es que… bueno. Todos están bastante sorprendidos, es todo.

-¿Sorprendidos con qué?

-Es que anoche… algunos fuimos a bailar al Black Kitty, el club ése tan famoso del centro. No te invitamos porque sabemos que no te gustan ese tipo de sitios, pero resulta que estabas allí, con… con ese amigo tuyo, y pues, bueno, fue eso nada más, nos sorprendimos muchísimo y quizás se nos haya escapado decírselo a los demás. Perdónanos, no era nuestro asunto si estabas en el club o con quién estabas, no fue nuestra intención…

Adam se quedó callado y dejó de oírlo, entendiendo ahora el por qué de aquellos susurros y miradas. Claro, nadie se esperaría que el tímido Adam fuera por su cuenta a un club nocturno, y mucho menos si era para estar besuqueándose con un hombre. Porque seguramente eso también lo habían visto, él casi no se había separado de Nigel en toda la noche y durante ese lapso se habían besado sin pudor delante de todo el mundo. Su respiración comenzó a regularizarse a medida que lo pensaba y se calmaba, porque a pesar de todo lo incómodo que era no estaba avergonzado de que lo hubieran visto. Finalmente suspiró y esbozó una sonrisa a su compañero, quitándole importancia al asunto y actuando con lo que esperaba fuera la madurez apropiada para un hombre.

-Está bien, no es como si tuviera algo que ocultar algo de todos modos. Fui al Black Kitty con Nigel porque es su local, suyo y de su amigo Darko, y hubiera estado feo no acompañarlo a celebrar la reinauguración. 

-¿Qué? ¿Nigel es el dueño del local? ¡Santo cielo!- exclamó Felix con los ojos bien abiertos, sorprendido.- No tenía ni idea que fuera un hombre tan rico, no lo… perdón- se interrumpió a tiempo. Adam se había besado con ese hombre de lo lindo en el club, así que probablemente fueran pareja. No hubiera estado bien decirle que su novio no parecía en lo absoluto un hombre rico, sino que más bien parecía un mafioso europeo.

-El dueño real es Darko, pero Nigel es su mano derecha y gerente del club. En cuanto a mí, a ustedes… no los culpo por sorprenderse, jamás hubiera ido a un sitio así de no haber tenido el motivo que tuve, pero me gustaría pedirles que no sigan hablando a mis espaldas porque odio ese tipo de cosas y tampoco es como que tengan motivo para hacerlo. Digo, solo me vieron besándome con mi novio, ¿qué tiene eso de malo?

-¡Nada, nada! No tiene nada de malo, solo que no sabíamos que tenías novio. ¿Hace… hace mucho que salen juntos?

-No, hace poco. Somos vecinos de edificio, así nos conocimos y nos enamoramos.

-Ahh…

-Nigel es un hombre muy especial para mí, lo quiero mucho. Es atento, gentil y muy hermoso también, el hombre más hermoso que he visto.

-Bueno, si tú lo dices…

-Él me pasa a buscar a diario de hecho, si quieren se los presento así salen de…

-¡Por favor no, no tienes por qué hacer eso, Adam, no es necesario!- lo frenó Felix de golpe, avergonzado de haber sido parte del grupo que revelara todo.- Es tu intimidad, no tienes por qué compartirla con nadie si no quieres. Me alegra mucho saber que tienes a una persona especial en tu vida, en serio, con saber que eres feliz es suficiente.

-¿Ah, sí?

-Sí. Me gusta pensar que somos amigos, y los amigos se alegran si a uno de ellos le pasa algo bueno, como a ti con tu Nigel.

Después de eso Adam pasó a estar visiblemente más relajado, lo que a su vez lo dejó a él más tranquilo con su conciencia. Adam era un buen compañero y amigo, a pesar de que era quien menos lo conocía de todos en la empresa había llegado a sentir gran aprecio por él y no quería traerle problemas. Hablaría con sus compañeros para que cesaran los chismorreos, era lo menos que le debía a Adam por haberlo puesto en una situación tan comprometida.

"Aunque no sé yo si ese hombre es tan maravilloso como dice… juraría que llevaba un arma en el cinto, no me creo que sea un simple empresario. Espero que Adam no salga lastimado de esto, se lo nota tan feliz que odiaría que se decepcione si su novio resulta un mal tipo".

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