Esa voz. La ira se destapó como un volcán, aplastando por completo al terror y dándome nuevas fuerzas. Volví a debatirme, esta vez mi agresor me dejó ir. Ni bien estuve fuera de su alcance, me di la vuelta y le incrusté mi puño cerrado en la mandíbula. Un doloroso calambre se extendió desde mis nudillos hasta mi codo. James en cambio, no parecía para nada afectado. Sus ojos castaños mostraban una inquebrantable resolución.
— Supongo que me lo merecía –susurró
Aunque no sonaba para nada arrepentido. Se limitaba a enunciar un hecho.
Yo no estaba en control de mis emociones. Aun sacudiendo mi brazo para aliviar el dolor le grité:
— ¡Serás hijo de puta!
Como si nada hubiera pasado, en un veloz arranque, empujó su cuerpo contra el mío inmovilizándome contra la pared de roca. Su rostro se inclinó sobre el mío, las motas de oro en sus ojos casi sustituyendo al castaño por completo. Furia pura en su mirada. Entonces, su expresión se suavizó. Una de sus grandes y callosas manos acarició mis mejillas, limpiando las lágrimas que hasta ahora me daba cuenta corrían libremente. Hacía un montón de tiempo que no lloraba, pero también, hacía un montón de tiempo que no estaba tan asustada.
— Sshh, Espe. Los siento -su manos eran cuidadosas sobre mi piel-. Nunca te haría daño.
Puse mis manos sobre su pecho y lo empujé, casi sin fuerzas. Él aceptó mi muda demanda y se retiró un paso, devolviéndome algo de espacio personal.
— Nunca había estado tan asustada en mi vida, idiota -le gruñi.
James volvió a acercarse, esta vez envolviendo sus brazos alrededor de mi, y recostándome contra su pecho. Su mano acariciando mis cabellos como si fuera una niña.
— Tienes que entender, Espe. Yo no iba a hacerte daño, pero los otros chicos, ¿Andréi? ¿Daniel? A ellos no les importaría.
De repente mis lágrimas me avergonzaron. Yo no era la del problema. James era un psicópata mayor que esos dos. Me arranqué de sus brazos. Limpié mi rostro con fuerza, una manera de recordarme a mí misma quién era y porque no dependía de nadie. Lo miré con odio mientras gruñía.
— ¡Y para eso se te ocurrió tratar de violarme!
James retrocedió dos pasos, su mirada atormentada, mientras se desordenaba el cabello con las manos. Comenzó a caminar en círculos, su metro ochenta parecía absorber el espacio de mi habitación.
— ¡Nunca! Espe, yo nunca te haría daño -me estremecí por la emoción en su voz-, pero tenía que mostrarte. La seguridad aquí es una mierda. Esta escuela se rige por la ley del más fuerte. Estos chicos, son capaces de todo. Hoy mismo, no quiero ni pensar en lo que Daniel podría haberte echo si yo no hubiera aparecido.
No podía creer lo que escuchaba, James, citaba hechos, pero daba por sentado que era el orden natural de las cosas, y no parecía en absoluto preocupado por cambiarlo. Furia caliente quemó mi pecho.
— Oh, así que crees que está bien que un niñato rico pegue a una chica. Está bien que Igonda y Andréi me humillen delante de todo el mundo sólo porque soy una becada.
— ¡Yo no he dicho eso! -respondió molesto por el tono de mi voz.
— No. Sólo dijiste que bajara la cabeza y les permitiera tratarme como mierda -respondí con amarga ironía.
De ser posible lucía más frustrado que antes. Volvió a revolverse el cabello. Un claro signo de inquietud. Su voz descendió una octava.
— Lo siento. Pero debes entender, esta escuela, estos chicos, no son como nada que hayas conocido antes. Son muy peligrosos, Espe. Solo no quiero que el desconocimiento te haga daño.
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Palacio de Cristal #PGP2020
VampireLa encrucijada estaba ante mí. Mientras mi corazón era consumido por el terror absoluto, mi cuerpo padecía en abrasadoras y agónicas oleadas. - ¡¿Por qué?! -grité desesperada Estaba cansada, había soportado todo y más. Sin embargo, él no me dejaba...