Capítulo 40.

201 15 6
                                    

Alessandro.

La atraigo a mí en cuanto veo a Magnus marcharse.

Riego mil besos en su cuello, escuchando se risa, la volteo y le doy un beso profundo.

Ella me corresponde acariciando mi cabello mientras nuestros labios se devoran.

— Gracias a Dios se fue. — me da un suave golpe con su mano y sonrío. — Estaba muriendo por besarte. Te extrañe tanto, mi vida.

— No digas eso. — Me acaricia el rostro y bordea mis labios con sus dedos— yo también te extrañe mucho.

— ¿Sí?

— Sí.

— ¿Mucho?

— Como no tienes idea.

— Tengo ganas de hacerte de todo, pero antes quiero ver a mi hija. — Me deja un beso en la frente y se encamina a la puerta.

— ¿Cómo sabes que la traje?

— Porque sé que no podrías dejarla. — Me sonríe tendiéndome la mano para que lo acompañe.

— Vamos, amor mío. — Mi corazón se acelera al escuchar cómo me llama y una gran sonrisa se extiende en mi rostro.

Me abrazo a su brazo y juntos nos encaminamos hacía la habitación de nuestra hija.

— Está dormida, el viaje la agotó bastante. — Le digo antes de entrar a la habitación.

— Me imagino, pobrecita mi princesa.

Se adentra en la habitación y con lentitud se acerca a la cama examinando a nuestra hija.

Toma su mano depositando un beso casi con adoración, sus ojos adquieren un brillo que solo aparece cuando está con ella.

Y en ese momento no puedo evitar pensar en cómo será su reacción cuando le diga que estamos esperando a nuestro segundo hijo. Seguro saltará de la emoción y sus ojos brillarán más de lo que ya lo hacen.

Lo veo acariciar el rostro de nuestra hija y dejar varios besos en sus pequeños mofletes.

— Te extrañe tanto, mi princesa.

— ¿Papi? — se escucha la vocecita de nuestra pequeña recién despertada.

— Princesa de papá. — La abraza y ella lo rodea con sus pequeños brazos. — Te amo, princesita mía.

— Yo también papi, te extrañe mucho, muchísimo. — Su padre ríe cuando ella le llena de besos el rostro. Ambos demostrando lo felices que están de verse de nuevo.

Mis ojos se llenan de lágrimas y un sollozo se me escapa, llamando la atención de ambos.

— Mami. — Escucho la tierna vocecita de mi bebé antes de sentirla venir hacía mí y abrazarse a mi pierna.

Su padre me mira raro y se acerca a nosotras con una expresión de confusión en su rostro. Toma a nuestra hija en brazos y me rodea, uniéndonos en un abrazo los tres, ahora cuatro contando a la personita en mi vientre.

Me abrazo a ellos con fuerza, sintiendo una inmensa felicidad al estar los cuatro juntos.

Alessandro deposita muchos besos en nuestras cabezas, mientras nos abraza fuerte como si quisiera pegarnos a él y que nunca nos separemos.

— Todo lo que quiero es seguir abrazando a las mujeres más importantes de mi vida, pero sé que han viajado un largo rato y que ambas deben estar hambrientas y cansadas.

Deja un último beso y se separa, sosteniendo a nuestra hija con un brazo y rodeando mi cintura con el otro.

— Ahora iremos a comer y luego está pequeña princesita se irá a dormir. — Le da un beso en la mejilla a nuestra hija. — Y está preciosa reina también irá a descansar. — Me da un beso en los labios y cuando se separa sé por su mirada que no descansaré nada, al contrario, él se encargará de agotarme más.

La obsesión del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora