Capítulo 12

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   Garra Sombría salió del campamento. Leónido se había ofrecido a entrenar a Celestino junto a Zarpa de Pino ese día, así que ella no tenía que cuidarlo esa vez. Le encantaba salir con su aprendiz, pero al mismo tiempo se sentía feliz de poder estar a solas con sus pensamientos durante un rato.
   Inconsientemente, sus pasos la guiaron a los Cuatro Árboles, hasta debajo de la ladera. Al principio se sintió tranquila, pero pronto ese sentimiento cambió. Olor al Clan de la Sombra. Se le erizaron los pelos del cuello y desenvainó las uñas, preparada para luchar. Rápidamente aflojó los músculos, pues notó que solo había un gato, no varios. Aquel olor le resultaba familiar, pero no era Hoja Seca.
   —Garra Sombría.— La guerrera giró la cabeza y se encontró cara  a cara con un pequeño atigrado marrón, que la miraba mientras surgía de entre los arbustos.
   —¡Zarpa de Cedro!—ronroneó la gata en cuanto reconoció al gato frente a ella.
   —Gracias por ayudarme en la batalla. Ningún guerrero del Clan de la Sombra hubiese echo lo mismo— gruñó el aprendiz. La guerrera sintió una punzada de pena por el pequeño.
   —Solo hice lo que debía hacer.
   Los ojos amarillos del gato centellearon al cruzarse con los de Garra Sombría. Le sostuvo la mirada unos segundos y finalmente se giró. Parecía ciertamente ruborizado.
   —¿Qué haces por aquí?—preguntó la del Clan del Trueno.
   —Supongo que lo mismo que hacías tú—respondió él.
   —Supongo—ronroneó el otro, risueño. La guerrera sintió como pegaba el cuerpo al suyo.
   Garra Sombría se levantó. El cachorrito casi cae al suelo, pues había apoyado todo el peso del cuerpo en la gata. La guerrera giró la cabeza y habló, unos segundos antes de salir por entre los árboles:
   —Voy a cazar. Nos vemos, Zarpa de Cedro.
   —¡Nos vemos!—exclamó el gatito a sus espaldas.
   La gata continuó caminando y miró al cielo. El sol ya estaba en su cénit. Si quería encontrar bastante comida, debía empezar a cazar en ese mismo momento. Hizo silencio y recorrió unos minutos con los sentidos alerta. Se sobresaltó al ver a un campañol que escudriñaba entre las hojas cubiertas de lo que parecía ser una fina capa de nieve. Por suerte, su reacción no fue suficiente como para que el roedor huyera despavorido. La cazadora se agazapó y avanazó unos centímetros, conteniendo la respiración, hasta estar lo suficientemente cerca como para oír sus rápidas y débiles pisadas. En el momento en que el animal empezó a girarse, desconcertado por el extraño olor que le debía estar llegando–el viento había cambiado de dirección repentinamente–, la gata se le echó encima y le clavó las afiladas uñas en el lomo. El animalillo soltó un grito ahogado, que se perdió rápidamente entre los sonidos del bosque.
   Lo tomó delicadamente con los dientes y, unos segundos después, cavó un hoyo en el suelo para enterrarlo e irlo a buscar más tarde. La guerrera continuó caminando unos segundos más y le brillaron los ojos cuando notó el olor de un ratón–¡Tán rápido! ¡Que suerte que estaba teniendo!– tras unos momentos, encontró a la criaturilla revolcándose inocentemente entre las hojas secas, sin saber la suerte que le esperaba. Saltó y le calvó los colmillos, en lo cual el pobre quedó inerte, colgando de su boca. Garra Sombría lo enterró cerca de donde había dejado el campañol y continuó.
   Finalmente, volvió al campamento con un buen cargamento; un campañol, dos ratones y una urraca.
   Depositó la comida en el montón de carne fresca y tomó uno de sus ratones, con el estómago rugiendo de hambre y los ojos brillando. Lo devoró de unos rápidos y feroces bocados. Enterró los restos y se acercó a la guarida de los guerreros, donde se acostó a dormir en su lecho. Por suerte, aquella noche no pensó en Manto Abrasado, y pudo dormirse relajada, pensando en la luz de las estrellas.

                                                      ●   ●   ●

   —Cuidado.— La voz de la guerrera estelar frente a Garra Sombría era esta vez clara y fuerte. Los ojos verde esmeralda le brillaban intensamente sin demostrar ningún sentimiento reconocible, mientras, en sus patas negras, flexionaba las garras con nerviosismo.
   —Garra Negra, ¿qué ocurre?—preguntó Garra Sombría, ya acostumbrada a los sueños—¿de qué debo tener cuidado?
   —Cuando los lazos de amistad se rompan, deberás estar preparada. El miedo y el deseo de venganza surgirá en quienes menos lo esperas; solo tú podrás calmar su ira—anunció.
   —Pero, ¿quién?— La gata comenzaba a preocuparse en verdad.
   —En la batalla decisiva, deberás elegir entre tus lealtades. Sigue tu corazón, y solo así harás que quien se ha revelado pueda entrar en razón—recitó la guerrera estelar.
   —Pero... ¿Quién va a revelarse? ¿De qué batalla estás hablando?
 

  —Eso no puedo decírtelo.— Se lamentó la atigrada.
   La guerrera se giró para marcharse, pero Garra Sombría la detuvo al gritar:
   —¡Espera, Garra Negra! Aún hay algo más que quiero preguntarte.
   —¿Sí?— Su antigua mentora giró la cabeza y le sostuvo la mirada. La guerrera percibió que ya sabia cual sería su pregunta.
   —¿E... Estuve bien al matar a Garra de Pino?—tartamudeó.
   —Garra Sombría, tu ya sabes lo que creo sobre esas cosas. Estuvo mal, pero tú lo hiciste porque era lo correcto, no había otra forma de asegurar que no volvería a traicionar al clan. Pero recuerda, la venganza nunca es buena.—Y añadió en tono más cariñoso—: Sé que lo hiciste por mí. Tu futuro es incierto, pero grande.— Dicho eso, se giró y comenzó a caminar hacia los árboles que rodeaban al claro estrellado. Garra Sombría no entendía si la guerrera había dado su aprobaciòn o no, pero igual estaba feliz con la respuesta.
   Cerró los ojos y apareció de vuelta en la guarida de los guerreros. Sentía como si no hubiera dormido, pero aún así pudo levantarse. Salió de la guarida y se sacudió al pelaje negro. Vió a Manto Abrasado acercándose y, cuando el guerrero entrechocó narices con ella, no hizo nada para impedirlo. El contacto la revitalizó y, un rato después, salieron a patrullar por el bosque. A ella le hizo muy bien sentir que, por fin, luego de tanto distanciamiento, eran de nuevo tan unidos como siempre. Y no pudo evitar preguntarse <<¿Qué es lo que siento por él en realidad?>>.

 Y no pudo evitar preguntarse <<¿Qué es lo que siento por él en realidad?>>

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   En la imagen de arriba, Cola Mojada.

Días Sombríos #2 / Compañeros / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora