Sandu, WǎnYín y el heredero

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¿Definición de alguien jodido? Jiang Cheng.

¡Una semana!

Había pasado una maldita semana desde el día que salió al mercado y desde entonces su salud había ido cuesta abajo.

Tan mal que unas ojeras se hicieron se hicieron notorias alrededor de sus ojos, que por cierto, contrastaban con su tez pálida cuál fantasma.

Ni que decir de poder conciliar el sueño.

No podía dormir sin despertarse en medio de la noche empapado en sudor producto de sus pesadillas.

Sí, lucía como una mierda.
¡Se sentía como una mierda!

Eso preocupó a Ze Tao quién luego de escucharlo en una de sus tantas pesadillas nocturnas sin resistirse más, se preocupó y le dijo a su nana la cuál exagerando fue a decirle a Wei WuXian que se encontraba mal.

¿Todo para que? Para que al día siguiente lo tuviera haciendo un escándalo en la entrada de su muelle, acompañado del mejor sanador equipado con medicamentos para cualquier dolencia, listo para revisarlo.

Por lo que fue arrastrado a su cuarto para que lo examinaran.

Por otro lado Wei WuXian daba vueltas en la puerta de su habitación esperando el resultado.

Y sí, después de mucho tiempo lo había dejado entrar en el muelle de madam Yu, ya que muy a su pesar habían formado alguna clase de vínculo —se negaba a llamarle hermandad—.

Cuando el sanador por fin abrió las puertas inmediatamente Wei WuXian entró y se acercó a Jiang Cheng quién estaba sentado en la orilla de su cama y sin dejar hablar al sanador comenzó a bombardearlo con preguntas, hasta que Jiang Cheng le metió un codazo para callarlo.

—¡Ay, A-Cheng! No lastimes mi pequeño y frágil cuerpecito —exclamó sobándose dramáticamente.

—De frágil no tienes nada. —respondió rodando los ojos— Cállate y déjalo hablar.

—Oh, sí. ¿Entonces qué tiene mi querido Shidi? —preguntó dirigiendo su atención al sanador.

—Descuiden, no es nada grave. Debido a una fuerte emoción su qi se alteró un poco, pero cómo le decía, no hay nada de qué preocuparse. Con un buen descanso recuperará su vitalidad.

—Uff, menos mal.

—Así es. Voy a recetarle un té que lo ayudará, si me permiten iré a pedir que lo preparen de inmediato —dijo haciendo una reverencia a ambos.

—Claro, muchas gracias —respondió Jiang Cheng y le hizo un ademan de irse.

—¿Y bien? —preguntó cuando estuvieron solos.

—¿Y bien qué?

—¿Por qué no me habías dicho que te sentías mal?

—Ya escuchaste, no era nada.

—¡Pero y si lo fuera! Ten en cuenta tú salud.

—¿Ah? —exclamó incrédulo al darse cuenta que estaba siendo reprendido. ¿Desde cuándo Wei WuXian era el maduro ahí?

—Le diré a los demás que estén al pendiente de ti.

—¿Estás diciendo que no puedo cuidarme yo solo?

—¿Qué? No-

—¡Puedo cuidarme yo solo! —exclamó frunciendo el ceño.

—Vamos ChengCheng, solo me preocupo por ti.

¡Seré un villano! -Xicheng-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora