Capítulo 26

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Todos nos quedamos perplejos e inmóviles al ver a Bett con aquella sartén en la mano. La chica salió de la nada repentinamente y le dio un golpe lo suficientemente fuerte como para derribar a Kale.

—¿Está muerto? —Grita Mady agarrándole el brazo a Laura, nerviosa. Laura la mira con los ojos entrecerrados para luego mover su brazo bruscamente y soltar el agarre de ésta de mala gana.

Bett tira la salten y esta cae al suelo haciendo un ruido metálico fuerte; su vista clavada en Kale.

—¿Lo maté? —Noto como sus ojos se cristalizan. Mayson rápidamente suelta el cuchillo sobre la encimera y corre hacia Kale. Éste le coloca delicadamente sus dedos en el cuello y espera.

—Está vivo. —Nos mira. —Solo inconsciente. —Se para del suelo.

—Bueno, atémoslo antes de que despierte. —Digo, me acerco al cuerpo inconsciente de Kale y le agarro de un brazo. Mayson me ayuda tomando al chico del otro y entre los dos ponerlo en pie y comenzar a arrastrarlo hasta la sala de estar. Laura agarra una silla del comedor y la pone en medio del lugar.

Yo y Mayson sentamos a Kale en ella, y mientras yo le sujeto en el lugar, Mayson le ata las manos tras la silla con la cuerda.

Una vez Kale está amarrado a la silla, todos tomamos una bocanada de aire al sentir como un peso se nos liberaba de los hombros. Sintiéndonos ahora más seguros.

—¡Esto es ridículo! —Mady va a la puerta principal de la cabaña e intenta nuevamente abrirla. Pero el hielo y la nieva aún la tenían bloqueada.

—Pero al menos ya lo atrapamos. Ya estamos seguros. —Habla Bett con una diminuta sonrisa de satisfacción en los labios.

—Sí, eso creo —Asiente Mayson.

En ese momento, vemos como Kale comienza a mover la cabeza levemente. Todos damos un paso hacia atrás y le observamos.

—¡Son unos hijos de puta! —Ríe de forma burlona. Su cabeza aún inclinada, sus ojos cerrados.

—¡El único hijo de puta aquí eres tú, Kale! —Bett le señala con el dedo índice. —¿Cómo pudiste matar a Lary? ¡Jamás te lo perdonaré! —Llora.

—¡Ya no diré nada más, jódanse! —Alza un poco la vista y nos mira de aquella manera la cual que juro me provocó escalofríos.

—¡Maldita rata! —Bett se gira, camina hasta la chimenea y toma aquel instrumento de metal que se utiliza para revolver el carbón caliente. Ésta avanza a paso ligero hacia el chico, peligrosamente. —¡Te arrancaré los ojos uno por uno, imbécil! —Dice, pero justo cuando va a arremeter contra el chico, yo le sujeto el brazo fuerte y la detengo.

Su mirada y la mía se encuentran; yo niego con la cabeza.

Bett suelta aquel instrumento e inmediatamente corre entre lágrimas escaleras arriba. Todos nos quedamos helados.

—Son tan patéticos. —Ríe por lo bajo Kale. Todos le miran, pero nadie dice nada por unos momentos.

—¡Saben qué, ya me harté! —Mady comienza a dirigirse hacia las escaleras. —Iré a saltar por una ventana. —Sube el primer escalón.

—Te congelarás y morirás. —Ríe Mayson de forma burlona. —Los autos ni se ven Mady. ¿Cómo mierdas piensas salir de aquí? Te hundirás en la nieve. Piensa un poco, ¿sí? —El chico se toca la frente como queriéndole decir a la chica que usara su cerebro. Ella solo vuelca los ojos y se marcha escaleras arriba.

Yo suelto un suspiro.

—Oye Laura, ¿crees que podamos hablar? —Mayson juega con los dedos de sus manos mientras se acerca a la chica lentamente. Yo me quedo en silencio, observando.

Todos Son Culpables ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora