Capítulo 4

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Mi corazón se paraliza por un instante al ver como mi nombre no se encontraba en aquella lista.

—Disculpe... —Miro a la mujer a mi lado. —No encuentro mi nombre en la lista. —Ella baja la mirada y me observa con una expresión muy seria.

—Si no estás en la lista, no hay examen. —Dice, yo abro los ojos muy grandes. —¡Siguiente! —Grita. Yo la miro serio.

—Debe haber un error. —Saco de mi mochila el papel en el cual especificaba mi cita para tomar el examen hoy a esta hora. —Mire, aquí tengo mi carta para el examen. —Extiendo mi brazo hacia ella. Ésta me mira con fuego en los ojos por unos segundos para acto seguido tomar el papel de mala gana de entre mis dedos y comenzar a leerlo.

Algunos momentos pasan; mi corazón palpitando fuerte dentro de mi pecho.

—Haré una llamada. —Se inclina, toma un teléfono viejo que había sobre el escritorio y marca un número. —Silvia, ¿puedes revisar este nombre por mí? —Mira la carta en su mano. —Ethan Muller... sí. —Asiente. —Ajam. —Me observa. —¿De verdad? —Me mira de arriba a abajo con desprecio. —Está bien. Adiós. —Cuelga el teléfono muy fuerte para acto seguido extender su brazo hacia mí y entregarme el papel. —Firma abajo y siéntate, estás en la lista. —Yo sonrío de medio lado para acto seguido plasmar mi firma en aquel papel y tomar asiento.

Veo como aquella chica, ¿cómo era que se llamaba?... sí, Laura, procede a firmar también aquel papel. Ésta sentándose en el pupitre justo a mi lado.

—¿Listo para esto? —Murmura ella. Yo la miro de reojo en silencio mientras saco de mi mochila algunos lápices y borradores. —A mí me sudan las manos. —Se muerde su labio inferior. Yo niego levemente con la cabeza.

—Tener nervios antes de un examen no es lo más propicio. —Digo cerrando mi mochila nuevamente. Ella se lleva las manos a la boca y muerde de sus uñas.

—Lo sé, pero no puedo evitarlo.

En ése momento, la mujer de hace un rato comienza a hablar. Ésta explicando las normas y que los resultados los obtendríamos algunos días después a través de una carta por correo o un mail. Luego, comenzamos con el examen.

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Después de tomar el examen, el cual cabe decir que estuvo bastante difícil para ser sinceros, tomé mis pertenencias, salí de la universidad y caminé hasta el estacionamiento. Debía encontrar algún motel cercano o algún lugar donde pasar la noche para así mañana temprano comenzar a conducir de regreso a casa.

—¡Oye tú! ¡Ethan! —Vuelco los ojos al escuchar aquella voz. Me detengo en medio del aparcadero y miro sobre mi hombro... era ella. Mi mano derecha sujetando el tirante de mi mochila. La otra cargando los libros de texto. —¿Cómo te fue en el examen? —Continúo caminando hacia mi auto. Ella ahora a mi lado, su respiración agitada por el correr para alcanzarme.

—Creo que bien. —Me encojo de hombros.

—Creo que a mí tambien. —Dice emocionada. —Tal vez logremos entrar. —Me detengo frente a mi auto y la miro. Ella con una sonrisa de lado a lado en el rostro. Sus dientes perfectamente blancos asomándose de entre sus labios.

—Sí. —Asiento para luego colocar los libros sobre el capó de mi mustang y buscar las llaves en el bolsillo izquierdo de mi pantalón.

Todos Son Culpables ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora