Durmiendo con el enemigo.

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La lluvia caía intensamente.

Por cada segundo que pasaba solo se hacía más intensa. Sin intención de terminar.

Los truenos resonaban a lo largo y ancho del cielo, iluminando las nubes negras que lloraban con fuerza sobre los territorios de Yunmeng Jiang gestando una gran tormenta.

Debido a dicha tormenta repentina, el festival se había pospuesto para el día siguiente y todos habían corrido a buscar refugio.

Soltó un suspiro —otro de tantos en las últimas horas—, y le envío una mirada acusadora a la otra persona al lado de la ventana, en el otro extremo de la habitación.

—Si sigues mirándome así me harás un agujero en la cabeza.

De la nada, Lan XiChen habló con una pequeña sonrisa en su rostro volteando a verlo, pero al mismo tiempo un rayo cayó e iluminó la escena, dándole un aspecto algo...

inquietante.

“Si sigues mirándome así me harás un agujero en la cabeza. Creo que ya no quieres los ojos ¿No? Entonces te haré un favor y te los quitaré”.

Se estremeció de pies a cabeza cuando el recuerdo de las mismas palabras dirigidas a Jin GuangShan salieron de la boca del contrario.

—Solo intentaba bromear —aclaró al ver que su intento de broma no fue bien recibida.

—¡Ya lo sé!... ¡Y no te estaba viendo! —se defendió y volteó su visita hacia la puerta para cambiar de tema— ¿Por qué demonios tardan tanto? —cansado de esperar se paró y fue a abrirla con la intención de bajar a la recepción de la posada.

Sin embrago al abrirla llegaron a dejar agua para el baño y la ropa que habían pedido así que luego de murmurar un “por fin” se hizo a un lado y los dejó pasar.

—Voy primero —anunció tomando un cambio de ropa y sin esperar respuesta desapareció detrás del biombo y se metió al cuarto de baño.

Ya dentro de la pequeña habitación lateral, se deshizo de la fachada de indiferencia que había mantenido las últimas horas y en cambio, se hizo un ovillo en la esquina tirando de sus cabellos con ambas manos.

¡Sus niveles de estrés estaban por los cielos!

«¡Te dije, aléjate de él no ve y quédate con él!» se reprochó mentalmente sacudiendo la cabeza de lado a lado.

¿Cómo habían resultado las cosas así?

Ah, sí, ya se acordó.

Solo fueron una serie de pequeños eventos desafortunados que lo habían llevado a terminar en 'esa' situación.

[...]

Quiero ir a ver los fuegos Artificiales —repitió con una voz chillona y chasqueó los dientes—  ¡Ni que fuera su sirviente! —exclamó dándole un fuerte mordisco a su manzana caramelizada—. No, no, muy bien hecho Jiang Cheng, ¡Eres inmune a los encantos de los protagonistas! —se felicitó orgulloso.

No habían pasado ni cinco minutos desde que había dejado atrás al Lan.

Entre su monólogo, vió una banca desocupada al lado del camino y decidió ir a sentarse para disfrutar a gusto de sus dulces. Comió las manzanas acarameladas, los dulces de miel, los dulces de leche, las frutas confitadas y varios bollos dulces de distintos frutos hasta que se le acabaron.

Ya con mucha azúcar en su sistema y con el buen humor renovado, decidió volver a probar suerte con las apuestas por lo que tomó su bolsa de dinero y se dirigió a los puestos de juegos.

¡Seré un villano! -Xicheng-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora