Capítulo 1.

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Alessandro

Camino por los pasillos de mi castillo, en dirección a mi despacho, como rey tengo muchos deberes que requieren que pase mucho tiempo en el, tanto que no dispongo de mucho tiempo para observar a mi pequeña diosa.

Aunque tenga guardias disfrazados de campesinos o simples plebeyos que me avisan de todo movimiento que hace y todo lo que sucede a su alrededor, no me es suficiente ya que deseo verla con mis propios ojos, contemplarla y admirarla como la diosa que es, mi pequeña diosa.

Atenea Beasley es mi obsesión, me hechizó con su sonrisa cuando no era más que un crío, cuando me convertí en rey juré que iba a tenerla, y la tendré. No me importa, que no esté bien visto que un rey se enamore de una plebeya, así se me venga el reino encima voy a convertirla en mi reina.

Sonrió petulante, abro la puerta de mi despacho y me siento en mi escritorio, revisó algunos de los documentos, que no son más que autorizaciones para una y otra cosa referente al reino, plasmó mi firma en ellos y continúo con los demás que parecen ser infinitos.

Unos golpes en la puerta me hacen levantar la mirada.

— Adelante — ordenó con voz cansada.

Leroy, mi consejero, un hombre de unos cuarenta años, aperece con un sobre en sus manos.

— Su majestad, los documentos para la autorización de los nuevos automóviles.— estiende su mano con los documentos, cuando llega a mi escritorio.

Revisó con atención el documento y terminó plasmando mi firma en el. Le entregó los papeles a Leroy quien se retira para hacer entrega de estos a los ingenieros.

Mi reino, en cuanto a los otros, es el más avanzado en tecnología, construcción y riqueza, mientras los demás tienen carruajes, el mío tiene autos, trenes y barcos que facilitan la movilización de mi pueblo, mi reino también es el más grande de todos, por eso y más los reyes de los otros reinos siempre están buscando que despose a una de sus hijas e invierta mi tecnología en sus reinos.

Pero he descartado cada ofrecimiento, porque solo me interesa una mujer y esa es y será mi pequeña diosa.

Vuelvo a mi tarea de revisar y firmar documentos hasta que terminó cansado y decido retirarme a mis aposentos.

Una vez ahí me preparo para darme un baño, quitó toda mi ropa y camino a la ducha, sí, ducha, fue una de las primeras cosas que hice como rey luego de crear un sistema para que todos, bueno no todos solo los que pudieran acceder, tuvieran agua en sus casas; mandé a instalar baños con lavabos, tinas y duchas en el castillo.

La privacidad desde entonces es mejor, me incomodaba que otras personas me bañaran, era molesto. Eso fue hace algunos años ahora la mayoría de los habitantes del reino cuentan con agua en sus casas, incluso hasta los sirvientes y plebeyos.

Una vez termino de bañarme y secarme, elijo un traje negro y una capa del mismo color, salgo de mi habitación y me dirijo al comedor, ya es hora de la cena.

Una vez llegó ya todo está preparado y la mesa está puesta, tomo asiento en una de las puntas de la mesa, no tardan en servirme un filete y verduras en el plato frente a mí.

Una vez que termino de comer, estoy por levantarme cuando Leroy ingresa, con un sobre en sus manos, al comedor.

— Su majestad, lamento interrumpirlo, pero ha llegado ésto de los guardias en el reino Green. — se apresura a llegar y me entrega el sobre de una carta.

No pierdo tiempo y lo abro, enfureciendome lo que leo.

Guardia real del reino Diermissen:

Ubicación actual: Reino Green.

Su majestad, lamentamos inportunarlo; hemos estado vigilando a la señorita como lo ha ordenado, no ha sucedido nada grave y antes de que algo suceda le informamos que: hemos visto al señor Beasley golpear a la señorita, además de haberlo escuchado proponerla a varios comerciantes, mercaderes y caballeros del reino, hemos escuchado con afinidad que planea venderla a sir. Thomas, un comerciante, para que sea su amante y que planea hacerlo mañana por la noche.

Sin más que decir, nos despedimos y esperamos sus órdenes.

Atentamente: La guardia real del reino Diermissen.

Arrugó el papel y golpeó la mesa haciendo un fuerte ruido. Empujo la silla al levantarme y miro fijamente a Leroy.

— Prepara mi equipaje, partire a primera hora mañana — le ordenó con voz dura — ¡Pero que esperas, muevete! ¡Ya! — Se sobresalta ante mi grito y sale despavorido a hacer lo que le ordené.

Me dirijo a mi despacho, tomo una botella de whisky tomo un trago y la tiró con fuerza a la pared — ¡Mierda! — tiro de mi cabello con fuerza, tiro todo a mi pasó hasta que el lugar queda hecho un desastre.

Tomo una de las botellas que no se quebraron y están en el piso, me siento en mi escritorio hasta tomarme toda la botella.

La rabia me consume, quiero matar a ese desgraciado con mis propias manos, es una escoria que no merece vivir por atreverse a lastimar a mi diosa. La impotencia por no poder protegerla está por acabar conmigo, golpeó la mesa varias veces maldiciendo.

Un recuerdo de cuando era niño me atraviesa la mente y me tortura a la vez, porque estoy rompiendo mi promesa, le estoy fallando.

Flashback:

— Cuando yo sea rey, voy a cuidarte— le prometo a la dulce niña con la que estaba jugando. Ella me mira con sus ojitos tiernos y brillantes mientras sonríe.

Es hermosa, la niña más hermosa que he visto y que veré.

— Ay, Aless, ¿Te puedo decir así? — asiento embobado varias veces, ella me sonríe — bien, es bonito.

La miró confundido ¿Qué es bonito? Ella parece darce cuenta porque sonríe y me aclara.

— Tú nombre es muy bonito, me gusta.— afirma sonriendo y yo nunca antes pude amar más mi nombre — pero, cuando seas rey ni siquiera vas a acordate de mí. — su mirada se entristece y yo quiero que siga sonriendo, no me gusta verla triste.

— No, te prometo que yo siempre voy a recordarte — afirmó muy seguro de que cumpliré mi promesa, siempre lo haré.

— ¿De verdad?

— De verdad — le aseguro, y ella vuelve a sonreír dándome ganas de querer ser rey rápido.

Ella me abraza y yo suspiro apretandola contra mí.

Ese día me prometí que haría lo que fuera por tenerla conmigo.

Y lo cumpliré Atenea Beasley será mi reina, mía y de nadie más, solo mía mi pequeña diosa.

La obsesión del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora