Atenea.
Me había sentido mareada y con una sensación nauseabunda desde hace unos días.
Había salido corriendo al baño, luego de almorzar, a regurgitar todo lo que había ingerido, los mareos eran más constantes que hace unos días. Ya había pasado una semana y todavía no tenía noticias suyas, eso hacía que mi malestar empeorara.
Mi madre y mi nana me habían empezado a ver raro estos días y las había visto hablar entre ellas cada vez que surgía un mareo o corría al baño.
— Cariño ¿Estas bien? — Escuche la voz de mi madre al otro lado de la puerta precedida a los golpes que le daba a esta. Ni siquiera pude responder porque volví a vomitar.
La última vez que me sentí así fue cuando estaba... embarazada.
Solté un jadeo por la impresión y me lleve una mano al pecho, el vómito termino ante ese pensamiento.
— ¿Está bien mi mami, abuelita? — escuche la voz tierna de mi hija, mientras me lavaba la boca y las manos.
— Si, cariño, solo es un malestar pasajero. — Abrí la puerta en ese momento encontrándomelas frente a la puerta.
— ¡Mami! — Mi hija me extendió los brazos para que la alzara, la tome dándole un beso en la mejilla. — ¿Estas bien, mami?
—Si, mi amor, ya se me pasara. — le dije acariciando su rostro, volviendo a darle un beso para que se tranquilizara y no se preocupara.
Mi madre me miro con ojos curiosos y luego una sonrisa adorno su rostro.
Mi nana entro en ese momento a la habitación con un vaso entre sus manos y una sonrisa igual de grande que la de la mujer frente a mí.
— Esto te ayudara con las náuseas, cariño. — Me tendió el vaso y yo lo tome dudosa al contemplar el contenido, eso no se veía muy rico que digamos. Solo esperaba que tuviera razón y ayudara.
No lo pensé mucho, me llevé el vaso a la boca conteniendo la respiración y lo bebí de un solo trago. Artemisa hizo una mueca y negó con la cabeza.
Hice una mueca, sabia horrible.
—!Ughh¡—Se removió en mis brazos haciendo muecas de desagrado. — Que feo, mami, yo no quiero, gracias.
En cuanto la baje salió corriendo de la habitación lejos de sus abuelas.
Soltamos una carcajada al verla huir.
— Cariño. — empezó mi madre, fue hasta la cama y dio palmaditas a su lado para que me sentara. — He visto como has estado estos días y me ha llevado a pensar que tú puedes estar embarazada, pero no sé si sea posible, dime una cosa ¿Tú y Alessandro han... estado juntos? — Veo la duda reflejada en su rostro y tomando un respiro lentamente asiento confirmando sus sospechas.
Su sonrisa vuelve esta vez mas grande que la anterior reflejando cuan emocionada esta. Mi nana se lleva las manos a la boca impresionada, confirmando también sus sospechas.
— Eso quiere decir que... ¡Vamos a ser abuelas otra vez! — las dos gritan contentas y se lanzan a abrazarme.
— Yo no... no lo se. — murmuro y ellas se detienen para mirarme.
— Haber, ¿Cuándo tenía que llegarte la... ya tú sabes? — Mi nana me mira queriendo saber mi respuesta a su pregunta.
— Antes... antes de salir del palacio. — respondo no muy segura, empezando a hacer cuentas. Me llevo una mano a la boca al caer en cuenta del tiempo que llevo sin menstruar. — Creo... creo que como una semana antes de venir.
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La obsesión del rey
Historical FictionAlessandro Diermissen, rey del reino Diermissen, ha estado obsesionado desde niño con la hija de los Beasley, una familia de sirvientes del reino Green, en todos los sentidos es incorrecto, el rey no puede enamorarse de una plebeya. Pero poco le imp...