Capítulo 22.

556 41 3
                                    

Atenea.

No pude dormir en toda la noche, mi mente no paro de divagar y escrudiñar lo que había dicho mi Nana horas antes.

Todo lo que había dicho aún no era del todo procesado por mi cerebro. Aún no lo entendía ¿Cómo es que yo, una simple sirviente de aquel reino terminó siendo la princesa de un reino extinto?

No lo entendía, había dado vueltas en la cama durante toda la noche sin poder entenderlo. Las ojeras bajo mis ojos eran la prueba de mi insomnio.

¿Cómo era posible?

Dios...

Mi cerebro retumbaba esforzándose por comprenderlo, yo princesa de un reino llamado Sylvaria, la sola idea me parecía absurda. Tenía que ser una broma, un mal chiste.

Después de vestir y darle el desayuno a mi bebé, tengo una dirección fija, necesito que alguien aparte de mi Nana lo confirme o que al menos se sorprenda tanto como yo.

Al llegar a aquella puerta los guardias no hacen intento por detenerme simplemente abren la puerta para que pase.

Allí está él, con la mirada fija en los documentos que tiene enfrente, luciendo tan pulcro como siempre.

Doy unos cuantos pasos y eso basta para que él levanté la mirada con el ceño fruncido.

Parece sorprendido.

Se levanta y en segundos lo tengo frente a mí.

— ¿Sucedió algo? — cuestiona revisándome con la mirada.

Asiento mirándolo fijamente.

— No he hecho nada para incomodarte o eso creo. — murmura rápido luciendo perturbado ante la idea.

Niego y él vuelve a fruncir el ceño.

— ¿Qué sucedió entonces? Estoy intrigado, no habrías venido de no ser algo que te perturbara.

Cierro los ojos y suelto un suspiro pesado.

— Me enteré de algo y todavía no he podido asimilarlo me parece inverosímil. No sé cómo puede ser posible.

Alessandro frunció el ceño luciendo más confundido.

— ¿Qué sucedió?

— ¿Tú conoces Sylvaria? — pregunté con la voz resquebrada.

Él asintió confuso. — Así es, mis padres eran amigos de los reyes, lo visite en varias ocasiones de niño. ¿Por qué me lo preguntas?

Aquello era buena señal, él no parecía saber de lo que estaba hablando y eso me consoló un poco, saber que él no lo sabía me consolaba.

— ¿Ellos tenían una bebé?

— Así es, pero ella desapareció cuando Green atacó el reino y se dio por muerta junto a su Nana. — se alejó un poco y me observó atentamente frunciendo más el ceño — mi diosa, no te estoy entendiendo ¿Por qué estás haciéndome todas estas preguntas?

No preste atención a su mote y volví a preguntar.

— ¿Qué sucedió con los reyes? ¿Dónde están?

Suspiro. — Según lo último que supe están en Frosthold, cuando Green atacó los soldados de este reino los llevaron hasta allá. ¿Por qué lo preguntas? — Volvió a insistir.

— Dios... Es que mi Nana me dijo que y-yo soy la princesa de Sylvaria. — suelto.

Su cara de estupefacción, estoy segura fue igual que la mía.

La obsesión del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora