Capítulo 30

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Me despierto por un leve dolor en el cuello, quizás por dormir sentado. Coloco mi mano sobre mi nuca y abro los ojos lentamente. Miro mi regazo y noto como Laura no estaba, por lo que me levanto inmediatamente. Siento como un frío me recorre el pecho al no verla, los palos de las escobas ausentes en la puerta.

Sin pensarlo dos veces, corro y salgo del cuarto de baño, miro a los alrededores en la habitación y es ahí cuando la veo... ésta cambiándose de ropa frente al armario.

—Buenos días, Ethan. —Dice colocándose una camisa por sobre su cabeza. —¿Estás bien? —Me Mira seria, una expresión de consternación en su rostro.

—Me asusté al no verte en el baño. —Digo tomando una bocanada de aire. Mis manos temblando.

—Me levanté ahora mismo. No quise despertarte. —Termina de colocarse la blusa, se me acerca y me da un beso en la mejilla. —Pero tranquilo, no he salido de la habitación. —Coloca sus manos en mis antebrazos. —No me atrevería a salir sin ti. —Niega. Yo solo me limito asentir levemente. —Si quieres aséate, luego bajamos al primer piso, para desayunar. —Me mira fijamente. Yo no digo nada... pensativo. Luego solo doy media vuelta y me adentro al baño nuevamente.

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Después de lavarme la boca y ducharme con agua fría y cortante; Laura y yo salimos de la habitación y nos encontramos con Kale en el pasillo. Esté fumándose un cigarrillo en aquel lugar.

—¿Estás demente? —Laura le mira con mala cara. —¿Por qué fumas aquí dentro? —Se le acerca y trata de tomar aquel cigarrillo de sus manos. Kale lo impide moviendo su brazo hacia arriba, fuera del alcance de ésta.

—¿A quién le va a importar? ¿A Bett, quién está muerta? —Bufa. —Ya no importa nada Laura... ya no más. —Vuelve y coloca aquel cigarrillo entre sus labios y toma una halada. Laura se le queda viendo seria. —¿Quieres Ethan? —Me muestra aquello en sus manos, yo lo pienso por unos momentos, pero al final termino tomándolo de entre sus dedos. En realidad lo necesitaba.

Coloco aquel cigarrillo entre mis labios y le doy una halada. Cierro los ojos al sentir el humo tibio inundando mis pulmones. Inmediatamente percibo como un peso se va de mis hombros y me siento un poco más relajado.

Lo sé, aún aquel cigarrillo no me hacía efecto, solo puede ser algo mental, pero sea lo que fuere me había ayudado.

Le devuelvo a Kale su cigarrillo y éste prontamente se lo coloca en la boca. Laura me mira con una ceja arqueada.

—Como sea, bajemos al primer piso. Tengo hambre, quiero ver si aún queda algo de comida. —Laura comienza a bajar las escaleras, Kale y yo le seguimos.

Al bajar, vemos como Mady aún está dormida en la silla, cabizbaja. Laura se adentra a la cocina directamente entretanto veo como Kale apaga la colilla de su cigarrillo contra los barandales de la escalera. Yo niego con la cabeza al ver aquello.

—Oye linda, ¿cómo se siente pasar la noche en una silla atado? —Kale bufa mientras se sienta en un sillón tirándose de espaldas a el. —¿Verdad que jode el cuello y los brazos? —Ríe. Pero Mady no le contesta.

Yo procedo a acercarme a la chica, su cabeza colgando; ésta inmóvil. Me agacho y la miro, y es ahí cuando veo unas marcas de cuerdas en su cuello... estaba muerta.

Doy dos pasos apresurados hacia atrás y me choco contra un mesita. Una lámpara cae al suelo y oigo como esta se hace añicos.

—Bro, ¿estás bien? —Pregunta Kale. Le veo sentarse bien en el sillón y mirarme serio.

Todos Son Culpables ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora