Capítulo 8.

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Atenea

El embarazo había estado avanzando muy rápido y pronto me vi con un vientre de seis meses, estaba feliz con mi bebé, más cuando sentía sus pequeñas pataditas.

Ya todos habían hecho sus apuestas: Clarissa y Lydia habían dicho que sería niña, Oscar por el contrario decía que sería un niño y yo bueno yo lo amare de todas formas, pero mi intuición me decía que sería una preciosa bebita.

Había tenido que salir de casa ya que Charles había empezado a llorar y he estado tan sensible últimamente que me es inevitable llorar cuando él lo hace, así que todos allí me prohibieron acercarme al bebé cuando este llora porque les es difícil tener que calmar a una mujer embarazada y un bebé al mismo tiempo, así que hoy decidí salir de casa para respirar aire fresco.

Comienzo a caminar por los alrededores de la casa admirando las hermosas flores que se encuentran allí.

— ¡Atenea! — escucho que me llaman — te estaba buscando— dice Oscar cuando llega a mi lado.

— Pues, ya me encontraste ¿Para qué me buscabas? — recojo algunas flores y me levanto para mirarlo expectante.

— Tengo algo que decirte y quiero mostrarte que es, ven conmigo. — camino tras él cuando el empieza a hacerlo. Cruzamos la calle de enfrente y llegamos a una casa.

— ¿Y esto? ¿para qué me trajiste aquí?

Suspira — Eres muy preguntona ¿sabías?

— Lo has dicho desde que me conoces, ahora dime que hago aquí.

El vuelve a suspirar y señala la casa.

— Esta en venta — es lo primero que dice y yo frunzo el ceño confundida.

— ¿y? que quieres decir.

— Pues, que esta casa es de un conocido y si tu quieres puedo influenciarlo a que me la deje más barata y así tu tengas tu propia casa si es que decides comprarla. — termina de hablar y se me queda mirando expectante por mi respuesta, y por solo molestarlo digo:

— ¿Esta es tu forma de decirme que me vaya de tu casa? — su cara cambia a una mueca y luego frunce el ceño.

— Yo no he dicho eso — suelto una carcajada cuando veo su cara contrariada. — jaja que bromista eres de verdad — dice sarcástico, pero al final el también termina riéndose. — ya, ahora dime si vas a aceptar o no.

— No lo sé, Oscar, esta casa ha de costar mucho y no tengo tanto dinero. — murmuro pensativa, en realidad la idea de tener mi propia casa me gusta, pero también tengo que pensar que no es que tenga mucho dinero para hacerlo y lo que tengo es para mi bebé, aunque me encantaría tener una casa propia para cuando nazca.

— Eso no importa ya te dije que puedo hacer que la dejen más barata, dime ¿quieres la casa?

La casa es hermosa, aunque aun no la he visto por dentro, su fachada es hermosa y muy parecida a la de Lydia, en realidad aquí todas las casas son muy parecidas.

— Pues sí, es hermosa, pero... — no termino de decir porque el aplaude interrumpiéndome.

— No hay nada mas que decir, la casa será tuya. Ahora echemos un vistazo por dentro.

No digo nada, porque me interrumpe cada que quiero hacerlo, así que solo me resigno y dejo que el abra la puerta.

Y lo dije, la casa es muy parecida a la de Lydia, por no decir que es igual, tiene una gran sala de estar donde hay algunos muebles, las escaleras que llevan a las habitaciones, está la cocina, la habitación de abajo y el jardín en la parte trasera.

La obsesión del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora