Capítulo 12

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Colocándome una camisa blanca desabotonada hasta debajo del pecho y unos tirantes negros sujetados de mis pantalones mahón del mismo color, procedo a colocarme los zapatos entretanto veo a Mayson peinarse frente al espejo.

—¿Te unirás a una de las fraternidades? —Pregunta el chico colocando la peineta devuelta dentro de su armario. Yo niego.

—No estoy interesado. —Termino de atarme los zapatos. Mayson toma las llaves de su auto y se las coloca en el bolsillo trasero de su pantalón.

—Ten claro que querrán reclutarte. De eso se trata esta fiesta, de encontrar carne fresca para sus depravaciones. —Ríe por lo bajo. Yo no digo nada.

—¿Te unirás tú a una? —Pregunto, él asiente.

—Sí, tengo piensos de unirme a la Zeta Phi Mu. —Sonríe de medio lado. —Se dice que esa es la que mejor fiestas da... y mejores drogas consigue. —Murmura acercándose a mí. —Bueno, larguémonos de aquí antes de que se nos haga tarde. —Doy media vuelta y abro la puerta, Mayson me sigue. —Tengo que buscar a Laura a su departamento, pero no me iré sin antes una mamada. —Ríe. Yo trato de disimular la expresión de incomodidad en mi rostro.

Ya se lo que sentía el pobre infeliz de Kale...

Bajando las  escaleras hasta el edificio principal junto con Mayson, los dos tomamos caminos separados cuando éste se encamina hacia el ala de las habitaciones de las chicas. Yo hago una mueca con el rostro al saber que iba en camino a su habitación, pero... ¿qué le podía hacer? Estos sentimientos encontrados que estaba sintiendo en estos momentos eran por mi propia culpa. Por haber caído en los encantos de esta chica y haberle permitido acercarse a mí hasta el punto en el que lograra adherirse a mi pecho como una blandita puesta sobre la piel... la cual alivia al posarse sobre ti, pero duele al alejarse y ser retirada.

Adentrándome a mi Mustang, enciendo la radio con música rock fuerte entretanto coloco el GPS en mi teléfono celular con dirección a la casa de las fraternidades. Cuando de pronto, veo como la puerta del pasajero se abre y Mady se adentra a mi vehículo. Yo la miro con el entrecejo fruncido... confundido.

—¡Hola guapo! —Cierra la puerta del auto, se voltea hacia mí y me pasa su mano delicadamente por mi mejilla. Yo me inclino un poco hacia atrás, alejándome de ella.

—¿Qué haces aquí? —Pregunto bajándole al volumen de la música. Ella sonríe.

—Hueles tan bien... —Se inclina hacia mí y me olfatea cerrando los ojos por un momento, acto seguido se muerde el labio inferior y me mira de aquella manera tan... peculiar.

—Mady, ¿por qué estás en mi auto? —Insisto.

—Bueno, bajaba con Bett y con Laura cuando nos encontramos a Mayson en el pasillo. Él dijo que bajó junto contigo y que debías estar en el estacionamiento si no es que ya te habías ido, por lo que apresuré el paso para acompañarte y que no fueras solito. —Coloca su mano sobre mi muslo, yo me tenso.

—Agradezco toda tu amabilidad Mady... —Tomo su mano delicadamente y la saco de sobre mi pierna. —Pero creo que aprecio la soledad. —Frunzo los labios. Ella ríe, como si hubiera dicho algo gracioso.

—Eres tan recatado Ethan. Eso es lo que me gusta de ti. —La veo tomar el cinturón de seguirdad y abrocharse. Noto como la Corvette de Mayson arranca quemando gomas junto con el auto de de Bett y el Mercedes Benz de Lary. —Mira, ya se van. —Señala. —Vamos, que se nos hace tarde. —Dice. Yo frunzo el entrecejo, pongo el auto en marcha, y avanzamos.

Sacando un cigarrillo de la gaveta de bajo la radio, tomo el encendedor en un alto y lo enciendo. Veo como la chica me mira... sé que seguramente me va a pedir que lo apague.

Todos Son Culpables ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora