No quiero terapia, quiero dinero.

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Viendo sus pertenencias regadas por toda su habitación, soltó un suspiro cansado.

—Como que pensándolo bien, quizá no debí de haberme excedido con las compras.

—Yo le dije, pero cada vez lo hacía usted decía “me lo merezco” —dijo haciendo una mala imitación de su voz— y luego procedía a gastar su dinero en tonterías.

—En su tiempo no parecían tonterías —se defendió ofendido.

—Si usted lo dice... voy a clasificar todo lo que hay aquí —señaló la montaña de túnicas que estaban sobre la cama— y venderé lo que no sirva. Cómo esto —dijo tomando una prenda al azar.

—Esa no —se la quitó al contrario— la voy a usar.

—Está bien. ¿Qué tal esta? —preguntó tomando otra.

—Tampoco. Su diseño me gusta.

—¿Esta?

—No. Es muy cómoda.

—Muy bien ¿Qué me dice de estas de acá? —mencionó señalando otras menos vistosas.

—Tampoco. Esas las guardo para una ocasión especial.

—¿Qué tal si mejor empezamos por los adornos? —preguntó dejando de lado las túnicas, señalando un quemador de incienso hecho de obsidiana.

—¿¡Estás loco!? ¡Si tocas este te cortaré las manos! —exclamó sosteniéndolo contra su pecho— ¡Es el primer regalo de MingJue!

Se lo había dado una semana atrás, justamente el día después de que le propusiera matrimonio ¿Cómo podría si quiera pensar en deshacerse de él?

Al parecer, Tao entendió sus pensamientos y no insistió más.

—Está bien, ese no. Mmh ¿Qué me dice de todos los atrapasueños que hay aquí? —señaló dichos objetos que estaban regalos por toda la habitación— podríamos vender algunos a buen precio.

—¡Claro que no!

—¡Pero hay como veinte!

—¿Y? Me sirven.

—¿Todos? —preguntó incrédulo.

—Sí, Tao. Todos.

—¡Joven amo! Sea serio, por favor —regañó— ¿¡No ve a su alrededor!? ¡No puede llevar tanto cuando se mude!

—Tks —resignado, tomó un gran puño de ropa al azar de la cama y la tiró a un lado— Ahí está. Deshazte de todo lo que hay ahí.

—¿Vió que no era tan difícil? Ahora si me disculpa —dijo agachándose a tomar las prendas— iré a vender esto antes de que se arrepienta.

—Sí, sí, lo que digas. Si alguien te pregunta-

—Les diré que se metan en sus asuntos.

—Exacto —asintió. Luego, cuando Tao salió de su habitación se sentó a la orilla de su cama, aún sujetando el quemador.

—Ay MingJue, ¿Ves lo que me haces hacer? —preguntó al objeto entre sus manos como si fuera este—. Entre tú y mí padre no sé quién de los dos es peor ¿Él por venderme o tú por comprarme? ¡Ah, la ironía! —suspiró—. Los dos hombres más importantes en mí vida, los mismos que más daño me hicieron...  Aunque al menos agradezco que no me haya vendido a un viejo, bueno, a uno más viejo que tú —agregó divertido.

Aunque con catorce años casi quince, aún seguía siendo mucho menor que el Nie quien tenía veintidós.

Pero bueno.

¡Seré un villano! -Xicheng-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora