Lo que James acababa de contar era jodido. Muy jodido. Mi corazón dolió con la imagen del adolescente rechazado y perseguido por su familia. No era de extrañar que tuviera problemas de confianza. Con cariño, dejé que mis dedos rozaran su mano.
- Entonces, el Cónclave sobrenatural y los profesores accedieron a guardar el secreto con respecto a tu origen -murmuré con suavidad.
Llevaba unos cuantos segundos en silencio, mirando al techo. Mis palabras parecieron despertarlo. Su mirada atormentada volvió a fijarse en mí. Me dio un vago encogimiento de hombros.
- Si. El Cónclave había acordado mi conversión, como una manera de escarmentar a mi padre y a cualquier cazador que pensara romper las reglas. Fue un castigo ejemplarizante que en cierta medida, yo también merecía. A fin de cuentas fui el asesino. Sin embargo, teniendo en cuenta que yo había sido una víctima colateral también, me brindaron su protección. Sobre todo después de ver la reacción de mi padre. De hecho, creo que luego de presenciarla, se sintieron culpables. De todas maneras, ese no es un tema del que se pueda hablar por la libre. De la misma manera que muchos cazadores siguen añorando venganza, muchos sobrenaturales odian a los cazadores aun sin conocerlos. Comentar mi situación particular podría haberme buscado unos cuantos problemas. Unos pocos de los directivos de la escuela lo saben, pero son de absoluta confianza, y me ayudaron a aclimatarme. Para el resto, soy solo el hijo de un lord que tuvo la desdicha de cruzarse en el camino con un cambia-formas renegado -guardó silencio unos momentos, mirando al techo, y luego, con una expresión ausente murmuró-. De mi conversión hace casi tres años
- ¿Tres años? Entonces... ¿qué edad tienes?
Parecía un poco tonto preguntar eso a estas alturas, e incluso si lo miraba bien, parecía una pregunta tonta, pero era importante.
- Diecinueve. Cumpliré los veinte en seis meses.
¡Casi veinte! Eso nos dejaba con casi cuatro años de diferencia. Me detuve a estudiarlo con detenimiento. Si, era más alto que yo, pero honestamente, no era un record imbatible, yo solo mido un metro sesenta. Tenía músculos fibrosos, pero era bastante enjuto. Tenía la espalda ancha, pero sin trapecios definidos.
- ¿Qué pasa? -inquirió
- Es solo que..., te mire por donde te mire, te vez como un adolescente.
Bueno, eso no era tan cierto. Ahora que sabía, me era fácil ver el dolor y el cansancio en su rostro. Una expresión torturada que no debía estar ahí.
- Envejecimiento retardado -respondió-. Cuando nos convertimos, nuestro envejecimiento se ralentiza. Y si no, por qué crees que Amber, con quinientos años luce igual de joven que yo.
Cierto. Pregunta estúpida. Me acaricié los cabellos y aparté mi mirada de la suya. Ahora entiendo muchas cosas. Mi pecho dolió. Cuatro años de diferencias. Toda una vida de diferencias, en realidad. Con esa edad y su historial, era un hombre hecho y derecho, y ¿yo? Pfff. Una birria total. Otra pregunta más ácida surgió entonces... ¿qué edad tendría Igonda?
- ¿Qué pasa? -cuestionó preocupado
Sus dedos tomaron mi mentón con delicadeza y me obligó a mirarlo. Nuestros ojos se encontraron. Sentí las lágrimas quemando en el fondo, me separé de él mirando a otro lado mientras respondía.
- Lo siento. Ahora entiendo que estuvieras harto. Tú eres un hombre de pelo en pecho y yo soy y muchas veces me comporto como una niña. Es natural que....
Sus dedos estaban sobre mis labios. Silenciando mis palabras, y obligándome a mirarlo nuevamente. Su mano derecha limpió una lágrima traicionera que escapó. Había un profundo arrepentimiento y dolor en sus ojos ambarinos.
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Palacio de Cristal #PGP2020
VampireLa encrucijada estaba ante mí. Mientras mi corazón era consumido por el terror absoluto, mi cuerpo padecía en abrasadoras y agónicas oleadas. - ¡¿Por qué?! -grité desesperada Estaba cansada, había soportado todo y más. Sin embargo, él no me dejaba...