La verdadera Máscara del Fantasma

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El gimnasio estaba destrozado. El suelo cubierto de arena. Jirones de lona desperdigados por toda la superficie. Trozos de cuerda. Supuse que eran los restos de más de un saco de boxeo. Sillas derribadas, algunas destrozadas.

La furiosa mirada incandescente de Andréi, me hizo temblar unos momentos. Era difícil no hacerlo ante semejante visión. Ojos rojos, colmillos fuera. Rostro deformado. Una criatura salida directa de las más oscuras pesadillas. El rostro de un monstruo.

Como un destello, volvieron a mi los recuerdos de no hace tanto tiempo en la clase de Literatura. Mi propio análisis del Fantasma de la Ópera y de lo que significaba su máscara. La realización me golpeó, como un rayo, veloz y fulminante. El miedo desapareció, sustituido por una certeza inquebrantable y cierto desprecio por mi misma.

___ Es eso. ¿Oh, no? Te he malinterprepetado desde el comienzo.

Perdida en mis propios pensamientos, dejé de ser dueña de mis acciones. Mis pies se adelantaron hasta ocupar el espacio personal de Andréi. Mi mano derecha subió hasta acunar su mejilla, la piel helada contrastaba contra mi palma cálida. Sus ojos se ensancharon, en lo que sería la primera expresión de sorpresa o verdadera emoción que viera en él alguna vez.

___Sí usas una máscara, como el Fantasma -continué en un susurro-. Pero ésta, es tú máscara. Tú odio, tú agresividad. Tús palabras agudas. Tú imagen de monstruo. Te has escondido detrás de ella por años. Para mantener lejos al mundo. Para alejarme a mi. ¿Por qué?

Mi mano continuaba sobre su mejilla. Mis pies me habían acercado demasiado. Compartíamos espacio y aliento. Nuestras miradas nunca se separaron. La sorpresa desapareció de su expresión, pero también el enojo. El rojo en sus ojos fue absorbido por el azul media noche. Bajo mi palma, sentí como palpitaba el músculo de su mandíbula.

___ Te dije una vez que no me romantizaras.

Su voz salió grave, gutural y rasposa. ¿Se suponía que fuera una advertencia? Su nuez de Adán subió y bajó. No rehusó mi toque tampoco, ni apartó la mirada. ¿Quién era este hombre tan complicado? Saqué la barbilla en un gesto obstinado. Cuando hablé, sin embargo, mantuve mi voz calmada y suave.

___ Nunca se me ocurriría. Tienes demasiadas aristas. Sería una tontería de mi parte, y un insulto a tú persona. Solo intento comprender el enigma qué eres, Andréi Trigorian.

El azul en su mirada fue tragado por el rojo. Obtuve un fugaz vistazo de la punta de sus caninos explotando bajo sus labios. La visión fue extraña y veloz. Sobre todo, porque en el mismo instante, la mano de Andréi retiró la mía; y él mismo se alejó de mi. Lo descubrí a un par de metros de distancia y ofreciéndome la espalda. Sus hombros se elevaron en una brusca inspiración.
Era la primera vez, que de forma voluntaria, me ofrecía tal visión. Normalmente solo me enfrentaba. Miré  mi mano, cosquilleaba con la presión que él había ejercido.

___ ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué es lo que quieres?

Su voz grave rebotó entre las solitarias paredes del gimnasio. Sus palabras eran tensas. Todo su cuerpo también lo estaba. No había ironías o burlas. Me estaba tratando... ¿cómo a su igual? Me crucé de brazos y aunque decidí no presionar la distancia entre los dos, tampoco aparté mis ojos de su figura.

___ Quiero respuestas. Quiero la verdad. Sobre mí. Sobre mi aldea. Mi relación con Edelweiss -dudé un poco antes de dejar salir mis siguientes palabras, pero finalmente reuní coraje-. Contigo.

Sus puños se apretaron hasta que los nudillos quedaron blancos. Sus hombros tan tensos que estaba segura, su columna se iba a quebrar. Pasé saliva, y a pesar de los agitados golpes de mi corazón, me las arreglé para que mis siguientes palabras aun fueran inteligibles.

Palacio de Cristal #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora