Capítulo 3

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Garra Sombría volvió al campamento. Habían pasado dos días desde la muerte de Pequeña Rojiza y los problemas con el zorro. Ya estaba atardeciendo y, al pasar por la maternidad, la guerrera vió a los cachorros jugando en la entrada. Junto a ellos, Flor Trigueña miraba al cielo, donde empezaban a verse los primeros gatos estelares del firmamento. La reina parecía absorta en sus pensamientos, talvez melancólica. Garra Sombría decidió acercarse.
-Flor Trigueña...-la gata giró la cabeza sobresaltada. Luego emitió una leve sonrisa.
-Oh, eres tú-dijo la atigrada. Sus ojos reflejaban un terrible pesar, un sentimiento de dolor.
-¿Esto es por Pequeña Rojiza?- Se atrevió a preguntar Garra Sombría.
-¿Pequeña Rojiza?-tartamudeó la reina-. No...-se interrumpió a sí misma-osea, sí, estoy mal por ella, pero no era eso en lo que pensaba- explicó.
-¿Entonces?
-E... en Garra de Pino- a la joven se le erizaron los pelos del cuello al escuchar el nombre del traidor. ¿Podría aquella gata seguirlo amando? Flor Trigueña pareció leerle los pensamientos-. No, solo es que... aún no logro creer que haya echo lo que hizo...- aclaró.
Garra Sombría asintió. Estaba segura de que debía haber otros gatos en el clan que sintieran lo mismo. Por ejemplo, Fardo. Era obvio que estaba emparentado con el atigrado marrón, pues eran exactamente iguales, excepto por una parte blanca en la cola del veterano.
-Tranquila. Aún puedes amar a tus cachorros-la animó la joven. La gata pareció sentirse un poco mejor tras esta afirmación, así que la guerrera se despidió y se encaminó al montón de carne fresca. Tomó un campañol y comenzó a devorarlo a toda prisa. No había comido nada en todo el día, y se encontraba terriblemente hambrienta. Cuando terminó, giró en redondo y caminó hacia la guarida de los guerreros. Ya estando allí, se recostó en su lecho y pronto se sumió en un sueño profundo.

● ● ●

Ya habían pasado unas lunas desde la pérdida de Pequeña Rojiza, el día en que Garra Sombría se despertó y dió un gran bostezo. Se puso en pie y se estiró, soñolienta. Salió de la guarida de los guerreros y Manto Abrasado corrió hacia ella.
-Buen día-saludó el guerrero atigrado- ¿Sabes? Hoy será la ceremonia de aprendiza de Polvorilla-anunció-. Abedul va a ser su mentor.
-¡Que bien! ¿En qué momento se celebrará?- preguntó.
-Cuando el sol esté en lo más alto-. Garra Sombría miró hacia arriba. El cielo se encontraba teñido con el naranja del amanecer.
-Entonces iré a cazar un rato- afirmó.
-Bien... ¿puedo acompañarte?- preguntó el gato rojizo.
-Claro.
Los dos gatos salieron a cazar. Caminaron tranquilamente por el bosque. La nariz de Garra Sombría captó olor a ratón, así que la gata se agachó y adoptó la posición de caza. Dió un par de pasos lentos pero seguros, hasta que vislumbró el cuerpo de la pequeña criatura que rebuscaba entre las hojas. En el momento preciso, saltó. El ratón la vió un segundo antes y se giró con intención de escabullirse, pero ya era muy tarde para escapar. La guerrera lo pinchó con una de sus garras, y el corazón del animalito dejó de latir. No era muy rollizo, pero seriviría para comer, pensó.
Garra Sombría se giró en redondo al oír pasos a sus espaldas. Era Manto Abrasado, que llevaba un gorrión colgando de la boca.
-Bien echo- dijo la gata negra -cazemos un poco más.
Tras un rato de larga cazería, cuando vieron que el sol casi se encontraba en lo más alto, ambos guerreros emprendieron el camino de vuelta al campamento. Garra Sombría cargaba con un ratón y dos urracas, mientras que Manto Abrasado llevaba un gorrión y dos apetitosos campañoles. Llegaron a tiempo de escuchar la llamada de Estrella Arenosa, y juntos corrieron a depositar las presas en el montón de carne fresca, para, unos segundos más tarde, encontrarse sentados entre los gatos reunidos junto a la Peña Alta.
-Hoy estamos aquí reunidos para nombrar aprendiza a una de nuestras cachorras- anunció el líder. Polvorilla estaba sentada frente a la Peña Alta. Se notaba que su madre la había estado limpiando un buen rato, por como tenía de ordenado el pelaje-. Polvorilla. Desde ahora y hasta que tengas merecido tu nombre guerrero, serás conocida como Zarpa Polvorosa-. Hizo una pausa antes de continuar- Abedul. Tuviste una gran mentora en Nube Blanca. Confío en que le transmitirás todo lo que aprendiste de ella a Zarpa Polvorosa-. Abedul se levantó y agachó la cabeza. Zarpa Polvorosa se acercó, emocionada, y entrechocó narices con su nuevo mentor.
-¡Zarpa Polvorosa! ¡Zarpa Polvorosa!- comenzaron a corear los gatos del claro. Garra Sombría estaba entre ellos-¡Zarpa Polvorosa! ¡Zarpa Polvorosa!-aclamaban.
La madre de la recién nombrada se acercó y le dió un cariñoso lametón en la cabeza. En lo único en que se parecían era en sus ojos azules. Desde tan cerca, Garra Sombría llegó a notar una manchita blanca en el hocico de la gata color crema. Se preguntó si su hija, Luciérnaga, también tendría aquella mancha que nunca había llegado a notar.
Finalmente, tras darle las felicitaciones a la aprendiza, la guerrera se acercó a la guarida de los guerreros. Allí apareció su amigo, Manto Abrasado. El gato la miró fijamente, con un sentimiento extraño en la mirada. Abrió la boca como para decir algo, pero la cerró rápidamente. Luego fue a acostarse a su lecho. A Garra Sombría le sorprendió que no se acercara a acostarse con ella, pero no le dió demasiada importancia al inusual comportamiento del guerrero. Se acostó en su propio lecho y, sola, se durmió.

Días Sombríos #2 / Compañeros / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora