Alessandro.
La atraigo a mí en cuanto veo a Magnus marcharse.
Riego mil besos en su cuello, escuchando se risa, la volteo y le doy un beso profundo.
Ella me corresponde acariciando mi cabello mientras nuestros labios se devoran.
— Gracias a Dios se fue. — me da un suave golpe con su mano y sonrío. — Estaba muriendo por besarte. Te extrañe tanto, mi vida.
— No digas eso. — Me acaricia el rostro y bordea mis labios con sus dedos— yo también te extrañe mucho.
— ¿Sí?
— Sí.
— ¿Mucho?
— Como no tienes idea.
— Tengo ganas de hacerte de todo, pero antes quiero ver a mi hija. — Me deja un beso en la frente y se encamina a la puerta.
— ¿Cómo sabes que la traje?
— Porque sé que no podrías dejarla. — Me sonríe tendiéndome la mano para que lo acompañe.
— Vamos, amor mío. — Mi corazón se acelera al escuchar cómo me llama y una gran sonrisa se extiende en mi rostro.
Me abrazo a su brazo y juntos nos encaminamos hacía la habitación de nuestra hija.
— Está dormida, el viaje la agotó bastante. — Le digo antes de entrar a la habitación.
— Me imagino, pobrecita mi princesa.
Se adentra en la habitación y con lentitud se acerca a la cama examinando a nuestra hija.
Toma su mano depositando un beso casi con adoración, sus ojos adquieren un brillo que solo aparece cuando está con ella.
Y en ese momento no puedo evitar pensar en cómo será su reacción cuando le diga que estamos esperando a nuestro segundo hijo. Seguro saltará de la emoción y sus ojos brillarán más de lo que ya lo hacen.
Lo veo acariciar el rostro de nuestra hija y dejar varios besos en sus pequeños mofletes.
— Te extrañe tanto, mi princesa.
— ¿Papi? — se escucha la vocecita de nuestra pequeña recién despertada.
— Princesa de papá. — La abraza y ella lo rodea con sus pequeños brazos. — Te amo, princesita mía.
— Yo también papi, te extrañe mucho, muchísimo. — Su padre ríe cuando ella le llena de besos el rostro. Ambos demostrando lo felices que están de verse de nuevo.
Mis ojos se llenan de lágrimas y un sollozo se me escapa, llamando la atención de ambos.
— Mami. — Escucho la tierna vocecita de mi bebé antes de sentirla venir hacía mí y abrazarse a mi pierna.
Su padre me mira raro y se acerca a nosotras con una expresión de confusión en su rostro. Toma a nuestra hija en brazos y me rodea, uniéndonos en un abrazo los tres, ahora cuatro contando a la personita en mi vientre.
Me abrazo a ellos con fuerza, sintiendo una inmensa felicidad al estar los cuatro juntos.
Alessandro deposita muchos besos en nuestras cabezas, mientras nos abraza fuerte como si quisiera pegarnos a él y que nunca nos separemos.
— Todo lo que quiero es seguir abrazando a las mujeres más importantes de mi vida, pero sé que han viajado un largo rato y que ambas deben estar hambrientas y cansadas.
Deja un último beso y se separa, sosteniendo a nuestra hija con un brazo y rodeando mi cintura con el otro.
— Ahora iremos a comer y luego está pequeña princesita se irá a dormir. — Le da un beso en la mejilla a nuestra hija. — Y está preciosa reina también irá a descansar. — Me da un beso en los labios y cuando se separa sé por su mirada que no descansaré nada, al contrario, él se encargará de agotarme más.
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La obsesión del rey
Ficción históricaAlessandro Diermissen, rey del reino Diermissen, ha estado obsesionado desde niño con la hija de los Beasley, una familia de sirvientes del reino Green, en todos los sentidos es incorrecto, el rey no puede enamorarse de una plebeya. Pero poco le imp...