Narrador omnisciente.
Las grandes puertas del salón se abrieron otorgándole el paso al monarca de Diermissen, quien camino con paso seguro destilando su poder a cada paso que daba, ganándose las miradas del millar de personas allí presentes algunos mirándolo con admiración y respeto, otros tantos con deseo y amor, y uno que otro lo miraba con envidia, rencor y odio.
Los invitados habían estado nerviosos ante la ausencia del monarca, pero una vez el tomo asiento en su trono la fiesta dio inicio y los invitados poco a poco lograron tranquilizarse.
Las grandes puertas volvieron a abrirse y por ellas entro, liderando, la pequeña princesa Diermissen, quien atrapo las miradas de todos los presentes, con su vestido rojo y la tiara en su cabeza le dejo claro a todos a que familia pertenecía y quién era. Tras ella iban sus primos y tras estos la monarca de Auroria con su esposo y Atenea, quien también robo miradas y atrajo la mirada de curiosos y envidiosos porque solo una cosa podía significar que ella también llevara un vestido rojo.
Todos los presentes se preguntaban quién era esa niña y los que estaban más cercanos a ella lo supieron de inmediato al notar el parecido entre el rey y la niña.
Si no fue suficiente con verla, lo fue y le dejo claro a todos quien era, cuando camino con paso decidido hacia el rey quien se había levantado y la esperaba sonriendo con orgullo e inmenso cariño.
Cuando estuvieron frente a frente él le tendió la mano y dijo:
— ¿Me concede el primer baile princesa?
— Sí — respondió la pequeña un poco sonrojada por todos los ojos que la miraban.
El rey se arrodilló frente a ella, tomo su pequeña mano y dando un beso allí la levanto en brazos y ordenó a los músicos iniciar la canción del baile.
Tomo la pequeña mano de su hija y dándole un beso en la mejilla, comenzó a moverse al ritmo del vals.
La pequeña princesa Diermissen le sonreía a su padre con todos los dientitos observándolo con amor y admiración, se sentía un poco tímida, pero cuando notó la sonrisa de su padre la timidez dio un paso al lado, su papi y su mami estaban allí con ella no tenía por qué temer y ella era la princesa Diermissen no podía demostrar miedo, se decía.
Los invitados observaron la acción del rey no pudiendo creer lo que sus ojos veían, y una de las preguntas que más saltaba entre ellos era: "¿Cuándo él rey tuvo una hija?"
Los ojos del millar de personas allí no se apartaban de ellos y poco le importaba al rey lo que estos pensarán u opinarán, él bailaría con su hija y está sería su heredera.
Algún día la vería convertirse en reina y deseaba con ansias ser él quien pusiese la corona en su cabeza, convirtiéndola en la reina de Diermissen.
De solo pensarlo se llenaba de orgullo y de un cariño inimaginable por su pequeñita, quien lo observaba con adoración y admiración, mientras él le sonreía con amor infinito y orgullo.
La abrazó, queriendo meterla en una burbuja de cristal para que nada jamás la dañara, prometiéndole en ese abrazo no permitir jamás que algo la dañase.
Atenea los observaba con el corazón rebosándole de ternura sin duda aquella escena la había conmovido a más no poder, sus ojos se habían cristalizado al observar la felicidad de su pequeña y lo hermosa de la escena frente a ella.
Sin duda el rey había sido malo con ella en el pasado, pero al observar la adoración con la que miraba a su pequeña supo y estuvo segura de que él jamás sería un mal padre con su hija y eso la llenaba de un alivio inmenso, pues sabía que su hija jamás sería tratada como lo había sido ella en el pasado y desde luego ella jamás lo permitiría.

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La obsesión del rey
Historical FictionUna historia con Reinos y Reyes, Odios y Amores, Obsesiones y Redenciones... Alessandro es el rey de un reino llamado Diermissen, poderoso e imponente. Ha hecho de su reino el más grande y eso ha generado envidia entre los otros reyes. Para todos es...