𝐷𝑖𝑠𝑜𝑟𝑡𝑒𝑑 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑡𝑦

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El joven castaño de iris verdosos abrió los ojos con pereza, las ásperas y sucias cobijas no hacían más que causarle comezón y estaba seguro que uno de los resortes del colchón se había botado ya que le dolía bastante la espalda.

Se levantó, estirando su cuerpo con cuidado, causando que varios de sus huesos crujieran en el acto, su medianamente largo cabello estaba pegado a su frente por causa del sudor y se sentía realmente asqueroso por lo que se decidió por bañarse.

Tomó un montón de ropa al azar y se metió al baño, abriendo el agua fría y metiéndose debajo de ésta, no le importó el escalofrío que recorrió su cuerpo y continuó tallandose con el jabón, sintiendo su piel de gallina por el cambio de temperatura.

Al finalizar se vistió, lo mismo de siempre, un par de shorts viejos y una camisa cualquiera, aún con el cabello húmedo fue a la cocina del lugar en el que ahora vivía.

Era amplia, de relajantes colores crema, un piso de losas blancas y relucientes casi creaba el reflejo de las cosas, había varios gabinetes con platos, vasos, tuppers, etc., el lavabo vacío y de un resplandeciente color metálico, las manijas de agua eran blancas con detalles dorados.

La estufa era de un brillante metal, completamente limpia, lista para usarse, el mesón blanco tenía varios alimentos que no necesitaban refrigeración encima y tenía otros electrodomésticos como un horno de microondas, una licuadora, etc. Cosas que eran de esperarse del sitio en el que vivía ahora.

La cocina estaba conectada al comedor a través de un pequeño pasillo, tenía un par de cortinas cortas y traslúcidas, luego había un espacio y después estaba la mesa, hecha de madera, con los bordes en un tono más claro y cubierta en una delgada capa de resina para evitar que la madera se deteriorara.

Se preparó el desayuno y comió en silencio, no había nadie más después de todo, solo miraba a su alrededor, el piso estaba realmente sucio y todo estaba desordenado, le daba asco vivir así, pero tenía que aguantar, no podía irse aunque quisiera.

Una vez terminó su nutritivo cereal llevó el bowl a la cocina para lavarlo, suspirando al ver la cantidad de trastes que tenía que lavar, eran demasiados, volteó a su derecha, viendo la vieja estufa llena de óxido hecha un asco de igual forma, tenía que lavarla también.

Después de casi dos horas limpiando la cocina secó sus manos con un trapo y fue a la sala, dejándose caer sobre el mullido sillón y mirando su celular para entretenerse.

Pasó el tiempo y comenzó a dolerle la espalda, por lo que se levantó de ese pila de astillas y tela corroída que llamaba sillón, debería sacarlo, se veía mal, estaba sucio y roto, ya no le servía.

Se dirigió a su habitación, saltando sobre el suave colchón y tapándose hasta el cuello con las cálidas mantas, mirando por la ventana la bella tarde lluviosa, nunca había sido fan de el calor, se ponía irritable además de que sudaba bastante, no entendía cómo había gente que le gusta estar a 40° y oler a sudor.

Se quedó acostado, mirando a un punto en la nada, su casa estaba completamente en silencio, demasiado, incluso pensaba que estaba en una realidad alterna o algo así, para ser una ciudad tan grande cuya vida eran las apuestas y las fiestas, las calles estaban vacías.

El zumbido de su teléfono llamó su atención, había recibido un mensaje, lo leyó sobre la barra de notificaciones para no tener que abrirlo, no reconoció el número así que solo lo ignoró, quién sabe, a lo mejor querían estafarlo.

Se sentía demasiado cansado y eso que no había hecho mucho, por lo que comenzó a quedarse dormido, se lo merecía, había estado esforzándose toda la semana, acostumbrarse a una nueva vida era bastante agotador aunque el ruido de alguien tocando en la puerta de su cuarto hizo que se deshiciera de ese plan.

• 𝘐𝘯 𝘋𝘦𝘣𝘵 • 𝘒𝘢𝘳𝘭𝘕𝘢𝘱𝘐𝘵𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora