Capítulo 21

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   Los pasos de los seis gatos resonaban por el sotobosque. No había tiempo para pararse a pensar; debían llegar con la patrulla lo antes posible. Según contaba Zarpa Polvorosa, los perros eran mucho más grandes que la vez que los había visto Garra Sombría, y la aprendiza aseguraba que, cuando se había marchado, los estaban haciendo pedazos.
   Garra Sombría apretó el paso. <<Oh, Clan Estelar, espero no estemos llegando tarde>> maulló en silencio.
   Mas allá se oyeron maullidos y bufidos de batalla, y el olor de la sangre impregnó las fosas nasales de Garra Sombría; se acercaban cada vez más.
   Irrumpieron en el campo de batalla. La sangre salpicó el costado de la guerrera; junto a ella, uno de los perros pequeños —que tampoco eran tan pequeños— mordía con fuerza la pata delantera de Flor Centelleante, que emitió un aullido de dolor mientras los colmillos del animal le desgarraban cada vez más la carne. La gata negra saltó sobre el lomo del can y le dió unos zarpazos rápidos, mientras este ladraba de sorpresa.
   De pronto, Garra Sombría sintió un gran peso sobre ella y el sucio pelo del can sobre su nariz. El animal se había lanzado sobre ella, y sus pulmones pedían aire a gritos. Comenzó a forcejear para dalir, pero sin nigún resultado. La desesperación la cubrió como una enorme ola negra. Cerró los ojos unos segundos, pues se sentía muy débil. Justo cuando se planteó que tal vez no volvería a abrirlos, sintió que el peso desaparecía y tomó una bocanada de aire. Entre resuellos, vió que Flor Centelleante, aún con la pata herida, le había sacado al perro de encima, y ahora le arañaba lod costados corriendo alrededor suyo. En cuanto se recuperó de la conmoción, se lanzó de nuevo hacia la criatura y le hundió los colmillos en la pata trasera, con mucha fuerza. El animal cayó de costado por el susto, y Garra Sombría le mordió el cuello. Aunque al principio creyó que la bestia estaba muerta, soltó un bufido de frustración cuando ésta se levantó y avanzó hacia los helechos. La guerrera se preparó para saltar y perseguirlo, pero Flor Centelleante negó con la cabeza.
   —No vale la pena continuar. Sólo te pondrías en riesgo—maulló con voz comprensiva.
   —Pero...—empezó la gata, pero se interrumpió cuando un maullido sonó a sus espaldas.
   —Tiene razón—. Garra Sombrí se giró para encontrarse con Leónido—. La batalla ya ha acabado, y no tiene sentido perseguir a esas criaturas a quién sabe dónde. Además, por como lo han dejado, yo creo que ese perro no sobrevivirá oor mucho tiempo. De echo, yo creo que sus camaradas lo abandonarán.
   —Y morirá como estos otros dos—añadió Abedul desde atrás.
   Al mirar hacia donde estaba el joven, la guerrera percibió un fuerte olor a sangre, proveniente de dos cuerpos inertes en el suelo. Uno de ellos era un perro grande, y el otro más pequeño.
   —Yo lo maté—fanfarroneó Zarpa Polvorosa.
   —Si hubieras estado sola, unos solo de esos te habría matado de un mordisco— replicó su mentor con total severidad.
   —Cierto —ronroneó Patas Blancas, risueña.
   —Zarpa Polvorosa, ¿por qué fuiste a la Hondonada Arenosa y no directamente al campamento?—preguntó Garra Sombría mientras regresaban a pasos rápidos hacia el campamento.
   —Yo la envié—. Leónido respondió por la aprendiza—la hondonada quedaba un poco más cerca. Si hubieran tardado un segundo más en llegar, nos habrían despedazado.
   —Silencio. Llegamos al campamento—siseó Abedul.
   Entraron por el túnel de aulagas y Leónido se puso al frente para relatar lo sucedido. Pronto apareció Estrella Arenosa, que agitaba la cola nerviosamente y tenía los ojos rebosantes de preocupación.
   —¿Ocurrió algo más?—preguntó el líder cuando el lugarteniente acabó su explicación.
   —No mucho. Pero yo creo que todos pelearon muy bien contra los perros...— De pronto, el guerrero desvió la mirada hacia Flor Centelleante y se le acercó corriendo—¡Flor Centteleante! ¿Te encuentras bien?—maulló con voz preocupada.
   —Estoy bien, en serio—masculló la gata color crema.
   —Será mejor que Pedregosa te revise esa pata—dijo Garra Sombría señalando la marca de colmillos por la que aún brotaba sangre.
   —Vamos—la instó Leónido.
   —Bien—accedió la guerrera finalmente—pero deja de preocuparte tanto por mí—ronroneó cariñosamente.
   La pareja se marchó hacia la guarida de las curanderas. Garra Sombría dirigió la vista hacia los aprendices.
   —¡No puedo creer que no los hallamos matado a todos!— exclamó Zarpa Polvorosa—¡Casi los doblábamos en número!
   —Y ellos nos doblaban en tamaño—señaló Zarpa de Pino con expresión seria.
   —Tiene razón—concedió Garra Sombría. Los aprendices se giraron hacia ella.
   —Oye, tienes una herida en la cola—maulló Celesrino mirando a su mentora.
   —No me duele mucho—. Pensó unos segundos y se giró hacia Zarpa de Pino y Zarpa Espinosa—. Hmmm—. A la guerrera se le trabaron las palabras en la garganta. Aún no estaba preparada para contarles.
   —¿Ocurre algo?—preguntó Zarpa de Pino—te veo extraña.
   —No es nada—se apresuró a responder Garra Sombría.
   Se dió la vuelta para alejarse y pegó un brinco al ver a Manto Abrasado a apenas dos colas de distancia. Se le erizó el pelaje del cuello y sintió una punzada de dolor ¿jamás podría llevarse bien con el atigrado?
   —Oye, Garra Sombría—dijo el guerrero en voz baja e insegura—¿te encuentras bien? ¿Qué ocurrió en la batalla?
   —Estoy bien—respondió ella—¿Recuerdas a... Zarpa de Cedro?—se atrevió a preguntar.
   —Sí—gruñó él.
   —Tú sabes que eres un gran amigo, ¿cierto?
   —Sí. Pero él es mejor amigo que yo, de seguro—. Bajó la vista y la guerrera captó su tristeza.
   —Pero, ¡no es así!—exclamó ella.
   —Sí que lo es—replicó él, y en voz más baja añadió—: tienes algo con él....
   A Garra Sombría le subió un gruñido por la garganta. Giró hacia el costado y avanzó por el claro hacia la guarida de los guerreros. No tenía sueño, pero quería estar sola un rato.
   ¿Qué rayos le pasaba a Manto Abrasado? ¿Acaso él no era capaz de sentir cuánto lo quería ella? Frenó en seco y miró hacia atrás. En realidad, ni siquiera ella sabía qué sentía por él. El dolor y la pena la atravesaron como espinas. No sabía qué haría si no podían volver a ser amigos.

 No sabía qué haría si no podían volver a ser amigos

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Arriba, Estrella Arenosa.

Días Sombríos #2 / Compañeros / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora