73 | The cold hard truth

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73 | The cold hard truth

Miércoles 27 de Septiembre de 2023
Montecarlo, Monaco

-Buenos días, Julie...- sonrió coqueto Charles, quién vestía un piluso en su cabeza a juego con unos lentes oscuros que no tardó en quitarse al sentarse juntos en una pequeña mesa al aire libre, estando en la famosa cafetería frente al casino de Mónaco donde bastante gente los rodeaba aunque no parecían querer invadir su espacio personal con peticiones de fotos o autógrafos. -Te ves... muy hermosa...- comentó con honestidad, sin poder evitar hacer un puchero con sus labios mientras la muchacha se sonrojaba de inmediato.

-Gracias...- exhaló con una sonrisa nerviosa, pensando tontamente en lo celoso que estaría Max en ese momento quién por cierto, había salido con Lando y algunos amigos del inglés a jugar al paddel; algo que quizá necesitaba el holandés para despejarse y escapar de la monotonía. -Pero tampoco es que un jean y un sweater sean la gran cosa...- añadió al mirarse a sí misma, un tanto llamativa por su comentario tan halagador mientras se acercaba con la silla un poco hacia la mesa, haciendo reír al monegasco que también se había ruborizado.

-No hablaba de la ropa, de hecho...- comentó tímidamente, siendo interrumpidos por el mesero que les dejaba los menúes de sólo una hoja plastificada, notando cómo la muchacha frunció su ceño llena de intriga luego de haber agradecido con un asentir al chico de delantal. -Me refiero a que estás... no lo sé... radiante, tus ojos brillan y el cabello enrulado de verdad que te queda precioso...- se explicó con un curioso titubeo en su voz, para luego bajar la mirada y sonreír cohibido al notar la expresión de asombro y halago en la pelinegra.

-Charles... ¿Qué quieres pedirme?- cuestionó divertida ante tantos elogios provenientes del monegasco que realmente la habían dejado muy coqueta y tímida en su interior, eligiendo creer que se venía algún favor más que sinceros comentarios, viendo cómo el castaño empezaba a juguetear con los numerosos anillos que adornaban sus dedos por encima de la mesa.

-Nada.- rió ofendido ante su insinuación, sin poder escapar aún de su tonalidad rojiza que cubría parcialmente su rostro, para ver cómo la mujer negaba con su cabeza incrédula y desviaba su atención hacia los renglones del menú. -Sólo me alegra verte más relajada a comparación del fin de semana en Japón...- añadió, refiriéndose a su estado anímico decaído que había notado en ella durante esos días y del cuál desconocía el por qué, recibiendo nuevamente sus ojos verdosos que se arrugaron un poco por la sonrisa tímida que se formó en sus labios; sin aportar ningún comentario al respecto. -Yo voy a pedir un capuccino... y la señorita...- habló en francés una vez que el camarero regresó a los pocos minutos para tomar su orden, seguido de señalar con su palma extendida a la chica en forma de darle la palabra.

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