Capítulo 38.

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Atenea.

Me había sentido mareada y con una sensación nauseabunda desde hace unos días.

Había salido corriendo al baño, luego de almorzar, a regurgitar todo lo que había ingerido, los mareos eran más constantes que hace unos días. Ya había pasado una semana y todavía no tenía noticias suyas, eso hacía que mi malestar empeorara.

Mi madre y mi nana me habían empezado a ver raro estos días y las había visto hablar entre ellas cada vez que surgía un mareo o corría al baño.

— Cariño ¿Estas bien? — Escuche la voz de mi madre al otro lado de la puerta precedida a los golpes que le daba a esta. Ni siquiera pude responder porque volví a vomitar.

La última vez que me sentí así fue cuando estaba... embarazada.

Solté un jadeo por la impresión y me lleve una mano al pecho, el vómito termino ante ese pensamiento.

— ¿Está bien mi mami, abuelita? — escuche la voz tierna de mi hija, mientras me lavaba la boca y las manos.

— Si, cariño, solo es un malestar pasajero. — Abrí la puerta en ese momento encontrándomelas frente a la puerta.

— ¡Mami! — Mi hija me extendió los brazos para que la alzara, la tome dándole un beso en la mejilla. — ¿Estas bien, mami?

—Si, mi amor, ya se me pasara. — le dije acariciando su rostro, volviendo a darle un beso para que se tranquilizara y no se preocupara.

Mi madre me miro con ojos curiosos y luego una sonrisa adorno su rostro.

Mi nana entro en ese momento a la habitación con un vaso entre sus manos y una sonrisa igual de grande que la de la mujer frente a mí.

— Esto te ayudara con las náuseas, cariño. — Me tendió el vaso y yo lo tome dudosa al contemplar el contenido, eso no se veía muy rico que digamos. Solo esperaba que tuviera razón y ayudara.

No lo pensé mucho, me llevé el vaso a la boca conteniendo la respiración y lo bebí de un solo trago. Artemisa hizo una mueca y negó con la cabeza.

Hice una mueca, sabia horrible.

—!Ughh¡—Se removió en mis brazos haciendo muecas de desagrado. — Que feo, mami, yo no quiero, gracias.

En cuanto la baje salió corriendo de la habitación lejos de sus abuelas.

Soltamos una carcajada al verla huir.

— Cariño. — empezó mi madre, fue hasta la cama y dio palmaditas a su lado para que me sentara. — He visto como has estado estos días y me ha llevado a pensar que tú puedes estar embarazada, pero no sé si sea posible, dime una cosa ¿Tú y Alessandro han... estado juntos? — Veo la duda reflejada en su rostro y tomando un respiro lentamente asiento confirmando sus sospechas.

Su sonrisa vuelve esta vez mas grande que la anterior reflejando cuan emocionada esta. Mi nana se lleva las manos a la boca impresionada, confirmando también sus sospechas.

— Eso quiere decir que... ¡Vamos a ser abuelas otra vez! — las dos gritan contentas y se lanzan a abrazarme.

— Yo no... no lo se. — murmuro y ellas se detienen para mirarme.

— Haber, ¿Cuándo tenía que llegarte la... ya tú sabes? — Mi nana me mira queriendo saber mi respuesta a su pregunta.

— Antes... antes de salir del palacio. — respondo no muy segura, empezando a hacer cuentas. Me llevo una mano a la boca al caer en cuenta del tiempo que llevo sin menstruar. — Creo... creo que como una semana antes de venir.

La obsesión del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora